23 octubre, 2012

Mario Vargas Llosa habla de Isaiah Berlin

Mario Vargas Llosa habla de Isaiah Berlin
El filósofo e historiador de las ideas Isaiah Berlin es una de las figuras más esclarecedoras sobre el liberalismo. Vargas Llosa lo ha analizado a fondo.
Carlos Goedder   

Al ejemplar liberal venezolano D. Trino Márquez

La barcelonesa Ediciones Península ha publicado en 2009 una traducción del libro THE HEDGEHOG AND THE FOX originalmente lanzado al público inglés en 1953. El autor fue Isaiah Berlin, filósofo e historiador de las ideas británico nacido en Rusia. Esta excelente traducción de Da. Carmen Aguilar (hecha en 1998) toma la idea, quizás desafortunada en castellano, de poner por título a la traducción EL ERIZO Y LA ZORRA. Y bien, es defendible haber elegido a una zorra en vez de un zorro, porque lo que origina el título es una estrofa griega que a ratos suena a fábula. En fin, dejando la hilaridad del título, el notable ensayo tiene un añadido fundamental: el ensayo que sobre IsaiahBerlin publicó en 1980 el nobel Mario Vargas Llosa, bajo el título UN FILÓSOFO DISCRETO. El solo ensayo de Vargas Llosa vale un libro independiente y lo mejor es que se colocan ambos escritos juntos en esta afortunada edición.



Isaiah Berlin vivió entre 1909 y 1997. Le he dedicado un par de trabajos previos - cuyas referencias mencionaré al final – y seguirá siendo abordado en futuros artículos míos. Ahora, más que hablar de Isaiah Berlin con mi propia voz, lo que pretendo es articular cómo lo percibe Mario Vargas Llosa e invitar a su estudio desde esa perspectiva.

Sobre EL ERIZO Y LA ZORRA, Vargas Llosa explica el origen de la idea abordada por Berlin y la carga metafórica que tiene tal frase:

“Entre los fragmentos conservados del poeta griego Arquíloco [hacia el año 650 A.C.], uno dice: ‘Muchas cosas sabe la zorra, pero el erizo sabe una sola y grande’. La fórmula, según IsaiahBerlin, puede servir para diferenciar a dos clases de pensadores, de artistas, de seres humanos en general: aquellos que poseen una visión central sistematizada de la vida, un principio ordenado en función del cual tiene sentido y se ensamblan los acontecimientos históricos y los menudos sucesos individuales, la persona y la sociedad, y aquellos que tienen una visión dispersa y múltiple de la realidad y de los hombres, que no integran lo que existe en una explicación u orden coherente, pues perciben el mundo como una compleja diversidad en la que, aunque los hechos o fenómenos particulares gocen de sentido y coherencia, el todo es tumultuoso, contradictorio, impensable. La primera es una visión ‘centrípeta’; la segunda, ‘centrífuga’. Dante, Platón, Hegel, Dostoievski, Nietzsche, Proust, fueron, según IsaiahBerlin, erizos. Y zorras: Shakespeare, Aristóteles, Montaigne, Moliere, Goethe, Balzac, Joyce.” (p. 22)

Estas dos formas de ver la vida distan de reducirse al mundo artístico. En muchos ámbitos de la vida humana nos encontramos con esos estilos de gente: unos quienes creen que pueden reducir la realidad a una teoría o enfoque único, los erizos; en la política europea durante la crisis tenemos por ejemplo la visión defendida por el equipo de la señora Merkel, visión incluso ya cuestionada por el FMI, según la cual todo el problema en la Eurozona ha sido derroche y se arreglará con austeridad; en otro horizonte de política, está la Venezuela chavista, donde todo lo malo proviene de Estados Unidos de América y los gobiernos democráticos precedentes, siendo todo lo bueno lo encarnado por Bolívar y quienes se autodenominan sus herederos como chavistas y revolucionarios bolivarianos. Vargas Llosa capta en su ensayo que en el mundo político abundan los erizos, precisamente porque ese enfoque simplificador y capaz de dar unidad a la confusa realidad resulta atractivo para los electores, ahítos de incertidumbre o riesgo. A esta figura se oponen las zorras, quienes sencillamente reconocen que la realidad es imposible de asir con un enfoque único. Ese espíritu está por ejemplo en la ÉTICA A NICÓMACO de Aristóteles (384-322 A.C.), quien señala en esta obra:
“Concluyamos pues que el bien nos es una cosa común que se pueda comprender bajo una sola y única Idea.” (p. 72)

