Pie de foto: “Último acuerdo del presidente de la República general Porfirio Díaz
con los miembros de su Gabinete, en la que presentaron todos su
renuncia a excepción de los secretarios de Hacienda y Guerra”. La imagen
es de marzo de 1911, un par de meses antes de que el dictador
renunciara a su cargo después de su séptima reelección. Ahí se ven los
integrantes del último gobierno del Porfiriato. Todos, incluyendo al
Presidente, son hombres de edad avanzada que visten elegantes trajes del
siglo XIX. He ahí una clave para entender a la Revolución Mexicana.
El
régimen de Díaz nunca se preocupó por la sucesión y el
relevo generacional. Al final se trataba de una gerontocracia. Las
nuevas generaciones que legítimamente aspiraban a gobernar al país no
cabían. Ante la cerrazón de los ancianos que se negaban a dejar el
poder, a los más jóvenes no les quedó de otra más que rebelarse.
Pié de foto: “Montones de cadáveres incinerados en Balbuena para
evitar una epidemia en la ciudad de México”. El retrato es parte de la
serie sobre la “Decena Trágica”, los diez días de febrero de 1913 en que
un grupo de generales disidentes se levantaron en contra del presidente
Francisco I. Madero. Son unos 50 cuerpos apilados que
están siendo quemados en una gigantesca pira. Se trata de una escena
horripilante que nos transmite lo violento de ese periodo que terminó
con la renuncia de Madero y Pino Suárez, su posterior asesinato, el golpe de Estado del general Victoriano Huerta y su usurpación de la Presidencia, todo esto con el apoyo del embajador estadunidense Henry Lane Wilson.
Pie de foto: “En la Ciudad de México contrajo matrimonio este soldado
zapatista”. La imagen forma parte de una estupenda serie de fotografías
sobre la visita del Ejército del Sur a la capital, cuando se unieron
las fuerzas de Zapata y Villa en contra de las tropas constitucionalistas de Carranza.
En el retrato se encuentra un joven moreno de unos 16 años abrazando
orgullosamente a su mujer de unos 15 años. Él, vestido de campesino a la
usanza del estado de Morelos, con un enorme sombrero, ve muy serio a la
cámara. Lleva calzados unos elegantes zapatos negros. Ella, con vestido
blanco hasta el tobillo, reboso negro y una canana llena de balas que
le atraviesa el pecho, sonríe y muestra una pistola que apunta hacia su
nuevo marido.
Pies de foto: “Papel moneda lanzado por el gobernador provisional de Chihuahua, general Francisco Villa”.
“Billetes conocidos como ‘dos caritas’ puestos a circulación en el
Estado de Chihuahua. Papel moneda conocidos como ‘sábanas’ lanzado por
el general Francisco Villa”. El primero es de diez
centavos fechado el 10 de diciembre de 1913. El segundo es de un peso de
junio de 1915; una de las caras es de Francisco I. Madero;
desconozco el segundo rostro. El tercer billete es de 100 pesos y
supongo que era más grande que los otros y por eso lo conocían como la
“sábana”. Ante la falta de un gobierno central durante esos años, o de
bancos nacionales, algunos revolucionarios emitían su propia moneda
respaldados por el poder de sus armas.
Pie de foto: “Cada vez más corta la comitiva del Presidente Carranza”.
Es mayo de 1920. El gran jefe de la Revolución, ahora en la
Presidencia, huye de la Ciudad de México ya que los rebeldes encabezados
por los generales Obregón y Calles están entrando a Palacio Nacional. Carranza
se dirige en tren a Veracruz. En Puebla, con cada vez más deserciones,
se ve obligado a continuar el viaje en caballo rumbo a la sierra. En
este retrato, el Presidente se ve acompañado de tan sólo cuatro
personas. Es la imagen perfecta de un líder abandonado y derrotado. La
soledad del poder que se termina. “El rey viejo”, diría Fernando Benítez. Horas después, Carranza moriría asesinado en una miserable choza en el pueblo de Tlaxcalantongo.
Pié de foto: “El mayor y doctor Enrique Osornio después de haberle amputado el brazo derecho al general Álvaro Obregón”. Terrible retrato en el que se ve a Obregón
en una cama con el brazo cercenado. Su rostro barbado está medio tapado
por una sábana. El médico observa la herida. Era 12 de junio de 1913 en
Santa Ana del Conde, cuando una granada de los villistas le estalló
directamente al sonorense destrozándole su brazo derecho. A partir de
entonces, a Obregón se le empezó a conocer como el Manco de Celaya, cuando en realidad perdió su brazo más cerca de León.
Recordemos estos hechos hoy que se celebra un aniversario más de la
Revolución Mexicana. Las fotos existen y son parte del magnífico acervo
de la Colección Casasola.
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