Mucho se ha hablado en los últimos años sobre el desempeño económico de Argentina. Economistas como Paul Krugman se han mostrado razonablemente optimistas sobre el rumbo del país latinoamericano, pero su postura ha chocado con numerosos observadores internacionales que han tomado la postura contraria.
El paso del tiempo, como siempre, da y quita razones. En el caso de
Argentina, la política monetaria acabará quitando razón a los
entusiastas del “modelo Kirchner”. Las alarmas empezaron a saltar a
nivel internacional cuando el semanario The Economist anunció que dejaría de publicar los datos oficiales de inflación de Argentina, decisión tomada debido a la sospecha generalizada de que estas cifras están siendo manipuladas.
Si hacemos caso al INDEC, los
precios suben en Argentina a un nivel anual del 9%, cifra ya de por sí
preocupante. No obstante, de acuerdo con estudios independientes como
los que publica PriceStats, la inflación real de Argentina ronda el 25%.
El Gobierno no parece preocupado por esta tendencia: en numerosas
ocasiones, Cristina Fernández de Kirchner ha rechazado la necesidad de
“enfriar la economía”. Según la mandataria argentina, contener la
inflación “sólo conduce a la miseria y al desempleo como ocurrió durante
décadas”.
En la actualidad, la cantidad de billetes de 100 pesos que hay en circulación suma más de la mitad de la masa monetaria total.
Así lo confirma el Banco Central, de cuyo informe para 2011 podemos
deducir que el número de billetes circulantes de 100 pesos se ha
multiplicado por tres en el último lustro. Según ha publicado Bloomberg,
este aumento equivale a casi el 40%, por encima incluso del elevado
ritmo del 30% al que venía aumentando la masa monetaria en los años
anteriores.
Esta evolución no debería extrañarnos: 2011 fue año de elecciones
presidenciales, y el 52% de los nuevos pesos disponibles en la economía
argentina se fueron directamente a financiar programas de gasto
gubernamental. Así
se explica, por ejemplo, que la propaganda oficial del gobierno pudiese
aumentar un 84% en los meses anteriores a los comicios. Mientras
tanto, los argentinos van perdiendo poder adquisitivo de forma
acelerada. Si un dólar estadounidense compraba tres pesos en 2009, hoy
compra cinco.
Cabe destacar, eso sí, que la Presidenta no parece sufrir el mismo
destino que el resto de la economía del país: a lo largo de la última
década, su patrimonio familiar ha crecido de 7 a 92 millones de pesos.
Otras distorsiones
La política monetaria no es el único talón de Aquiles del “modelo
Kirchner”. Otro ejemplo lo tenemos en las mediciones de la pobreza. Como explicó Mauricio Rojas,
el número oficial de pobres es inferior a los 4 millones de personas,
pero los estudios independientes indican una realidad muy diferente.
Así, las evaluaciones de bancos, consultoras y universidades cifran la
miseria en niveles que van de los 8 a los 10 millones de argentinos.
Tampoco los datos de empleo que publica el gobierno de Cristina
Fernández de Kirchner deberían ser tomados muy en serio por los
analistas. Entre 2007 y 2011, el empleo público aumentó casi un 70%. Así
las cosas, hoy cabe afirmar que uno de cada cinco hogares argentinos
tiene por lo menos a uno de sus integrantes en la nómina del Estado.
El paso del tiempo va desnudando las carencias del “modelo Kirchner”,
y conforme la realidad se hace más presente, las reacciones son más
desmesuradas. La persecución a los medios críticos, el proteccionismo
comercial y las nacionalizaciones de empresas son los últimos “trucos de
magia” que ha desplegado el gobierno argentino, pero su efecto es cada
vez menor y la contestación social va en aumento. Una vez más, la
experiencia va derrotando a la esperanza y los hechos se imponen.
Argentina no es una excepción, y las políticas económicas de la miseria
siguen provocando lo mismo que han provocado siempre: miseria.
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