Día de Acción de Gracias: Oda a la propiedad privada
Hoy se conmemora en los Estados Unidos el Día de Dar Gracias (DGG).
En esta fiesta se recuerdan los festejos
que el 9 de Agosto del año 1623 llevaron a cabo los colonizadores para
celebrar y dar gracias por los logros alcanzados después haber llegado
dos años antes procedentes de Holanda e Inglaterra en la nave Mayflower a
las costas del oeste de Cabo Cod en lo que es hoy el territorio del
estado de Massachusetts.
Pero de manera oficial y a nivel
nacional nunca se celebró hasta después de la Guerra de Independencia
norteamericana cuando G. Washington lo estableció el 26 de noviembre de
1789.
Más tarde y por orden de Lincoln y de
F.D. Rooselvet el DDG se reasignó a diferentes jueves en Noviembre.
Finalmente y a partir de 1941 quedó establecido por el Congreso de los
EE.UU. el 4º jueves del undécimo mes.
Estas relocalizaciones del DDG muestran
que no tiene reconocimiento religioso aunque así aparezca ya que Lincoln
le impartió cierto sabor místico cuando en 1863 dijo que este era un
día dedicado a “dar gracias, elogiar y alabar a nuestro Padre benefactor
quien mora en los cielos”.
Por lo tanto, la creencia general actual
es que el DDG es la conmemoración del éxito que tuvieron los nuevos
emigrantes en la agricultura después de haber aprendido de los indios
nativos a cultivar el maíz y siguiendo su ejemplo damos gracias hoy en
ese día al Ser Supremo por todos los beneficios materiales y
espirituales de que disfrutamos.
Pero detrás de esta historia simplista
se encierra otra realidad que expone el fracaso del socialismo
voluntario y el éxito de la propiedad privada.
A principios del siglo XVII (1609) una
secta puritana de los Cristianos Protestantes en Inglaterra se separaron
de la Iglesia Anglicana y partieron hacia Holanda donde por 11 años
disfrutaron de libertades religiosas ausentes en el resto de Europa
estableciéndose en la ciudad de Leyden en la zona sur de ese país.
Sin embargo, debido a las hostilidades
con España y el deseo de estos puritanos de partir de Holanda decidieron
marcharse hacia ese continente nuevo y vasto en las Américas donde
podrían “propagar el evangelio del Reino de Cristo”.
Los colonizadores sabían que otros como
ellos en años anteriores y con fines similares habían tenido grandes
dificultades en iniciar y mantener colonias tales como Jamestown en el
estado de Virginia.
Por lo tanto, negociar el apoyo y
préstamos de inversionistas ingleses para financiar esta empresa era
algo difícil ya que se veían como iniciativas costosas y de gran riesgo
económico.
Firmes en sus propósitos, los futuros
colonizadores enviaron a dos emisarios a Inglaterra a negociar con un
grupo de unos 50 inversionistas dirigidos por Tomas Weston. Estos
emisarios Carver y Cushman fueron instruidos a no excederse en las
concesiones que tendrían que otorgar a los inversionistas ingleses y que
no incluyeran como pago del préstamo la “½ de sus casas y tierras en el
Nuevo Continente”.
Sin embargo, Carver y Cushman
establecieron un contrato donde precisamente estos eran los términos a
cumplir después de 7 años en tierras de la América del Norte.
Los acreedores del financiamiento
insistieron que al establecerse en el Nuevo Mundo todas las riquezas que
lograran serían producidas y disfrutadas como comunidad para beneficio
de ellos y de los colonizadores.
Los futuros emigrantes aceptaron los
términos comunitarios a regañadientes pero sin dejar que se convirtiera
en obstáculo después que el representante Cushman insistiera “que no se
preocuparan de las disposiciones con respecto a sus propiedades en la
colonia”.
Esto nos aclara otra creencia errónea
con respecto al DDG que sostiene que los colonizadores llegados en el
Mayflower se establecieron basados en el disfrute común de sus futuras
propiedades para emular a los cristianos de los primeros siglos cuando
en realidad no era más que una imposición por parte de los que habían
sufragado los gastos del viaje y que ellos habían aceptado
voluntariamente.
Esta conformidad fue expresada en el
pacto firmado todavía a bordo del Mayflower el día 21 de Diciembre de
1920 antes de desembarcar en las costas de América.
Para el 25 de Diciembre ya habían
comenzado a construir la primera casa para uso comunitario. A los 4
meses cuando el Mayflower regresa a Inglaterra ya habían fallecido la ½
de los colonizadores incluyendo el primer gobernador.
El segundo gobernador elegido William
Bradford permaneció en tal puesto por varios años y más tarde en su vida
escribió un libro titulado “En la Plantación Plymouth” donde dejó
plasmado en gran detalle la historia de esta epopeya.
Los primeros inviernos fueron
inclementes y las cosechas de 1621 y de 1622 fueron pobres y solo
sirvieron para satisfacer las necesidades alimenticias más básicas por
pocos períodos de tiempo.
Durante estos dos primeros años en estas
nuevas tierras los colonizadores habían estado organizados bajo el
sistema comunitario en el cual “todos los beneficios obtenidos por
trueque, pesca, agricultura, etc. debían ser considerados como bienes
comunes y cada miembro podía disponer de ese fondo común para satisfacer
sus necesidades materiales” de acuerdo a lo que nos cuenta Bradford.
No hay duda que este tipo de
organización social y económica de los primeros colonizadores de
Massachusetts tiene características muy similares a los principios
enunciados por los autores del Manifiesto Comunista mucho más tarde en
el siglo XIX.
