28 noviembre, 2012

Mis peticiones al presidente Enrique Peña Nieto: Parte 1

Se trata, en esto de la gobernación, de gobernar mediante decisiones, no andando de merolico.

Ángel Verdugo
En la colaboración en la sección Dinero correspondiente a este martes (Muchos balances para tan pocos logros; Calderón ya es el pasado. Mejor veamos hacia el futuro), escribí: “… ¿qué le parece si lee las próximos tres colaboraciones (miércoles y viernes en Global, y jueves aquí en Dinero) donde daré la lista de lo que pienso pedirle a Enrique Peña Nieto?”.

 
Hoy miércoles, en la primera de dichas colaboraciones, enlisto dos de las peticiones que por este medio hago al próximo presidente de los Estados Unidos Mexicanos, Enrique Peña Nieto.
Petición 1.- No degrade (más de lo que ya están como producto del “estilo personal de gobernar” de Vicente Fox y Felipe Calderón), la palabra presidencial y su presencia en actos públicos.
Si revisáremos con detenimiento la página de Presidencia de la República, es muy probable que encontremos casi cinco mil discursos pronunciados por Felipe Calderón durante estos seis años; sin embargo, en ese abultado conjunto de palabras huecas, no hay uno solo digno de ser recordado y mucho menos digno de ser citado uno sólo de sus párrafos.
La palabra presidencial, es un activo valioso en un país como el nuestro; el Presidente, sólo debe hablar sólo cuando la situación lo requiera; debe hablar, públicamente, cuando tenga algún mensaje importante que enviar a los mexicanos; sobre todo, sus palabras deben ser para aclarar o defender alguna política que no se ha comprendido bien o que es de tal trascendencia, que debe ser él quien la anuncie. Además, en sus intervenciones públicas, no debe improvisar; la campaña quedó atrás.
Un Presidente de la República, no debe ser “inaugurador de piñatas y bautizos”; el acto que presida, debe ser de gran importancia y sus efectos, significativos para merecer su presencia.
Por lo anterior, le pido respetuosamente no abusar de las intervenciones públicas —una o dos al mes, cuando mucho— y las de los secretarios, ni siquiera eso. Se trata, en esto de la gobernación, de gobernar mediante decisiones, no andando de merolico. Se gobierna decidiendo, y si bien parte de la gobernación se basa en la palabra del gobernante, ésta debe decirse cuando convenga, donde convenga y ante quien convenga.
Estos 12 años de incontinencia verbal, abarataron la palabra presidencial; los miles de discursos de Calderón y la vulgarización en la cual cayeron Fox y Calderón en no pocas ocasiones, contribuyó a ello.
Petición 2.- Por favor, sólo cante en la privacidad de la regadera. Ahí —entonado o no—, cante todo lo que quiera pero nunca olvide que usted es Presidente y jefe de Estado, no un mariachi de Garibaldi. Esta petición, después de “El Perro Negro”, no requiere argumentos.
Para reforzarlas, pregunto, ¿le comentaron sus asesores si Piñera, Santos, Hollande, Rajoy, Cameron, la señora Merkel, Obama y Harper, suelen cantar en sus debidamente priorizadas y bien espaciadas intervenciones públicas?
Estas peticiones cumplen, con creces, lo exigido: “… no deben implicar erogación alguna, ser sumamente fáciles de poner en práctica y además, representar un ahorro para el erario.”
Le pido pues, con respeto, comportarse con la dignidad y propiedad de quien gobierna un gran país y cuenta, además, con el apoyo de decenas de millones de sus ciudadanos que después de 12 años de chacota y frivolidad y verborrea vacía, desean tener en la Presidencia un verdadero hombre de Estado, no un parlanchín y menos un desafinado mariachi.

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