20 noviembre, 2012

¿Por qué “renunciaron” a Cuitláhuac Salinas?. Jorge Fernández Menéndez

¿Cómo puede solicitarse la renuncia, correr pues, al subprocurador especializado en delincuencia organizada de la PGR a sólo 15 días del cambio de gobierno? ¿Qué sucedió con José Cuitláhuac Salinas, para que se diera su salida de la procuraduría con tanta prisa, tanta que apenas en la mañana el funcionario daba una conferencia sobre lavado de dinero y horas después se anunciaba que dejaba la procuraduría por motivos personales?
José Cuitláhuac Salinas es un hombre que tiene más de 20 años de carrera en la PGR, encargado sobre todo de casos relacionados con la delincuencia organizada; fue colaborador de Marisela Morales, pero también de José Luis Santiago Vasconcelos y del general Rafael Macedo de la Concha. Cuitláhuac es un hombre muy bien considerado en el Ejército mexicano, uno de cuyos más altos mandos calificó, en privado, su caída como una verdadera “desgracia” en la actual coyuntura. No ha habido ninguna versión oficial sobre su salida, y las oficiosas que se han dado hasta ahora parecen tener, todas, bastante poca verosimilitud.


De lo que no tendríamos que tener dudas es que a escasas dos semanas del cambio de poderes, no tiene lógica un despido de estas características si no existen datos objetivos muy sólidos, muy duros como para justificarla. Una desavenencia personal entre el subprocurador y la procuradora Morales no parece ser suficiente; acusaciones de relaciones con delincuencia organizada, como alguien ha dicho, ameritaría otro tipo de acciones; la negativa de Cuitláhuac de despedir a uno de sus más cercanos colaboradores puede resultar creíble, pero también es difícil de comprender que esa sea la respuesta cuando quedan días para que concluya esta administración.
Hay quienes creen que las desavenencias están directamente relacionadas con la actuación de la PGR en el caso Tres Marías. No lo descartaría. La investigación de la PGR fue encabezada por Victoria Pacheco, subprocuradora de control regional y procedimientos penales, y no por la SIEDO, ya que se especificó que no existe relación de los hechos con el crimen organizado. Sin embargo, las versiones de la Marina y de la PGR se contradicen seriamente con la de la Secretaría de Seguridad Pública, que abona mucho más al tema de la confusión. Para la PGR fue un intento de homicidio. La pregunta es si efectivamente hubo un intento deliberado de matar a los integrantes de esa camioneta, ¿por qué los querían matar? Incluso en la investigación de la PGR se decidió no tomar en consideración lo que supuestamente los agentes estaban investigando: a la banda que acababa de secuestrar a un alto funcionario del Instituto Nacional de Antropología e Historia. Aseguran que no hay relación y eso no justificaría que los agentes fueran vestidos de civil y con carros privados (¿se investiga un secuestro con uniformes y carros oficiales?).
Tres Marías está poniendo de manifiesto una serie de diferencias internas muy profundas que ya se habían manifestado a lo largo de todo el sexenio. Las áreas de seguridad no se tienen confianza entre sí y, obviamente también tienen dificultades en su coordinación. Lo lamentable de todo esto es que en esa lógica se está tirando por la borda mucho de lo realizado en estos años. Cualquiera podría especular con que, por ejemplo, Cuitláhuac fue separado abruptamente de su cargo para evitar que continuara con altas responsabilidades en el futuro, o porque se considera que tiene buenas relaciones con la administración entrante o con el Ejército. No sabemos si es así, pero la especulación es válida. Muchos han dicho que la decisión, que debería ser meramente institucional, de reintegrar, como estaba hasta el año 2000, a la seguridad pública a la Secretaría de Gobernación sería una desautorización a todo lo realizado este sexenio por Genaro García Luna. Es una tontería: se podrá o no estar de acuerdo con un funcionario como García Luna, pero la labor de construcción de la Policía Federal fue titánica y es uno de los grandes éxitos institucionales de los últimos años. Sigo pensando que la Policía debe estar institucionalmente bajo el control de un ministerio del interior, pero eso no debería ni puede descalificar a la institución en sí.
El pleito y la falta de acuerdo sobre lo sucedido en Tres Marías por el contrario sí es un golpe a su imagen, que también algunos ven con intenciones que van más allá de que simplemente se haga justicia.
Es una mala noticia para el presidente Calderón lo que está sucediendo en estos terrenos a unos días de que deje el poder. La bandera de la seguridad, con aciertos y errores ha sido suya desde el inicio del sexenio; tiene altas y bajas, aciertos y errores, pero si se termina la administración con atisbos de ruptura institucional y si en casos tan delicados no se proporciona siquiera una explicación plausible, la evaluación hacia el futuro estará permeada por lo ocurrido en esos últimos capítulos.

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