26 noviembre, 2012

Evaluación del sexenio de Calderón: III. Eventos dramáticos

Este sexenio que termina, Felipe Calderón tuvo que enfrentar por lo menos tres eventos inesperados con reacciones muy distintas.

Leo Zuckermann

Cuando un político llega a la Presidencia no se imagina qué sorpresas le deparará el futuro, sobre todo las adversas. Este sexenio que termina, Felipe Calderón tuvo que enfrentar por lo menos tres eventos inesperados con reacciones muy distintas. Me refiero a la muerte accidental de su colaborador principal, el incendio de una guardería infantil y una epidemia viral que generó gran incertidumbre.

Comienzo con el accidente en el que falleció Juan Camilo Mouriño el 4 de noviembre de 2008. El entonces secretario de Gobernación regresaba de una gira por San Luis Potosí. Su aeronave se desplomó en el corazón del DF. El hombre de todas las confianzas del Presidente, y ocho personas más, murieron al instante. La evidencia descubierta demostró que el avión cayó por una turbulencia generada por la aeronave que venía adelante y la impericia que tuvieron los dos pilotos para controlarla.
Ese día, el propio Presidente venía volando de regreso de Jalisco. Cuando aterrizó su avión en la Ciudad de México, con valentía, dio un discurso muy emotivo en el hangar presidencial. No obstante la tragedia de haber perdido a su amigo y mano derecha, Calderón demostró control, arrojo y mando.
El cinco de junio de 2009, en la guardería ABC en Hermosillo, más de 170 menores dormían a la espera de que sus padres los recogieran. De pronto se escuchó un estallido en la bodega vecina. En cuestión de segundos, el interior de la guardería se convirtió en un infierno. El humo salía por los ductos del aire. Al final, 49 menores de entre 11 meses y cinco años perecieron asfixiadas o quemadas.
En principio, la administración de Calderón reaccionó eficazmente para apoyar a las víctimas. El problema vino después cuando se dio la discusión sobre la responsabilidad de lo ocurrido. El caso llegaría a la Suprema Corte de Justicia un año después. El ministro encargado de la investigacíon, Arturo Zaldívar, encontró violaciones graves de los derechos humanos y declaró responsables a Daniel Karam, director actual del IMSS, su antecesor, Juan Molinar, el ex gobernador de Sonora, Eduardo Bours, el ex presidente municipal de Hermosillo, Ernesto Gándara, más otros funcionarios federales, estatales y municipales de menor jerárquica. El asunto causó revuelo. El Presidente reaccionó adversamente a las conclusiones de Zaldívar. De manera activa cabildeó para que no se aprobara la propuesta condentoria demostrando, así, poca voluntad de castigar a los funcionarios responsables del fatal incidente.
Finalmente, el tercer evento dramático que le tocó encarar a este Presidente comenzó el jueves 23 de abril de 2010. Los miembros del gabinete se reunieron de emergencia en Los Pinos. Minutos antes, el secretario de Salud le había informado a Calderón de un brote de un nuevo virus de influenza en México que combinaba material genético de cerdos, pavos y humanos. Ante la incertidumbre, Calderón llamó a su gabinete y al staff de alto nivel de la Presidencia. El gobierno tenía que tomar una decisión para preservar la salud de la población afectando lo menos posible la economía nacional y sin crear un pánico que pusiera en riesgo la paz social.
El gabinete y staff presidencial evaluaron la situación. Fue una reunión tensa. Había mucha preocupación. El gobierno decidió adoptar medidas drásticas para evitar la pandemia del virus desconocido. Suspendió las clases en el DF y Estado de México. Difundió recomendaciones preventivas a la población. Alertó a las instancias internacionales de salud. Convocó a los dueños de los principales medios para explicarles la situación y solicitar su apoyo. Movilizó al Ejército en el centro del país. Unos días después, el gobierno ordenó nuevas medidas. Canceló las clases en toda la República, cerró las oficinas federales y de las empresas que no desarrollaran actividades esenciales en la Ciudad de México. La economía del centro del país quedó prácticamente paralizada. Las calles del DF se vaciaron. El turismo se derrumbó.
A lo largo de esta crisis, Calderón tomó decisiones en un contexto de urgencia e incertidumbre. A la postre, la epidemia se contuvo. Por esta actuación, el gobierno mexicano recibió el reconocimiento de las instituciones mundiales de la salud. Durante este episodio dramático, el Presidente demostró mucha seriedad y responsabilidad. No se tentó el corazón de tomar decisiones duras y ordenar medidas extremas. Exhibió, en suma, el  liderazgo que ameritaba esta situación extrema.

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