19 noviembre, 2012

Fotos para recordar la Revolución Mexicana Leo Zuckermann

Pie de foto: “Último acuerdo del presidente de la República general Porfirio Díaz con los miembros de su Gabinete, en la que presentaron todos su renuncia a excepción de los secretarios de Hacienda y Guerra”. La imagen es de marzo de 1911, un par de meses antes de que el dictador renunciara a su cargo después de su séptima reelección. Ahí se ven los integrantes del último gobierno del Porfiriato. Todos, incluyendo al Presidente, son hombres de edad avanzada que visten elegantes trajes del siglo XIX. He ahí una clave para entender a la Revolución Mexicana.


El régimen de Díaz nunca se preocupó por la sucesión y el relevo generacional. Al final se trataba de una gerontocracia. Las nuevas generaciones que legítimamente aspiraban a gobernar al país no cabían. Ante la cerrazón de los ancianos que se negaban a dejar el poder, a los más jóvenes no les quedó de otra más que rebelarse.
Pié de foto: “Montones de cadáveres incinerados en Balbuena para evitar una epidemia en la ciudad de México”. El retrato es parte de la serie sobre la “Decena Trágica”, los diez días de febrero de 1913 en que un grupo de generales disidentes se levantaron en contra del presidente Francisco I. Madero. Son unos 50 cuerpos apilados que están siendo quemados en una gigantesca pira. Se trata de una escena horripilante que nos transmite lo violento de ese periodo que terminó con la renuncia de Madero y Pino Suárez, su posterior asesinato, el golpe de Estado del general Victoriano Huerta y su usurpación de la Presidencia, todo esto con el apoyo del embajador estadunidense Henry Lane Wilson.
Pie de foto: “En la Ciudad de México contrajo matrimonio este soldado zapatista”. La imagen forma parte de una estupenda serie de fotografías sobre la visita del Ejército del Sur a la capital, cuando se unieron las fuerzas de Zapata y Villa en contra de las tropas constitucionalistas de Carranza. En el retrato se encuentra un joven moreno de unos 16 años abrazando orgullosamente a su mujer de unos 15 años. Él, vestido de campesino a la usanza del estado de Morelos, con un enorme sombrero, ve muy serio a la cámara. Lleva calzados unos elegantes zapatos negros. Ella, con vestido blanco hasta el tobillo, reboso negro y una canana llena de balas que le atraviesa el pecho, sonríe y muestra una pistola que apunta hacia su nuevo marido.
Pies de foto: “Papel moneda lanzado por el gobernador provisional de Chihuahua, general Francisco Villa”. “Billetes conocidos como ‘dos caritas’ puestos a circulación en el Estado de Chihuahua. Papel moneda conocidos como ‘sábanas’ lanzado por el general Francisco Villa”. El primero es de diez centavos fechado el 10 de diciembre de 1913. El segundo es de un peso de junio de 1915; una de las caras es de Francisco I. Madero; desconozco el segundo rostro. El tercer billete es de 100 pesos y supongo que era más grande que los otros y por eso lo conocían como la “sábana”. Ante la falta de un gobierno central durante esos años, o de bancos nacionales, algunos revolucionarios emitían su propia moneda respaldados por el poder de sus armas.
Pie de foto: “Cada vez más corta la comitiva del Presidente Carranza”. Es mayo de 1920. El gran jefe de la Revolución, ahora en la Presidencia, huye de la Ciudad de México ya que los rebeldes encabezados por los generales Obregón y Calles están entrando a Palacio Nacional. Carranza se dirige en tren a Veracruz. En Puebla, con cada vez más deserciones, se ve obligado a continuar el viaje en caballo rumbo a la sierra. En este retrato, el Presidente se ve acompañado de tan sólo cuatro personas. Es la imagen perfecta de un líder abandonado y derrotado. La soledad del poder que se termina. “El rey viejo”, diría Fernando Benítez. Horas después, Carranza moriría asesinado en una miserable choza en el pueblo de Tlaxcalantongo.
Pié de foto: “El mayor y doctor Enrique Osornio después de haberle amputado el brazo derecho al general Álvaro Obregón”. Terrible retrato en el que se ve a Obregón en una cama con el brazo cercenado. Su rostro barbado está medio tapado por una sábana. El médico observa la herida. Era 12 de junio de 1913 en Santa Ana del Conde, cuando una granada de los villistas le estalló directamente al sonorense destrozándole su brazo derecho. A partir de entonces, a Obregón se le empezó a conocer como el Manco de Celaya, cuando en realidad perdió su brazo más cerca de León.
Recordemos estos hechos hoy que se celebra un aniversario más de la Revolución Mexicana. Las fotos existen y son parte del magnífico acervo de la Colección Casasola.

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