por Daniel Mitchell
Dan Mitchell es académico titular del Cato Institute.
Ahora que la elección se ha acabado, la gente en Washington finalmente ha empezado a enfocarse en el “precipicio fiscal”.
Primero, nos enfrentamos a la amenaza de tasas tributarias más altas
para algunos contribuyentes desde el 1 de enero. Segundo, también está
la posibilidad de que se “secuestre” el gasto —recortes automáticos al
presupuesto que también están planeados para el 1 de enero.
Y los políticos han estado gastando tanto dinero que estamos a punto de llegar al límite de endeudamiento público.
Así que es probable que todos estos asuntos se junten conforme el
presidente Obama y los líderes en el congreso intenten negociar un
acuerdo.
La porción de la tasa tributaria más alta del precipicio fiscal existe
porque los recortes de impuestos de 2001 y 2003 estaban planeados para
expirar a fines de este año. A todos los contribuyentes el Servicio de Rentas Internas (IRS, por sus siglas en inglés) les confiscaría más de sus ganancias desde enero si Washington no logra hacer algo al respecto.
Todas las categorías impositivas aumentarían, los impuestos sobre los
dividendos y las ganancias de capital aumentarían, y las familias verían
desaparecer su crédito tributario por hijos.
El alza anual total estaría en el rango de $400.000 millones.
Esto podría tener profundas implicaciones, tanto debido a las
reducciones inmediatas en el sueldo neto y en el impacto negativo a
largo plazo del estancamiento económico.
La porción del secuestro del gasto del precipicio fiscal existe debido a
la lucha por el límite al endeudamiento del año pasado. Esto fue un
mecanismo para asegurarse de que algo se hiciera para restringir la
creciente carga del gasto público. Si se permite que ocurra, los
recortes automáticos de gasto reducirían el presupuesto federal del
próximo año en alrededor de $100.000 millones, con la mitad de los
ahorros viniendo del gasto militar y la otra mitad de gasto no
relacionado a la defensa. Esto sería algo pequeño comparado con la
potencial alza de impuestos, pero definitivamente sería algo que
afectaría a los beneficiarios de estos programas.
Muchos están preocupados de estos potenciales cambios. El Director del
Presupuesto en el congreso, Doug Elmendorf, ha advertido que los
estadounidenses deben esperar una “recesión considerable” y la pérdida
de alrededor de 2 millones de trabajos.
Desde mi punto de vista, todos los recortes de impuestos deberían
volverse permanentes. La mala noticia, para mí, es que Obama quiere
elevar las tasas tributarias para los inversionistas, los empresarios,
los dueños de las pequeñas empresas y otros contribuyentes “ricos”.
Los recortes automáticos del gasto público deberían ser reemplazados con una serie de reformas fiscales más focalizadas para restringir el crecimiento del Estado de Bienestar.
Finalmente, el límite del endeudamiento debería ser elevado a cambio de
un límite factible y ejecutable sobre el gasto público.
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