Bradford también nos describe en su
libro que durante 1621 y 1622 “los hombres jóvenes que mejor podían
hacer frente a las tareas más arduas se quejaban que el fruto de sus
labores eran concedidos y distribuidos entre las esposas e hijos de
otros de más edad y de menos capacidad laborar”.
Y continúa: “los individuos recibían las
mismas raciones de comida sin relación a su nivel de producción y a
ningún residente se le permitía que cultivara sus propios alimentos”
añadiendo que “el sistema imperante durante 1621 y 1622 daba origen a
confusión y malestar retardando las posibilidades de emplear
apropiadamente los recursos que hubieran beneficiado a cada uno de los
miembros”.
En su libro el gobernador llego a
comentar que: “el sistema económico imperante era una maldición” dentro
del cual “ hasta los miembros más comedidos de la colonia llegaron a
sentir falta de respeto por los demás y en general permeaba una
atmósfera de injusticia y de esclavitud”.
En más detalle Bradford nos reporta que:
“los colonizadores dedicaban más tiempo a robar comida que a cultivar
la tierra creando una atmósfera de confusión, descontento y animosidad”.
Aquellos familiarizados con las
condiciones dentro de la Isla de Cuba después de 46 años de socialismo
pueden atestiguar a estas condiciones excepto que en el argot cubano
actual el gobernador tendría que decir que los cubanos dedican más
tiempo a “resolver” que a producir ya que el vocablo robar o pedir
prestado permanentemente no tiene sentido donde nada es de nadie, todo
es de todos y trabajar no es “rentable”..
Hay que puntualizar que el descontento
descrito por Bradford no es debido a los pagos que había que enviar a
los inversionistas ingleses en Londres sino a las desigualdades en los
beneficios con que eran retribuidos por sus esfuerzos los miembros de la
colonia incipiente.
Pero algo sorprendente sucede en 1623. A
partir de ese año las cosechas fueron esplendidas y son la razón por la
que los colonizadores celebraron la nueva buena y dieron gracias por
sus logros el 9 de Agosto del mismo año instituyendo informalmente el
DDG. “Ninguna necesidad o hambre ha subsistido en la colonia desde el
cambio” dejo el Gobernador establecido en su libro.
Y entonces las preguntas que debe tener
el lector son: ¿Qué sucedió en 1623 que produjo tal cambio radical? y
¿Existe una explicación racional de esta transformación en la situación
material de la colonia de una año para otro?
Dejemos que Bradford nos conteste estas
indagaciones con palabras que debían repetirse cada DDG en los senos de
las familias hoy en día al reunirse para compartir la cena tradicional
de tal día.
“Empezamos a pensar y considerar cómo
podríamos obtener una cosecha mejor y no tener que languidecer en
miseria. Después de un debate largo y extenso los miembros de la
comunidad decidieron que cada familia y/o persona decidiría cuanto
cosechar de una manera independiente. Y…a cada familia se le adjudicó
una parcela de tierra proporcional al número que la constituía”.
Bradford continua su explicación: “Esta
medida tuvo un éxito magnifico. Convirtió a cada miembro de la colonia
en una fuerza productora y en 1623 se obtuvo mucho mas maíz que se
hubiese obtenido anteriormente librándose el Gobernador de grandes
problemas”.
El convertir a cada familia en dueño
único e independiente de una parcela de tierra para que la administraran
de acuerdo a sus intereses produjo según Bradford: “que la mujeres
acudieran voluntariamente a ocuparse de sus tierras y llevasen con ellas
a sus pequeños quienes antes bajo el sistema comunitario alegaban que
no poseían las fuerzas o destrezas para tales tareas y el obligarlas
entonces hubiera sido interpretado como tiránico y opresivo”.
El milagro que había transformado a esta
colonia totalmente aislada en las costas de Massachusetts no era otro
que la institución de la propiedad privada.
Bradford nos relata; “Ahora la cosecha
ha terminado (1623) y en vez de hambre Dios nos ha otorgado abundancia… y
en lo que se refiere a grandes necesidades o hambre no han existido
desde ese día”.
¿Habrá jugado algún papel el Gobernador Bradford en la institución de la propiedad privada en la colonia de Plymouth?
En 1657 Bradford falleció y entre sus
pertenencias se encontraron unos libros escritos por Bodin titulados
“Seis libros de la Republica” escritos en 1576.
En esos libros Bodin (1529-1596), quien
había sido abogado, economista e historiador en Francia, expresa que la
existencia y seguridad de la propiedad privada es la base de la
integridad de la familia y defiende tal idea por estar basada en la ley
natural y sancionada por el mandato conocido como el X mandamiento de la
ley de Dios.
En esos mismos libros Bodin expresa que:
“Gobiernos tiránicos son aquellos donde la propiedad privada y las
libertades pueden ser atropelladas. Un gobierno legitimo es aquel donde
los gobernantes las respetan”.
No hay duda que Bradford tenía
conocimiento de las enseñanzas de Bodin y posiblemente influyo
grandemente para fomentar la idea de la propiedad privada en la nueva
colonia.
En el Día de Dar Gracias recordemos que
le debemos grandemente a los colonizadores y a sus líderes de Plymouth.
La abundancia material que ha existido y que disfrutamos en los EEUU no
fue creada por sacrificios en nombre del “bien común” sino por la suma
de la capacidad productora muy propia de cada uno de los seres libres en
la búsqueda y realización de sus sueños e ilusiones.
Los errores y tribulaciones de aquellos
años fueron los pilares que sentaron la razón de ser del desarrollo
económico y la libertad política que han disfrutado los ciudadanos de
los EEUU: la propiedad privada y la libre empresa.
Estas y no otras han engendrado libertades, riquezas y prosperidad desde entonces. Por esto y en el Día de Dar Gracia
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