29 noviembre, 2012

Si Adam Smith levantara la cabeza...

Juan Royo

No hemos entendido nada. La mayor crisis económica de nuestra historia reciente sólo ha servido para constatar que las burbujas (punto com, inmobiliarias, deuda pública o tulipanes) están condenadas a repetirse en el tiempo. Me río de aquéllos que piensan que las crisis son oportunidades. Me parto y me mondo con quienes afirman que tras la crisis viene el cambio. El sector financiero está en reestructuración. Otro eufemismo económico más para denominar a un sector en derribo.


Cuatro entidades españolas van a recibir la friolera de 36.965 millones de euros en ayudas europeas. No se lo traduzco a pesetas para que no se mareen. ¿El objetivo? "Intentar lograr su viabilidad a largo plazo sin un apoyo continuado del Estado". ¿Todo ese dinero y ni aun así se garantiza su viabilidad? ¿Un sector económico que concurre en el libre mercado pero que necesita el apoyo continuado del Estado? Si Adam Smith levantara la cabeza...
Reconozcámoslo, nos guste o no nos guste, el sector bancario es pieza esencial en nuestro actual sistema económico. Su liquidación provocaría la destrucción del sistema capitalista actual. Efectos pánico y contagio han sido estudiados hasta la saciedad por el Behavioral Finance desde George Dupuy hasta Gary Becker, pasando por Daniel Kahneman o Amos Tversky.
Reconozcamos también, para loor de nuestros líderes, la titánica dificultad de la gesta: la salvación de los bancos. Y reconozcamos, entonces, que la catástrofe ha tenido culpables. Pero unos son más culpables que otros. Ante la lluvia de millones que va a regar a nuestro sistema bancario cabe realizarnos algunas (ingenuas) preguntas.
¿Qué van a hacer los dirigentes de dichas entidades para proteger a sus empleados, depositantes, accionistas, colaboradores o proveedores? ¿Qué van a hacer para devolver la confianza (y el dinero) que los contribuyentes (o sus representantes: los políticos) han depositado en ellos? ¿Van a reducirse sus millonarios salarios, bonus, dietas y prebendas? Aquéllos que ya han abandonado el barco ¿van a renunciar a las escandalosas indemnizaciones que han recibido? ¿Van a rendir cuentas ante sus malas prácticas como la venta masiva de productos financieros con independencia del perfil y de los test de idoneidad de los clientes? ¿Van a implementar políticas de gestión de riesgos basadas en la responsabilidad social corporativa tanto para conceder créditos como para realizar inversiones? ¿Van a apostar por modelos de conciliación laboral, por la formación de sus empleados, por la retribución variable, por la integración de la discapacidad y la inclusión de la diversidad en sus plantillas o por el desarrollo de la inversión socialmente responsable? ¿Van a pugnar por desarrollar una banca ética que prime la obra social frente al dividendo?
¿Realmente piensa el presidente de la Asociación Española de Banca (AEB), Miguel Martín, que la solución está en construir más pisos y en dar más créditos hipotecarios? Podrían vender directamente aquéllos que van a trasladar al banco malo (perdón: a la Sociedad de Gestión de Activos Procedentes de la Reestructuración Bancaria, Sareb) y les ahorraban un pico a los sufridos contribuyentes.
¿Realmente cree el vicepresidente de la Comisión Europea y comisario de la Competencia, Joaquín Almunia, que la solución está en centrar el modelo empresarial en préstamos al por menor y préstamos a las pymes en sus principales regiones históricas de las entidades intervenidas? Imagino que si no se ha hecho así hasta la fecha sería por algún motivo. Imagino que alguien, en su día, ordenaría la temeraria, irreflexiva y alocada expansión de sucursales por nuestra piel de toro.
Imagino que habrá que pedirle explicaciones. Sin acritud. Sólo por entender el justificante de su decisión. Imagino que dicha persona no cobraría un sueldo de becario, sino jugosos emolumentos.
¿Realmente opina el presidente de Bankia, José Ignacio Goirigolzarri, que despedir a 6.090 de sus 20.589 empleados es la solución? Curiosa estrategia de marketing la de Bankia. Ellos ven la botella medio llena y hablan del mantenimiento del 72% de los empleos existentes: 14.500 empleados.
Siempre se rompe la cuerda por el lado más débil. Me imagino el cargo de conciencia que tendrá el presidente de Bankia y su director de Recursos Humanos. Pobres. Lo deben de estar pasando fatal. Y lo digo sin ironía. De verdad. Pero quienes realmente lo están pasando fatal son los 6.090 empleados de Bankia ante un panorama desolador y un oscuro futuro.
¿Y qué hacen nuestros líderes? Propugnar el mantenimiento del modelo fracasado. Y despedir gente. En eso no les tiembla la mano.

Juan Royo, economista.

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