22 octubre, 2012

Negociación con el PAN: difícil, costosa y con muchos involucrados

Leo Zuckermann

Los próximos días serán determinantes para ver si habrá o no reforma laboral y, en caso afirmativo, qué tipo saldrá. Más allá de este tema, que por sí solo es relevante, lo que está en juego es hasta dónde el PAN apoyará a un PRI que está a punto de tomar posesión del gobierno federal. En este sentido, lo que suceda en los días siguientes mandará una primera señal sobre si el país está o no en el camino de las reformas económicas para elevar la competitividad nacional.
La reforma laboral tiene cuatro opciones:


1. El Senado aprueba la reforma que enviaron los diputados sin cambiar una coma; se promulgan, entonces, los cambios a la Ley Federal del Trabajo que flexibilizan la contratación y el despido de los trabajadores sin incluir la democracia y transparencia de los sindicatos.
2. El Senado aprueba lo enviado por los diputados pero incluye algunas modificaciones como la obligación a la democracia y transparencia sindical; el proyecto, por tanto, regresa a la Cámara baja, que apoya los cambios que hicieron los senadores; del Congreso sale una reforma laboral más completa.
3. El Senado realiza modificaciones, ya sea económicas y políticas, a lo aprobado por los diputados; la reforma regresa a la Cámara baja, que congela todo; de esta forma se atora de nuevo la reforma laboral.
4. El Senado realiza cambios, la minuta retorna a los diputados, quienes a su vez realizan modificaciones; el proyecto regresa a los senadores, y así se van pasando la bolita entre las dos cámaras sin poder aprobar una reforma, lo que en la práctica también significaría su congelamiento.
El PRI quiere la opción uno, el PAN, la dos, y la izquierda sería feliz con la tres o la cuatro. Esto nos lleva a preguntarnos: ¿Los senadores del PAN sostendrán o no su intención de incluir en la reforma laboral lo relacionado con la democracia y transparencia sindical? Por lo que veo, sí están en esta tesitura aunque ello pueda significar el congelamiento de la reforma al retornar a la Cámara de Diputados.
Los senadores del PAN, en un afán por subir los costos de la negociación y de diferenciarse del PRI, han demostrado que incluso están dispuestos a distanciarse de un grupo ideológicamente cercano a ellos y con mucho poder económico: los empresarios. La semana pasada, los múltiples organismos que integran el Consejo Coordinador Empresarial publicaron un desplegado donde urgían a los senadores a pasar la reforma laboral tal cual la enviaron los diputados. Javier Lozano salió a la defensa de la postura de los senadores del PAN, acusando a los empresarios de “doble cara” y de hostigar a los legisladores. Agregó que la reforma no sólo era para ellos sino también para los trabajadores.
¿Dónde está el Presidente en este juego? Recordemos que es de él la iniciativa preferente que se está discutiendo en el Congreso. Cuando los diputados aprobaron una versión más limitada, Calderón los felicitó. Su secretaria del Trabajo ahora invita a los senadores a votar a favor de la minuta de los diputados sin cambio alguno. Entonces, al parecer, el gobierno panista estaría a favor de lo mismo que el PRI, es decir, la opción uno antes mencionada. Esto, supongo, para presumir que sí se realizó una reforma estructural durante este sexenio, por más tarde que sea.
Pero esta postura no coincide con la de los senadores panistas de cambiar el proyecto para incluir la parte de democracia y transparencia sindical. ¿Cómo es posible esto? Francisco Garfias reveló en su columna de Excélsior que dirigentes empresariales le habían solicitado al Presidente “que interviniera ante los senadores del PAN para aprobar, en sus términos, la minuta enviada por la Cámara de Diputados”. La respuesta de Calderón fue: “Por el tiempo que me queda, no me alcanza la fuerza política en este tema. Trátenlo con Madero. Tiene más fuerza política que yo”.
Es lógico: en vísperas de que Calderón deje la Presidencia, su poder dentro del PAN está menguando. Coincidentemente, dentro de ese partido están surgiendo nuevas fuerzas y liderazgos que pretenden el control partidista. El PRI va a tener que negociar con ellos. Tanto con el liderazgo formal que tiene Madero como dirigente del PAN, como con pesos pesados que hay en ese partido, sobre todo en el Senado. Políticos como Cordero, Lozano, Gil y Larios que ya tienen algunos añitos en esto de la política y que quieren tener un papel protagónico en el futuro del PAN.
Los senadores del PAN están enviando el mensaje al PRI de que la negociación con ellos va a ser difícil, costosa y con múltiples personajes que convencer. Los priistas saben de qué se trata esto. Es lo mismo que hicieron ellos con los gobiernos panistas durante estos dos últimos sexenios. Ni modo: así es la política.

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