Chad Crowe
Sin embargo, mucho antes del bombardeo
de Pearl Harbor en 1941, estos adversarios se unieron a la causa común
para derrotar a Alemania y Japón. El resultado fue un aumento sin
precedentes en la producción industrial que demolería a las potencias
del eje Berlín-Roma-Tokio y sacaría a la economía estadounidense de la
Gran Depresión. Roosevelt mostró liderazgo y el sector corporativo
respondió al llamado.
Las relaciones entre el gobierno de Barack Obama y grandes segmentos
de la comunidad empresarial han sido tensas y poco productivas. Pero la
elección ofrece una oportunidad importante para forjar una mejor
relación. Al elegir a un gobierno dividido —con los demócratas en
control de la presidencia y la Cámara Alta y los republicanos con la
mayoría en la Cámara Baja—, los estadounidenses no optaron por dos años
de peleas e inacción hasta los próximos comicios en 2014, y el país no
puede costear esto. Ambos partidos tendrán que ceder algo para avanzar.
Los retos que Estados Unidos encara ahora no son los de la Segunda
Guerra Mundial. Pero afrontar los desafíos de hoy exigirá una dedicación
y cooperación similares, y no sólo entre partidos políticos. Un
espíritu de acuerdo mutuo y de reconciliación hará maravillas para la
economía si el gobierno y las empresas se concentraran en abordar las
siguientes prioridades:
•
Eliminen el riesgo de una recaída económica y proporcionen un estímulo a la economía.
Los alivios tributarios y embargos presupuestales que expiran el
primero de enero podrían descarrilar la frágil recuperación. Cualquier
acuerdo político para solucionar el "abismo fiscal" requerirá
flexibilidad y sacrificio compartido que ambos partidos parecen no estar
dispuestos a adoptar.
Nosotros en el mundo de los negocios tenemos la responsabilidad de
contribuir a un mejor entendimiento de la urgencia de evitar una
recesión auto-impuesta y paralizante. Al mismo tiempo, también tenemos
que hablar sobre las oportunidades significativas que resultarían de
cambios con visión a futuro.
Hay más de un billón de dólares en efectivo que yacen en las arcas de
compañías no financieras en EE.UU. Con una certeza sobre las tasas de
impuestos, las empresas incrementarán sus gastos de capital (actualmente
en niveles anémicos), contribuyendo así a un ciclo positivo de empleos y
crecimiento.
•
Restauren la confianza en las finanzas públicas. Estados
Unidos actualmente disfruta de tasas de interés bajas y de una inflación
moderada. Pero el déficit del presupuesto público y una creciente deuda
eventualmente llevarán a un incremento dramático en ambas. Un gran
acuerdo fiscal —quizás usando al plan "Simpson-Bowles" como punto de
partida— debería incluir recortes de gastos, reformas de los programas
públicos e incrementos en los ingresos. Algunas de las reformas deberían
ser legisladas ahora pero implementadas más tarde para evitar el riesgo
de una recesión.
El sector corporativo apoya de manera enérgica los intentos para
concluir un acuerdo fiscal bipartidista. Yo pienso que los aumentos de
impuestos, especialmente para los más acaudalados, son adecuados, pero
solo si se combinan con recortes serios en gastos públicos y programas
de ayuda social. Varios presidentes ejecutivos y compañías están de
acuerdo y apoyan principios que entablarían una solución integral y
equilibrada para el problema de la deuda: incremento en los ingresos
fiscales y un recorte en gastos.
•
Mantengan bajas las tasas de interés marginales. Los
demócratas y los republicanos se quejan sobre las complejidades del
código tributario, pero una reforma seria ha sido casi inexistente. Una
ampliación de la base de impuesto a la renta de los individuos con el
cierre de vacíos en el código generaría ingresos adicionales
sustanciales, mientras que minimizaría el aumento en las tasas
marginales que podría ahogar la toma de riesgos y un crecimiento
robusto.
El gobierno de Obama ya indicó su interés en reducir la tasa de
impuestos sobre los ingresos corporativos. Los líderes empresariales
deberían diseñar legislación con el gobierno y el Congreso que
recompense el trabajo e impulse la inversión, mientras que retenga la
progresividad esencial del sistema fiscal.
•
Actúen como si tuviéramos que competir y ganar… porque tenemos que ganar.
Por primera vez en varias generaciones, está claro que Estados Unidos
tiene a su alcance abundantes recursos de energía domésticos, y que
tiene la tecnología para extraerlos de manera responsable y segura. El
gobierno necesita colaborar con el sector privado para implementar
regulaciones efectivas y significativas para desarrollar estos recursos.
Una política energética es crucial: El desarrollo de los recursos
domésticos significa que todas las industrias en la economía
estadounidense podrán beneficiarse de costos de energía más bajos y
aumentar su competitividad global.
EE.UU. puede competir de forma más efectiva en el comercio mundial.
Conforme se recupera la economía, el país debería entablar acuerdos
bilaterales y regionales, intensificando así el flujo internacional de
bienes, servicios y capital. EE.UU. tiene más puntos fuertes a su
disposición para competir que la mayoría, incluyendo una cultura que
fomenta la innovación y el emprendimiento, y unos factores demográficos
favorables.
Una reforma migratoria integral también es una prioridad. Washington
necesita facilitar que personas talentosas trabajen y vivan en EE.UU.
Los estudiantes extranjeros que se gradúan de una universidad
estadounidense deberían estar habilitados para trabajar en el país de
manera permanente. El límite de visas para los trabajadores altamente
capacitados debería ser eliminado; y hay que facilitar que emprendedores
con gran potencial trabajen y generen empleos en EE.UU. Sé que muchos
en el mundo de los negocios están listos para respaldar una verdadera
reforma migratoria.
EE.UU. tiene una larga tradición de personas talentosas y
experimentadas que han ido a trabajar al gobierno después de una carrera
empresarial exitosa. Ellos aportan al servicio público perspectivas
útiles sobre cómo funcionan los negocios y, durante su servicio,
desarrollan una apreciación más profunda de la responsabilidad que el
gobierno tiene hacia circunscripciones más amplias. Su experiencia es
una virtud, no un vicio, y debería ser motivada en los años venideros.
Mi empresa trabaja con muchas compañías en la lista Fortune 500 y,
sin lugar a duda, los líderes de estas organizaciones difieren en sus
opiniones y perspectivas políticas. Pero sé que todos quieren ver y
contribuir hacia el progreso. Estamos listos para subirnos las mangas y
trabajar con el gobierno de Obama y con el Congreso para ayudar a EE.UU.
a cumplir la promesa estadounidense.
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