Un poco tarde, Sr. Presidente
Calderón promulga indispensables
medidas que en México pedimos a gritos desde hace años, pero lo hace a unos
días de entregar las llaves de Los Pinos.
Ramón Alberto
Garza
Felipe
Calderón firmó el viernes pasado los cambios a la Ley General de contabilidad
gubernamental que busca trasparentar lo que hacen estados y municipios
con los dineros públicos.
Hacía
apenas un mes, el presidente había firmado también la Ley anticorrupción en
contrataciones públicas buscando evidenciar los cochupos y los moches en las
dependencias públicas.
Hacía
cuatro meses el mismo Felipe Calderón promulgó la Ley para la prevención e
identificación de operaciones con recursos de procedencia ilícita, mejor
conocida como Ley de lavado de dinero.
Y
sin duda alguna frente a tan urgentes y necesarias iniciativas el presidente
merecería el mejor de los aplausos. Pero resulta que no es un mandatario
entrante, sino uno saliente.
Calderón
promulga esas indispensables medidas que en México pedimos a gritos desde hace
años, pero lo hace a unos días de entregar las llaves de Los Pinos.
El
hecho en sí mismo obliga a preguntarle: ¿por qué no lo hizo antes, señor
presidente? ¿Por qué debieron pasar sus seis años de gobierno para que
estampara su firma en lo que usted sabía que urgía desde el primer día de su
mandato?
¿Incompetencia, impotencia o complicidad?
Si
en los primeros meses del gobierno se hubiera promulgado la Ley General de
contabilidad gubernamental que firmó el pasado viernes, sin duda no tendríamos
a la mitad de los estados de México con deudas que no pueden cubrir, salvo que
el que viene les haga un Fobaproa a la medida.
Pero
quizás Calderón no podía hacerlo porque eso lo habría obligado a fiscalizar a
gobernadores del partido que en el 2006 lo llevó al poder y que no fue
precisamente el PAN, sino el PRI.
¿Por
qué a pesar de las claras evidencias nunca actuó contra el Gober Precioso de
Puebla? ¿Por qué si fue tan evidente y descarado el saqueo de Natividad
González Parás y de sus hermanos a las arcas de Nuevo León, siempre
fueron intocables? ¿Por qué Eugenio Hernández puede navegar sin preocupaciones
las aguas del Caribe en su yate, sin que nadie le haga olas?
El
común denominador es que los tres gobernadores fueron parte del Tucom que
trasvasó cientos de miles de votos priistas a las boletas con las que el PAN
pudo retener la presidencia.
Si
Calderón hubiese promulgado desde sus primeros días la Ley anticorrupción en
contrataciones públicas, ya estarían tras las rejas decenas de funcionarios que
lucraron en el sexenio foxista y en el suyo con licitaciones a modo. Las prisiones esperan.
Comenzando
por los contratos con PEMEX de los Mouriño; los de Nestor Moreno en la
CFE, su yate y su Ferrari; los de una docena de altos funcionarios que se
hicieron millonarios con la Enciclomedia foxista; los de cuatro o cinco
megadistribuidores de medicamentos del IMSS y del Issste, o los que dieron
permisos de construcción sin control a Walmart.
Si
el presidente, que dejará de serlo en cuestión de días, hubiera firmado la Ley
de lavado de dinero el mismo día que le decretó la guerra al narcotráfico, habría cerrado la más importante
fuente de financiamiento al crimen organizado.
Y
sin duda habrían desaparecido la mayoría de los casinos que proliferaron en los
sexenios panistas –con Fox y Calderón– y que están convertidos en lavanderías al
servicio de quien los necesita.
Pero
debemos suponer que Calderón esperó hasta el final de su sexenio porque se acaba de dar cuenta de
la existencia de gobernadores corruptos, funcionarios devora-moches y
narcopolíticos esconde dólares.
Por
eso ahora la consiga presidencial es que se haga la voluntad de Dios en los
bueyes de mi compadre Peña Nieto. Más
vale tarde que nunca.
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