Sin liderazgo moral en la ONU
Por José Raúl González Merlo
La semana pasada “tocó” elecciones para miembros
del Consejo de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones
Unidas (ONU). Los nuevos miembros son: Etiopía, Gabón, Costa de Marfil,
Kazajistán, Pakistán, Emiratos Árabes y Venezuela. Uno esperaría que
tan exclusivo club fuera integrado solamente por los más ejemplares
miembros de la ONU en materia de respeto a los derechos humanos.
Claramente no es así. En esta, como en tantas otras cosas, la ONU es
una gran hipocresía. Fundado en el 2006, este Consejo fue el sustituto de la antigua “Comisión
de Derechos Humanos”. Algo así como que la ONU se quiso “lavar la cara”
luego de que la gente se diera cuenta de que no se puede poner a los
lobos al cuidado de las ovejas. ¿Qué lecciones en materia de derechos
humanos se pueden aprender de naciones como China, Zimbawe, Rusia,
Arabia Saudita y Pakistán? Todos miembros de la extinta “Comisión”. ¿Y
qué tal cuando Libia, al mando del coronel Ghadafi, llegó a la
presidencia de la mentada “Comisión” en 2003? Imagínese que Sudán fue
electo para la “Comisión” en el 2004, justo cuando en ese país estaba
ocurriendo una “limpieza étnica”. Todos unas “joyas” en materia de
respeto a los derechos fundamentales de las personas.
Lo triste
es que, evidentemente, con el cambio, la cosa ni cambió ni está mejor.
Reciclar la “Comisión” y llamarla “Consejo” no va a cambiar la inherente
hipocresía de lo que ocurre en la ONU. En aras de la
“representatividad” y la “inclusión”, África y Asia designan 13
representantes cada uno; Europa del Este, seis; América Latina, ocho; y
Europa Occidental y otros países, siete. Lo cual quiere decir que
naciones como Rusia, Cuba, China, Arabia Saudita y Libia siguen siendo
miembros. La pregunta sigue siendo la misma: ¿qué tipo de lecciones en
derechos humanos podemos recibir de gobernantes como Putin o Castro?
¿Qué mérito tienen China o Arabia Saudita para ser los “vigilantes” de
los derechos humanos?
La realidad es que la ONU y sus
instituciones como el Consejo de Derechos Humanos han demostrado que no
sirven para otra cosa más que para ser un medio de enriquecimiento de
una megaélite burocrática enquistada en la “comunidad internacional”.
Todo esto a costa del empobrecimiento del resto del mundo y de la
continua violación de sus derechos. Ahora se ha creado la figura de 25
“reporteros especiales” que andan “investigando” igual número de temas.
Desde vivienda, pasando por racismo, migración y culminando con nuestro
flamante “reportero”: Frank LaRue, encargado de la libertad de
expresión. “Candil de la calle, oscuridad de tu casa”. Adicionalmente
hay que sumar otros cuatro “expertos independientes” y seis “grupos de
trabajo”, entre otro montón de gente.
Qué gran desperdicio de
recursos. Qué hipocresía aún más grande. La moraleja será que no
esperemos nada de la ONU. Al menos nada bueno, o nada que nos pueda
conducir por la senda de la civilización. Si los guardianes son los
aprendices de dictadores contemporáneos, con Chávez como su más reciente
miembro, ¡aliviados estamos! La ONU hace rato que perdió su liderazgo
moral, si es que alguna vez lo tuvo.
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