Carlos Elordi
Con estos ministros, y sobre todo con su presidente,
tenemos muy poco que rascar en Europa y en el mundo. Nuestro Gobierno
es la peor imagen de España en el exterior. No hay datos oficiales de lo
que piensan al respecto los demás dirigentes del continente –aunque no
pocos gestos y miradas que salen en televisión sugieren que muchos
comparten esa impresión-, pero la prensa extranjera, y particularmente
algunos de los diarios más influyentes, ha empezado a poner a nuestros
representantes a caer de un burro y, en particular, a Rajoy. Lo cual es
muy inhabitual: los ataques de hace un tiempo a Berlusconi son el único
precedente claro de ello. Y el asunto es muy grave .
Porque España necesita hoy más que nunca que sus ministros sepan
defender nuestros intereses en el marco internacional con imaginación e
inteligencia, y también con arrojo, y su descrédito creciente hace
imposible esa tarea. Habría espacio para mejorar nuestra suerte en ese
ámbito fundamental: no muy grande, pero lo habría. Sin embargo, la
impericia profesional de los miembros de nuestro gobierno no nos permite
acceder a él.
El aldabonazo más contundente sobre los límites de Rajoy lo daba ayer el Financial Times
en un destacado artículo de su sección internacional en el que, entre
otras cosas se decía: “Rajoy es un político de provincias poco dispuesto
a aceptar la realidad y no es el adecuado para resolver una crisis
compleja e internacional”. “Es raro encontrar a un dirigente, economista
o inversor extranjero dispuesto a defenderle”. “Encerrado en sí mismo,
conocido porque no le gusta hablar en público y por ocultar lo que
piensa hasta a sus más próximos, el primer ministro español parece
incompatible con la política moderna”.
En su edición de hoy, el Financial Times
se ocupa de Luis de Guindos. No por boca del diario mismo, sino por la
de los políticos y financieros que ha reunido para elaborar el ranking
de los mejores ministros de finanzas europeos. Wolfgang Schauble, el
titular alemán de ese departamento, figura en el primer lugar de la
lista. Y nuestro De Guindos, en el último, el 19º. El FT hace un
lacónico comentario sobre los motivos de tan baja valoración: “Todavía
tiene que convencer a los economistas y a los mercados de que puede
modificar la suerte de la economía de su país y así evitar que Europa
tenga un agrio destino”.
Hay que subrayar que lo que
los expertos han valorado en su ranking es la capacidad política de los
ministros y no la situación del país. Como prueba de ello, el FT dice
que uno de los titulares de economía más apreciados ha sido el italiano
Vittorio Grilli, “por su tarea para evitar que su país se convirtiera en
una nueva víctima de la crisis de la deuda; por eso sube 10 puestos en
la clasificación”. No menos llamativo es que el griego Yannis Stournaras
haya si sido colocado en 8º, “a pesar de que lleve solo siete meses en
el cargo”.
De Cristóbal Montoro, de Fátima Báñez, de
Ana Mato o de José Ignacio Wert no habla, y no lo ha hecho nunca, ni el
Financial Times ni ningún otro diario europeo. Casi mejor ese silencio.
Porque por ahí fuera, las ocurrencias de esos ministros merecerían algo
bastante más fuerte que un análisis crítico dentro de las formas.
Tampoco nuestro titular de exteriores ha sido objeto de comentario
personalizado alguno, lo cual se corresponde bastante bien con su
trayectoria, tan gris fuera de nuestras fronteras que ni siguiera fue
tenido en cuenta por la prensa británica cuando hace unos meses levantó
fiero la bandera de España para reclamar Gibraltar.
Mientras tanto la miscelánea de citas a la situación española en los
periódicos extranjeros sigue estando teñida por tonos muy negros.
Algunos muy serios e inquietantes. Ayer el Wall Street Journal
decía que las perspectivas españolas podrían ser peores que las
griegas. Porque la economía helena tiene una capacidad de crecimiento
potencial de su PIB, para cuando sus problemas empiecen a solucionarse,
del 13 % mientras que el de la española es sólo del 4,6 %. Y la razón
principal de esa diferencia es que la masa de trabajadores que el
estallido de nuestra burbuja inmobiliaria dejó en el paro tiene muy
difícil recolocación en otros sectores y es muy posible –dice el WSJ,
citando un informe de la Comisión Europea que aquí ha pasado
desapercibido- que “una eventual recuperación económica futura de España
se viera obstaculizada por limitaciones de oferta laboral (adecuada)
que producirían inflación”.
No menos preocupantes son
las conclusiones del artículo de Sebastian Mallaby, que sobre las
dimensiones insostenibles de nuestra deuda también ayer publicaba el Financial Times
y que de nuevo volvía sobre la capacidad de nuestro gobierno: “España
necesita urgentemente tragarse su orgullo y aceptar una monitorización
externa de su economía. Un equipo de líderes más audaces deben hacer
frente ya a la deuda española”.
Otros apuntes
recientes de la prensa extranjera son más puntuales, pero no menos
significativos de lo que se piensa de nosotros por ahí. Los diarios
alemanes llevan días hablando de la creciente emigración de jóvenes
titulados a ese país. La crisis de los desahucios, y los consiguientes
suicidios, sigue siendo tema frecuente en toda la prensa europea ( Frankfurter Allgemeine Zeitung), como también lo son las elecciones catalanas. El Corriere della Sera,
citando al diario Ultima Hora de Mallorca, mostraba al consejero balear
de Turismo luciendo muy sonriente los testículos del ciervo que acababa
de cazar en Toledo, y un enviado especial de La Repubblica
contaba la triste escena que acababa de presenciar en un comedor
popular de Madrid: “España es un país en el abismo, entre dramas y
revueltas”.
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