Carlos Ramírez
Crisis, huelga y despilfarro.Y sin consenso económico
Hoy miércoles 14 de noviembre la
crisis económica europea y sus secuelas sociales pasarán otra aduana: una
huelga general y/o parcial a nivel internacional como una forma de protestar
contra el costo social del ajuste económico.
Y aunque se prevea un éxito, la huelga será poco productiva. La borrachera presupuestal de los gobiernos socialdemócratas obligó a los gobiernos conservadores a aplicar medidas de ajuste presupuestal.
El dilema de Europa no radica en decidir la suspensión del ajuste sino en convencer a las sociedades que en realidad la crisis carece de opciones y que el ajuste es obligado para evitar la quiebra del sistema económico y financiero internacional.
Y aunque se prevea un éxito, la huelga será poco productiva. La borrachera presupuestal de los gobiernos socialdemócratas obligó a los gobiernos conservadores a aplicar medidas de ajuste presupuestal.
El dilema de Europa no radica en decidir la suspensión del ajuste sino en convencer a las sociedades que en realidad la crisis carece de opciones y que el ajuste es obligado para evitar la quiebra del sistema económico y financiero internacional.
Los gobiernos conservadores se vieron obligados al ajuste por la herencia de desórdenes presupuestales, financieros y bancarios de gobiernos socialdemócratas. Europa padece lo que sufrió México en el periodo neoliberal 1982-1997, luego de la borrachera de gasto del periodo populista 1970-1982.
La primera fase fue de ajuste macroeconómico bajando gasto, salarios y aumentando impuestos; y luego vino el colapso devaluatorio Salinas-Zedillo de 1994 y el ajuste en tasas de interés bancarias en 1995 que hizo perder propiedades muebles e inmuebles a millones de mexicanos.
La crisis europea fue producto del colapso inmobiliario de 2008 y la decisión -avalada por cierto por el Fondo Monetario Internacional- de aumentar el gasto público para estimular la actividad económica; así, el déficit presupuestal subió a tasas de alrededor de 14 por ciento y el endeudamiento se fue a las nubes, sin que la economía se recuperara. Ahora es la hora de pagar las facturas de la equivocada conseja neokeynesiana de utilizar el gasto público como política anticíclica.
La gran decisión de Europa radica en mantener el sistema capitalista salvándolo con programas de ajuste con enormes costos sociales que han sacado la violencia popular a las calles o explorar un nuevo sistema económico-productivo-financiero internacional ajeno al motor del viejo capitalismo: las utilidades corporativas, financieras y bancarias.
Por lo pronto, el presidente estadounidense Barack Obama ha decidido salvar al viejo capitalismo, aunque con un discurso populista demagógico.
Por tanto, la crisis económica internacional que se ha hecho explosiva en Europa avanza por el sendero del conservadurismo. El problema ha radicado en la ausencia de alternativas. La democracia ha colocado gobiernos conservadores en España, Italia y Portugal, ha consolidado a la derecha en Alemania y perdió la esperanza en Francia porque el socialista Hollande pronto tendrá que entrarle a los ajustes antisociales si no quiere que la crisis arrastre con su popularidad política.
En México, la acumulación de crisis en el periodo 1982-1995 condujo a la derrota del PRI en el 2000. En España, por ejemplo, la crisis económica aplastó al socialismo del PSOE y encaramó a la derecha en el poder con su programa de ajuste. De las elecciones de noviembre de 2011 a la crisis fiscal de agosto de 2012, el Partido Popular cayó de 44.6 por ciento de los votos a 30 por ciento, pero sin beneficiar al PSOE como principal oposición que ha pasado de 28.7 por ciento de votos en noviembre electoral a 22.9 por ciento de los votos en la última encuesta.
La crisis ha dejado a la sociedad sin alternativas políticas. Peor aún, en medio de la vorágine de los ajustes, alza de IVA y recortes, el gobierno de Mariano Rajoy ha recuperado votos y su tendencia pasó de 30 por ciento en agosto a 31.8 por ciento el pasado fin de semana, y eso con la escalada de violencia en las protestas sociales en las calles y el grave problema de los suicidios de personas condenadas a desalojos de sus viviendas por exigencias de pago de los bancos.
La presión social quiere detener el ajuste macroeconómico que ha llevado al colapso al Estado de bienestar, pero hasta ahora no existe una alternativa viable. Las protestas y huelgas quieren parar el costo social, pero sin proponer medidas de política económica para hacer frente al déficit presupuestal y al peligro del crack de los bancos.
El neoliberalismo llevó al colapso conceptual del neopopulismo. El rediseño de las políticas económicas exige, antes que nada, pagar las cuentas del sobregiro presupuestal. La izquierda sólo quiere detener los sacrificios sociales pero hasta ahora ha carecido de un nuevo paradigma de política económica.
Sin el ajuste de gasto, los gobiernos tendrían que declarar la quiebra financiera de sus naciones.
La huelga general/parcial internacional hoy en Europa podría ser un éxito en su movilización y resultados pero un soberano fracaso en cuanto a la propuesta de caminos alternativos. Lo que le queda a Europa es una nueva reunión como la de Bretton Woods en 1944 en donde se fundó el sistema comercial, económico y financiero que está colapsado. En aquel año se buscó salvar al capitalismo después de la Segunda Guerra Mundial; hoy el objetivo debiera ser fundar un nuevo sistema económico internacional.
La crisis económica ha tenido un altísimo costo político; en España destruyó ya el consenso por la transición de 1978; en Italia deshizo el sistema político; en Grecia anuló el valor de la institución parlamentaria. La protesta social ha desautorizado -por decir lo menos- el funcionamiento de las instituciones democráticas y la violencia popular en las calles podría estar sembrando de nueva cuenta las semillas del fascismo, una práctica dictatorial nacida del colapso económico y del desencanto político de la sociedad.
La reforma laboral mexicana nació del seno del agotamiento del viejo modelo productivo populista; la respuesta obrera saldrá a las calles a violentar el sistema de toma de decisiones políticas para defender posiciones parciales.
Pero el sistema productivo mexicano debiera leerse en la crisis europea donde las huelgas generales serán sólo el derecho al pataleo de una clase incapaz de definir opciones de políticas de desarrollo sólo para defender sus privilegios.
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