por Jaime de Althaus
Jaime de Althaus Guarderas es Director y Conductor del programa La Hora N, columnista del diario El Comercio (Perú) y autor de varios libros sobre el desarrollo del Perú.
Es una lástima que la izquierda sea retrógada en el Perú. Ojalá nos hubiese tocado la izquierda brasileña o la uruguaya o la chilena, que aceptan el mercado, la globalización y la democracia liberal. Acá ella sigue cuestionando el capitalismo.
Acá, Patria Roja, encarnada en el Sutep (Sindicato Unitario de
Trabajadores en la Educación del Perú), deja a los alumnos sin clases
para oponerse a la meritocracia, con lo que al fin da casi lo mismo que
los alumnos tengan o no clases; encarnada en el gobierno regional de
Cajamarca, deja a 6 mil trabajadores formales sin trabajo, a la región y
al país sin cuantiosos ingresos futuros y sin fructíferos
encadenamientos económicos, y exige que la empresa deje de construir
reservorios que cambiarán la vida de miles de campesinos, porque ellos
son la prueba de sus mentiras. Para no hablar del Movadef (Movimiento
por Amnistía y Derechos Fundamentales) y del narcosenderismo.
Ello es, en parte, el subproducto de la ausencia de un sistema de partidos.
La izquierda no es un partido nacional grande con posibilidades de
ganar una elección. Sus facciones, entonces, son irresponsables, eternas
adolescentes, petardistas, desprovistas de un compromiso real con el
futuro del país. En Chile la izquierda socialista se unió con la
democracia cristiana en la Concertación para enfrentar a los seguidores
de Pinochet, y gobernó casi 20 años. Pudo ser reelegida porque fue
exitosa gracias a que adoptó el modelo (“neoliberal”) heredado. En
Brasil ocurrió lo mismo con el PT de Lula. Y en Uruguay con el Frente
Amplio.
Acá la Izquierda Unida tuvo su momento en los ochenta, pero fue flor
de un día. El problema es que ese momento se dio antes de la caída del
muro de Berlín. Cuando este se derrumbó la izquierda se pulverizó, y
cada uno de sus fragmentos quedó vagando en el espacio político con la
sola posibilidad de aferrarse oportunistamente a ocasiones de conflicto
creadas por la inversión minera, la propia modernización del país y la
necesidad de introducir reformas que rompen privilegios laborales como
los del magisterio. Pues el radicalismo permite acumulaciones
localizadas, negocios políticos de corto plazo, a costa de oponerse al
progreso.
Pero, ¿por qué no se mantuvo unida? La derrota electoral de Barrantes
en 1985 y la derrota mundial del comunismo de 1989 disolvieron el único
motivo que había para la unidad: ganar las elecciones. Según Daniel
Nogueira Budny, politólogo de la Universidad de Texas publicado por
Eduardo Dargent, la izquierda peruana nunca tuvo incentivos para
construir un partido único ni para moderarse porque acá nunca hubo una
represión militar fuerte como si la hubo en los países del Cono Sur,
donde la represión autoritaria desmontó la estructura organizativa de
partidos izquierdistas pre-existentes y surgió entonces un espacio que
permitió el nacimiento de nuevos partidos izquierdistas sin ataduras con
el Marxismo-Leninismo ortodoxo. Acá, por el contrario, la izquierda se
radicalizó para diferenciarse de Velasco, y en ese discurso se quedó
porque no tuvo que verse obligada a organizarse como partido para
enfrentar a un enemigo fuerte ni tampoco a moderarse ideológicamente
para tener posibilidades de ganar una elección nacional. El anunciado
Frente Amplio Fuerza Ciudadana es la única esperanza de que esto cambie.
Ojalá.
El Partido Socialista de Javier Diez Canseco, Ciudadanos por el
Cambio, Fuerza Social de Susana Villarán y el Partido Comunista del Perú
(Patria Roja) acordaron unirse en un solo grupo llamado Fuerza
Ciudadana que recolectará firmas para inscribirse en el Jurado Nacional
de Elecciones. Luego buscará unirse con Tierra y Libertad de Arana, el
MAS de Gregorio Santos y movimientos regionales en un Frente Amplio. Así
como el Movadef no ha renunciado al pensamiento Rubén Abimael Guzmán
Reinoso (líder de Sendero Luminoso) y por lo tanto a la posibilidad de
retomar eventualmente la lucha armada, Patria Roja no ha renunciado
formalmente a las tesis de la lucha de clases y de la revolución
conducida por el partido clasista.
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