Todo parece listo y dispuesto para la inauguración del sexenio por
venir. Cada cosa, y cada cual, en su debido sitio. Nada fuera de lugar.
Los invitados escrupulosamente seleccionados. Todo cuidado hasta el
mínimo detalle… incluidos los encomendados para evitar a los colados
indeseables dispuestos a arruinar el festejo.
La guardia ha sido encomendada a policías federales y elementos del
Estado Mayor Presidencial… a fin de cerrar el paso a todos aquellos
quienes, por cualquier razón, decidan deambular por los alrededores del
Palacio Legislativo… vecinos de la zona incluidos.
Pero el cerco de vallas metálicas tendido varios kilómetros a la
redonda de la Cámara de Diputados —que por cierto sólo se retiró a
medias— resultó un abuso y a la vez insulto.
Abuso porque la medida viola el derecho al libre tránsito de los
miles que viven, estudian o trabajan cerca del recinto legislativo… o de
aquellos a los cuales simplemente se les pegue la gana caminar por los
alrededores de lo que fue hasta hace 35 años una de aquellas legendarias
cinco estaciones del viejo Ferrocarril Mexicano.
Es un insulto, porque la fiesta representativa de la consolidación de la democracia electoral ha de blindarse hasta la ignominia… como si los comicios presidenciales hubieran valido pa’puras vergüenzas, y Enrique Peña Nieto
necesitara apoyarse en tan imponente fuerza militarizada para defender
lo ganado legítimamente en las urnas —y ratificado por el Tribunal
Electoral—.
Quienes nos desconozcan podrían ver en este “circo” una especie de golpe de Estado al revés.
Alguien con suficiente sarcasmo dirá que el operativo para garantizar
la seguridad de la ceremonia del cambio de poder es del tamaño del
miedo de quienes arriban… o por lo menos de calibre semejante a la
pesada amenaza de aquellos descontentos con el nuevo gobierno. Otros,
podrían sustentar la “precaución” con base en datos de elaborada
inteligencia… que por supuesto desconocemos… más allá de los cacerolazos
y aspavientos anunciados por #YoSoy132, maestros de la Coordinadora y
los célebres macheteros de Atenco. La protesta de Andrés Manuel, a la sombra del Ángel, es otra historia de histeria.
Desde luego también hay oportunistas como aquellos diputados
perredistas quienes se defienden con un grito: “El Congreso no es
cuartel”. Ésos, son la “prole” de quienes hace seis años defendieron
hasta la ignominia la toma lopezobradorista del Paseo de la Reforma,
gracias a la impunidad brindada por el Gobierno del DF, encabezado
entonces por Alejandro Encinas —hoy mitad “moreno” y mitad “amarillo”—.
Desde luego, alerta la actitud de Miguel Ángel Osorio Chong,
brazo político del nuevo Presidente; responsable de anunciar por
Twitter el “recule” del operativo… mientras las menguadas autoridades
federales guardan sospechosista silencio.
No faltará quien reconozca en la pifia afanes venideros en los que Peña Nieto tanto monta… y monta tanto.
MONJE LOCO: ¿Por qué hasta ahorita, señor presidente Calderón?...
Reforma laboral al cuarto para las 12; al 10, cambiarle de nombre al
país; al 5, la segunda vuelta electoral; al 3, la privatización de los
ejidos… Con estas prisas preocupa el último minuto, con todo y sus 60
segundos. ¿Será que en Harvard dará clases de administración… del
tiempo?
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