Recursos públicos, abuso de poder y muerte
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Un
análisis del Centro de Investigación en Economía y Negocios del Tec de Monterrey
presentado la semana pasada, nos informa que más de 25 mil servidores públicos
en el país perciben más de 1 millón de pesos al año.
De
ellos, 250 se llevan a sus bolsillos entre 3 y 3.5 millones de pesos
anualmente; mil funcionarios ganan entre 2.5 y 3 millones; 2 mil burócratas de
primer nivel perciben entre 2 y 2.5 millones; 7 mil 250 obtienen una
remuneración de entre 1.5 y 2 millones de pesos anuales y los restantes 14 mil
500 tienen salarios de entre 1 y 1.5 millones de pesos.
La
semana pasada, también, de acuerdo con una nota del diario La Jornada, una niña
murió y siete menores indígenas fueron trasladados a hospitales con graves
afectaciones propiciadas por una aguda desnutrición. La niña tenía cinco años
de edad, cuatro son bebés, menores de un año, y tres más tienen entre uno y
cuatro años. Están graves.
Desde
noviembre de 2011 se alertó de la situación alimentaria sufrida por los
pobladores de la zona y a principios de 2012 hubo alarma por la grave sequía
sobre las grandes extensiones de la Sierra de Chihuahua donde habita la
comunidad rarámuri. Se realizó una campaña nacional y diversos sectores de la
sociedad, desde los medios de comunicación, figuras del espectáculo y gobiernos
decidieron ayudar.
Sin
embargo, llegaron las elecciones y todo mundo se olvidó de los más de 75 mil
rarámuris que habitan en los municipios de Guachochi, Urique, Bocoyna,
Guerrero, Guadalupe y Calvo, Uruachi, Balleza, Carichí, Chínipas, Guazapares y
Temósachic.
Por
el contrario, entre los partidos políticos y el Instituto Federal Electoral se
gastaron más de 10 mil 200 millones de pesos del presupuesto federal, además
del dinero operado fuera de los márgenes oficiales, que seguramente fue una
cantidad superior.
10
mil 200 millones de pesos equivalen, por ejemplo, a pagar un salario mínimo
general por un año a casi 450 mil trabajadores o comprar 20 mil 400 casas o
departamentos de interés social.
El
dispendio del sector oficial, de acuerdo con las cifras dadas a conocer por el
Tec de Monterrey es en
ocasiones hasta vulgar. "La percepción de ingresos es
contrastante: 6.7 millones de personas cuando mucho ganan un salario mínimo en
tanto que en el sector público los
gastos en servicios personales van al alza", apunta el
análisis.
Para
los estudiosos de la casa de estudios "si se llevara a cabo una
disminución de tan solo el 10% del presupuesto destinado a las remuneraciones
de los funcionaros que ganan cuando menos un millón de pesos, alcanzaría a
pagar alrededor de 178 mil salarios mínimos (3,948 millones de pesos
aproximadamente)".
El
abuso de poder observado en el manejo de los recursos públicos no es de hoy. Es
una práctica observada durante muchos años por quienes llegan a ocupar cargos
públicos de relevancia, aunque quienes van como segundos o terceros de abordo se despachan con singular alegría
y prácticamente nunca se conoce de ellos.
Es
urgente que exista también un tabulador en salarios mínimos para los
funcionarios de todas las dependencias de gobierno federales, estatales y
municipales. Ahí están los cálculos del Tec de Monterrey.
Deben
entender que ser
servidores públicos no es sinónimo de riqueza inmediata y que,
por el contrario, hacerlo debe convertirse en un motivo de orgullo y
satisfacción, porque de otra forma, continuarán las rencillas y peleas entre la
llamada clase política para alcanzar el poder y hacerse millonarios de la noche
a la mañana.
De
esta forma, a gente como los rarámuris, pero también a las etnias de Guerrero,
Oaxaca, Chiapas y Veracruz, por decir de algunas, se les podría dotar de
mayores oportunidades —que no darles dinero— para que puedan aspirar a una vida
mejor.
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