O bien:

“Añadid a esto que la opinión de un mismo individuo varía muchas veces sobre este punto; enfermo, cree que la felicidad es la salud; pobre, que es la riqueza; o bien cuando uno tiene conciencia de su ignorancia, se limita a admirar a los que hablan de la felicidad en términos pomposos y trazan de ella una imagen superior a la que aquél se había formado.” (p. 66) (La edición de ÉTICA que uso es la traducida por Patricio de Azcárate y publicada por Espasa Calpe en 1996).

Vargas Llosa señala acertadamente que en todo erizo hay un fanático y en toda zorra un escéptico. Berlin dista de ser un erizo y pretender que andemos por ahí etiquetando a la gente como “erizo” o “zorra” nunca es el objetivo con su ensayo. Ahora bien, en la acción e ideas humanas abundan personajes de esta índole; siguiendo a Vargas Llosa:

“Hay campos en los que de manera natural, han prevalecido los erizos. La política, por ejemplo, donde las explicaciones totalizadoras, claras y coherentes de los problemas son siempre más populares, y al menos en apariencia más eficaces a la hora de gobernar. En las artes y la literatura, en cambio, las zorras son más numerosas; no así en las ciencias, donde éstas son minoría.” (p. 25)

Las figuras de zorra y erizo están incluso en el mundo de las estadísticas y pronósticos. El 23 de diciembre de 2011, el Financial Times publicaba un artículo llamado “Of foxes, hedgehogs and the art of financialforecasting” (De zorras, erizos y el arte del pronóstico financiero), hecho por el prestigioso economista Tim Harford y quien menciona a un psicólogo, Philip Tetlock, quien ha investigado por dos décadas a quienes hacen pronósticos en ciencias sociales – un ejemplo son las encuestas sobre quién ganará las elecciones -. La conclusión es esta (traducción propia):

“El Sr. Tetlock encontró una forma de dividir a sus expertos en una forma correlacionada con su peor o menor habilidad para el pronóstico: según el ‘estilo cognitivo’. Refiriéndose a un ensayo de IsaiahBerlin, y antes que él, al griego Arquíloco, el Sr. Tetlock señala a los ‘erizos’, gente que ve el mundo a través de los lentes de una idea única, lógica y poderosa. Estos se convierten en malos pronosticadores. Mejor es la gente intelectualmente dubitativa y que se cuestiona a sí misma. Estos son llamados, por supuesto, ‘zorras’.”

En la revista TheEconomist del 6 de octubre de 2012 también reaparece la idea, al comentarse un libro reciente sobre el arte de la predicción, hecho por NateSilver – “TheSignal and theNoise”. Nuevamente se hace referencia a Tetlock y se señala:

“La zorra mantiene una mente abierta, ajusta la teoría a la evidencia y es cauto ante la ideología. Los erizos hacen lo contrario. Las zorras, es innecesario decirlo, producen las más acertadas predicciones.”
(Traducción propia. THE ECONOMIST, 6 de Octubre de 2012, p. 90).

Muchas veces quienes defendemos el pensamiento liberal caemos en simplificaciones y visiones unitarias, muchas veces dogmáticas, siendo importante el evitar convertirnos en “erizos”. Cuando hacemos eso somos propensos al mismo error de la mente totalitaria, esencialmente reduccionista y fatalmente arrogante.

