18 octubre, 2012

Peña Nieto en su laberinto

Martín Moreno

Peña Nieto no se cruza todavía la banda presidencial en el pecho y ya se encuentra frente a tres dilemas inmediatos de los cuales se definirá, en gran medida, su estatura como Presidente. Arrinconado por intereses aun de su propio partido, el priista tiene en la mano tres piedras ardientes: reforma laboral, Pemex y Florence Cassez.
Ubicando a la seguridad como tema prioritario, aunque ya Calderón le marcó la ruta: continuar la lucha frontal contra el narcotráfico o “cederle el poder a los criminales”, Peña será puesto a prueba. Veremos de qué está hecho.


LABORAL. Los priistas se hicieron bolas: en su afán de que los caciques sindicales queden intocables en la reforma laboral —muchos de ellos a su servicio, como el petrolero Romero Deschamps—, ya revivieron la alianza PAN-PRD que buscará en el Senado (donde lograría mayoría) la transparencia sindical: voto secreto en elecciones y rendición de cuentas de los líderes. Precisamente lo que le duele a los caciques.
Peña debe definir su posición sobre la democracia y transparencia sindical. Si calla, otorga”, tuiteó el líder del PAN, Gustavo Madero. En esto tiene razón: Peña debe tomar una decisión de fondo, aun en contra de su partido.
Porque en su soberbia legislativa, el PRI amenaza con congelar la reforma laboral en San Lázaro —donde tendrían mayoría con sus aliados verdes y panales—, a fin de no aprobar los cambios senatoriales.
La historia de siempre: el PRI de los encubrimientos, de las complicidades. ¿Nuevo PRI? Chorradas.
Ya sabremos qué hará Peña Nieto con sus aliados, amigos y compañeros de partido: o se hace una reforma transparentando la vida sindical o si, con el eufemismo de “respeto a la soberanía de sindicatos”, voltea la mirada y, como en esta columna la hemos bautizado, permite que la reforma laboral sea “la reforma hipócrita”.
PEMEX. ¿Supo realmente Peña Nieto el alcance de sus palabras ante la presidenta brasileña Dilma Rousseff en septiembre pasado en Brasilia, al decir que quiere que Pemex sea como Petrobras?
Primero: aun manteniendo bajo control estatal a Petrobras, la inversión privada —local y extranjera—, en la exploración, explotación y refinación de hidrocarburos, es el soporte financiero que mueve a la petrolera brasileña. ¿Cómo pretende Peña Nieto abrir a Pemex sin privatizarlo, como él aclara? Inversión privada significa privatizar. Lo demás son juegos retóricos de palabras.
Segundo: Petrobras permite la competencia extranjera en territorio brasileño en abastecimiento de gasolina. ¿Cómo le hará Peña Nieto para instalar en todo el país, y en cada esquina, gasolineras pertenecientes a las “cuatro hermanas” petroleras más poderosas del mundo: Exxon Mobil, Shell, Chevron Texaco y British Petroleum? ¿Enfrentará a Pemex contra los monstruos petroleros? Pago por ver.
Tercero: si Peña Nieto quiere que Pemex sea como Petrobras —él lo dijo—, entonces tendrá que llevar a Petróleos Mexicanos a que cotice en las Bolsas de Valores de México y de Nueva York. ¿Qué significaría? Casi nada: obligar a Pemex a condiciones de transparencia, a rendición de cuentas, a supervisión de finanzas de gestión y de eficiencia en el mercado; a mejores prácticas contables y a derechos de accionistas minoritarios. Equivaldría a aplicarle la glasnost (transparencia) a Pemex. Desde ahora se antoja imposible en cuanto a una sola reforma sexenal y, sobre todo, en vencer a intereses públicos, empresariales y sindicales. El STPRM es piedra angular de los intereses financieros-políticos-electorales del PRI. ¿Se daría Peña un balazo en el pie?
Si Peña Nieto quiere que Pemex sea como Petrobras, deberá cumplir entonces los tres requisitos anteriores. De lo contrario, sería una reforma simulada y, por tanto, ineficaz.
CASSEZ. El Ministerio de Relaciones Exteriores de Francia adelantó que en la reunión de mañana entre Peña Nieto y François Hollande se abordará en agenda el caso de la secuestradora Florence Cassez, criminal encarcelada por la justicia mexicana.
El Presidente electo deberá ser muy cuidadoso con este tema y evitar llevarlo de la arena judicial al terreno político. El asunto de la secuestradora francesa no debe estar sujeto a agenda diplomática. Es un tema estrictamente judicial. Peña está obligado a respetar la autonomía de poderes, en este caso, entre el Ejecutivo y el Judicial.
Florence Cassez es una francesa que causó dolor a familias mexicanas. Eso no se le debe olvidar a Peña Nieto. Que el montaje mediático ensució este caso, es indudable. Sin embargo, ello no exime la culpabilidad de Cassez. Las pruebas en su contra son contundentes. Son dos cosas diferentes.
El hombre y su circunstancia. Peña Nieto en su propio laberinto.

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