19 noviembre, 2012

Lo bueno…

Nada de escándalos personales, de frivolidades, de arroces negros familiares. Por ello, incluso se candidateó a Zavala para la Presidencia de la República.

Ana Paula Ordorica
Lo bueno, lo malo y lo feo. Así se podría catalogar la serie de aciertos y desaciertos del gobierno del presidente Calderón que concluye en 15 días.
Otra categoría podría ser lo mejor. Lo mejor del gobierno de Calderón se resume en dos palabras: Margarita Zavala.
La esposa del Presidente, cuya carrera profesional puso en pausa durante seis años para dedicarse de lleno a las labores de primera dama, transcurrió el sexenio sin generar más que notas, acciones y reacciones positivas.


Algo que no logró ni el Presidente ni el equipo que lo acompañó a lo largo del sexenio.
Margarita Zavala ha destacado en estos seis años por su sencillez e inteligencia. Además de continuar con sus clases en el Colegio Asunción, dos días a la semana, a las siete de la mañana a alumnas de sexto grado de preparatoria, algo que pocas personas en su posición mantendrían, Zavala se ha dedicado a trabajar a favor de la protección de niñas y niños migrantes no acompañados. Esto le ha significado reconocimientos, incluso internacionales, como el otorgado por la Sociedad de las Américas en Nueva York.
Lo mismo en su lucha en contra de las adicciones, donde ha encontrado la forma de, desde su trinchera, colaborar en la materia que ha marcado el sexenio de su esposo, la lucha en contra del crimen organizado.
¿Cuántas veces se ha dicho y repetido que la fuerza del Estado no es suficiente para luchar en contra del crimen organizado? Que además de ello se requieren otras acciones, precisamente, como la lucha en contra de las adicciones.
Con Margarita Zavala quedó atrás el anecdotario de Marta Sahagún de Fox, la vocera convertida en primera dama que trascendió por su costoso vestuario a cuenta de nosotros los contribuyentes; por los besos públicos a Vicente Fox en las giras internacionales, y los escándalos de tráfico de influencias de sus hijos, los Bribiesca.
Muy diferente ha sido el estilo de Zavala que el del deslucido sexenio de Nilda Patricia Velasco de Zedillo, la primera dama alejada de los reflectores y labores que la posición impone, aunque sea por tradición. Nilda Patricia de plano delegó el trabajo al frente del DIF porque no quiso, no le interesó o de plano no pudo cumplir con lo mínimo que implica ser la esposa del presidente de México.
Nada que ver con los excesos de los viajes con todo y piano de cola de Carmen Romano, la mujer de José López Portillo.
Ni qué decir de los atuendos típicos mexicanos de María Esther Zuno de  Echeverría, la mujer que daba agua de jamaica de beber en las recepciones oficiales y cuyo hermano, Rubén Zuno, se vio involucrado en el asesinato más impactante del sexenio de De la Madrid. El de Enrique Kiki Camarena, agente encubierto de la DEA.
Nada de escándalos personales, de frivolidades, de arroces negros familiares. Por ello, incluso se candidateó a Zavala para la Presidencia de la República —cosa que no transitó en el marco de su prudencia— e incluso a la presidencia del PAN, ahora que concluya el sexenio.
La barra que deja Margarita Zavala como primera dama es elevada para Angélica Rivera. Y es, sin duda, la marca de lo mejor del sexenio de Felipe Calderón.

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