En ese estudio sobre la libertad, Vargas Llosa menciona los conceptos de libertad “negativa” y “positiva” construidos por Berlin.  Ese tema es la idea contenida en un ensayo de Berlin que queda sin mencionar Vargas Llosa y disponible en castellano: DOS CONCEPTOS DE LIBERTAD Y OTROS ESCRITOS (Traducción de Ángel Rivero. Alianza Editorial, 2010).

Cuando se habla de libertad “negativa”, dista de ser para señalar como “malo” o “contraproducente” el enfoque. La libertad negativa lo que pregunta es en qué espacio el individuo puede moverse sin que lo interfieran, sin coerción. Esa “ausencia” o “nulidad” de impedimentos es lo que construye la negación a la opresión y por esta vía la afirmación de la libertad. La libertad “positiva” aborda el mismo asunto desde otra óptica, preguntando directamente “¿quién me gobierna?”. En el primer enfoque proclamo la libertad como negación de autoridad y en el segundo acepto la libertad ocurriendo bajo una autoridad que reconozco. Siguiendo a Vargas Llosa: “En tanto que la libertad ‘negativa’ quiere sobre todo limitar la autoridad, la ‘positiva’ quiere adueñarse de ella, ejercerla.” (p. 19)

Al hablar de libertad negativa, el nobel elabora: “Es un concepto más individual que social y absolutamente moderno. Nace en sociedades que han alcanzado un alto nivel de civilización y una cierta afluencia. Parte del supuesto que la soberanía del individuo debe ser respetada porque es ella, en última instancia, la raíz de la creatividad humana, del desarrollo intelectual y artístico, del progreso científico. Si el individuo es sofocado, condicionado, mecanizado, la fuente de la creatividad queda cegada y el resultado es un mundo gris y mediocre, un pueblo de hormigas o robots.” (p. 18)

Y agrega:

“Cosas tan dispares como el romanticismo literario, las órdenes monásticas y el misticismo, algunas corrientes anarquistas, las socialdemocracias, la economía de mercado y la filosofía liberal resultan vinculadas, por encima de sus grandes discrepancias, pues comparten esta noción de la libertad.” (p. 19)

Un área donde percibo la muerte de esta libertad es en la corporación contemporánea, al menos en la española. Dentro del mercado tenemos una institución totalitaria en la corporación, cuyo afán es uniformar y estandarizar a los empleados. Gran infortunio en el mercado laboral actual y en la productividad económica es este tipo de corporación donde se cercena la creatividad y lo diverso, apostando por formas y apariencias por encima del contenido. La corporación española padece esto crónicamente, por ejemplo y termina siendo el reducto para gentes muy parecidas entre sí, unidas por nexos incluso de parentesco y conformando casi un clan, esencialmente homogéneo en educación, procedencia, indumentaria y preferencias. Tales ambientes pueden explicar la baja productividad española en el mercado laboral. El pluralismo, tan caro para Berlin, desaparece en tales entornos. Algo que hizo grande a Estados Unidos de América es que distaba de importar de dónde venía alguien si era productivo, eficiente y emprendedor.

En España, saber catalán vale más en una Administración Pública regional que contar con credenciales profesionales, por poner otro ejemplo peligroso.

La libertad “positiva” plantea el problema de que sólo se es libre si uno lo es “con” los otros. Siguiendo ahora a Vargas Llosa (en el párrafo previo me desvié):

“En tanto que la libertad negativa quiere sobre todo limitar la autoridad, la ‘positiva’ quiere adueñarse de ella, ejercerla. Esta noción es más social que individual pues se funda en la idea (muy justa) de que la posibilidad que tiene cada individuo de decidir su destino está supeditada en buena medida a causas ‘sociales’, ajenas a su voluntad. ¿Cómo puede un analfabeto disfrutar de la libertad de prensa? ¿De qué le sirve la libertad de viajar a quien vive en la miseria? (…) En tanto que la libertad ‘negativa’ tiene en cuenta principalmente el hecho de que los individuos son diferentes, la ‘positiva’ considera ante todo lo que tienen de semejante.” (p. 20)

