11 noviembre, 2012

Legalicemos la competencia entre monedas libres y monedas de uso forzoso

Hace poco realizamos una audiencia en mi subcomité del Congreso para tratar el tema de la competencia de monedas. Este es un tema de extrema importancia, pero desafortunadamente pocas personas entienden cómo la Reserva Federal y el Departamento del Tesoro conforman un estricto monopolio del dinero. Este monopolio es mantenido a través del uso de leyes federales contra la falsificación.
Si existe alguna organización culpable de falsificación de dinero, es nuestro propio Tesoro. Pero aquellos que se atrevan a desafiar las leyes federales de curso legal mediante el uso de monedas en competencia -al menos monedas físicas- corren el muy concreto riesgo de ir a prisión.
Como todo monopolio creado por el Estado, el monopolio federal del dinero dá como resultado un producto de mala calidad – en este caso una moneda en constante depreciación.
Sin embargo, los gobiernos siempre han tratado de monopolizar la emisión monetaria, ya sea directamente o a través de la creación de bancos centrales. La permanente expansión del rol de la Reserva Federal en el siglo XX, permitió al gobierno federal crecer a niveles que no hubieran sido posibles de otra forma. Nuestra Fed, como todo banco central, fomenta los déficits monetizando eficientemente la deuda del Tesoro. Pero el precio que pagamos es la terrible y permanente devaluación de nuestro dinero.
 

Permitir a los individuos y a las empresas utilizar monedas alternativas, especialmente las monedas respaldadas por oro y plata, pondría en evidencia a todo este sistema basado en la estafa, ya que el mercado preferiría cualquier otra alternativa, a menos – o hasta que – la Fed implemente algún tipo de disciplina en la creación de nueva moneda.
Lamentablemente, los estadounidenses son mucho menos libres que otros alrededor del mundo cuando se trata de protegerse a sí mismos contra la rápida depreciación del dólar de su país. Los trabajadores mexicanos pueden abrir cuentas denominadas en onzas de plata y recibir envíos, libres de impuestos, de esa plata cuando quieran. En Singapur y otros países de Asia, los individuos pueden abrir cuentas bancarias denominadas en oro y plata. Las tarjetas de débito pueden estar vinculadas a cuentas de oro y plata para que sus clientes puedan hacer transacciones con dichos metales en cualquier punto de venta, un servicio sólo disponible para los no estadounidenses.
La solución obvia es legalizar la libertad monetaria y permitir la circulación de monedas paralelas y en competencia. No existe razón por la que los individuos no puedan efectuar transacciones, ahorrar, e invertir usando la moneda de su elección. Deberían ser capaces de utilizar oro, plata, u otras monedas sin restricciones legales o gravámenes punitivos. El restaurar el sistema monetario previsto por la Constitución es la única manera de garantizar la seguridad económica de los estadounidenses.
Después de todo, si nuestro sistema monetario es realmente saludable, y la Reserva Federal en efecto estabiliza el dólar, como aseguran los que hacen apología de la misma, ¿por qué temerle a la competencia? ¿Por qué aceptamos el control centralizado y monopólico sobre nuestro dinero? En un mercado libre o voluntario, el dólar fiduciario del gobierno se vería obligado a competir por el beneficio de sus usuarios -consumidores, ahorristas, inversores- con otras monedas alternativas.
Como explicara el economista austríaco Ludwig von Mises, la moneda libre es un instrumento que protege nuestras libertades civiles de los gobiernos despóticos. Nuestro sistema monetario actual es, en efecto, despótico; y la mejor manera de corregir las cosas es simplemente legalizando la competencia entre monedas.

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