Quien asume la libertad ‘positiva’ se puede proclamar tan liberal como quien prefiere el enfoque ‘negativo’. El peligro de la libertad ‘positiva’ asomado por Berlin en el ensayo al que refiero es cuando se asume que entes más racionales que el individuo son capaces de elegir por él la verdadera libertad. Cuando un sabio, político o tecnócrata cree conocer qué fines son los correspondientes a la auténtica libertad, hay un peligro y Vargas Llosa lo señala elocuentemente:

“Todas las ideologías y creencias totalizadoras, finalistas, convencidas de que existe una meta última y única para una colectividad dada –una nación, una raza, una clase o la humanidad entera-, comparten el concepto ‘positivo’ de libertad(…)” (p. 20)

Y agrega:

“Todas las utopías sociales, de derecha o de izquierda, religiosas o laicas, se fundan en la noción ‘positiva’ de libertad.” (p. 20)

De alguna forma y lo capta Vargas Llosa, el erizo liberal tiende a ver la libertad bajo el cristal ‘positivo’ y la zorra se adaptaría mejor al pluralismo contenido en libertad ‘negativa’.

¿Los peligros de estos enfoques? Dictaduras afines al liberalismo económico como la de Pinochet o Franco han dado dosis importantes de libertad negativa por su afinidad con el mercado. Totalitarismos como el de Hitler o Stalin podrían afirmar que estaban buscando la libertad colectiva y habrían asumido como bandera que deseaban maximizar la libertad ‘positiva’ o ‘socialmente verdadera’. El régimen chavista en la Venezuela actual está indudablemente en sintonía, al menos retórica, con cierta libertad ‘positiva’, considerando como opresor, tanto para el individuo como para la sociedad, a Estados Unidos de América, el capitalismo liberal y directamentea quienes les adversan –calificados colectivamente como burguesía y otros términos menos agradables, como “majunche” o “escuálido”.

Para quienes escribimos sobre liberalismo, usualmente nos atrae más la figura de libertad ‘negativa’, si bien es necesario incluir la preocupación sobre igualdad vigente en libertad ‘positiva’. Como afirma Mario Vargas Llosa:

“Las nociones de solidaridad humana, de responsabilidad social y la idea de justicia se han enriquecido y expandido gracias al concepto positivo de la ‘libertad’, y éste ha servido también para frenar o abolir iniquidades como la esclavitud, el racismo, la servidumbre y la discriminación.” (p. 20)

Las sociedades con mejor calidad de vida para los individuos tienden a conciliar ambas nociones libertarias, si bien esto demanda sacrificios y renuncias; es imposible llevarlas al máximo simultáneamente. Volviendo a la reseña que hace el nobel:

“Estas dos nociones de libertad son alérgicas la una a la otra, se rechazan recíprocamente, pero no tiene sentido tratar de demostrar que una es verdadera y la otra falsa, pues aunque la palabra de que ambas se sirven sea la misma, se trata de cosas distintas. Éste es uno de esos casos de ‘verdades contradictorias’ o de ‘metas incompatibles’, que, según Isaiah Berlin, caracterizan la condición humana.” (p. 21)

El ensayo de Vargas Llosa es fundamental y recorre en su cierre unos perfiles biográficos estudiados por IsaiahBerlin en la obra PERSONAL IMPRESSIONS. Vale como cierre para esta nota, esta aseveración que hace el nobel:

“… Pienso que el sentido común es la más valiosa de las virtudes políticas. Leyendo a IsaiahBerlin he visto con claridad algo que intuía de manera confusa. El verdadero progreso, aquel que ha hecho retroceder o desaparecer los usos y las instituciones bárbaras que eran fuente de infinito sufrimiento para el hombre y han establecido relaciones y estilos más civilizados de vida, se han alcanzado siempre gracias a una aplicación sólo parcial, heterodoxa, deformada, de las teorías sociales.” (p. 13)

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