REFLEXIONES LIBERTARIAS
LA BENDITA DESTRUCCION DE LOS
MERCADOS
Ricardo
Valenzuela
El Siglo XX fue rico en
historia económica desde su inicio con la revolución bolchevique en Rusia; la
mexicana fuente de ese híbrido sistema que nos aprisionó con la dictadura
perfecta durante más de 70 años; la cubana que instaló el único gobierno
comunista de América. Sin embargo, el capítulo más importante se escribió
durante la última década cuando el aparato represivo de la Unión Soviética
inició su derrumbe. Los truenos de esa destructora tempestad brotaron en un
pequeño país europeo llamado Polonia, residencia de Lech Walesa.
Las predicciones de Hayek se
hicieron realidades ante los cansados ojos del economista quien, desde su
cabaña en Austria, testificaba el cumplimiento de su profecía frente a un viejo
televisor y sonriendo parecía afirmar; se los dije. Siguiendo el rumbo de la
brújula de Hayek, el derrumbe tan estruendoso de la Unión Soviética coincidía
con lo que muy pocos captaron en nuestro país: En México se iniciaba la debacle
del sistema que nos había oprimido durante la mayor parte del
siglo.
Aun cuando Hayek de forma muy
precisa leyó el futuro, no lo leyó completo. No predijo la avenida posterior al
derrumbe de estos sistemas opresores. Sin embargo, espulgando sus escritos
encontré un tema que él siempre exponía con gran pasión: “La creativa destrucción
de los mercados,” concepto creado por Schumpeter. Hayek aseguraba que las
recesiones en el fondo eran buenas porque limpian los mercados de los malos
proyectos. Era, según él, una poda de las ramas que no dejaban el sano
crecimiento del árbol.
Cuando leí por primera vez el
concepto, lo identifiqué con la recesión que se había presentado en los EU en
1982 cuando Reagan cortó la borrachera keynesiana que el país había vivido
durante 30 años, para luego emerger fuerte y vigoroso produciendo los famosos 8
años de vacas gordas. Pero EU no era Rusia o México. En estos dos países que yo
tanto he comparado en mis escritos, no existía una saludable sociedad civil ni
una verdadera clase empresarial. A los rusos sus líderes les informaron; “hasta
el día de hoy fuimos comunistas, a partir de mañana somos capitalistas.” Pero
nadie les describió la dolorosa ruta que deberían de transitar.
La década de los 90s que con
tanta ilusión iniciara, fue para Rusia y también para México un verdadero vía
crucis en el que los hambrientos ciudadanos invocaban a Lenin y a Echeverría.
La historia nos ha enseñado que la libertad no sobrevive sin una fundación
moral. La rampante corrupción tomó el timón de las reformas y el comunismo de
Rusia se convirtió en un capitalismo gansteril. La economía de México emergió
como un club privado de capitalistas yupis que iniciaron la gran fiesta, pero
los que no fueron invitados a la pachanga, simplemente decidieron quemar la
casa. Ambos países sellaron sus debacles con sus respectivas devaluaciones que
los postraron de rodillas. Pero ¿que hemos aprendido?
En México se sacudió lo
suficiente el árbol para que “algunas” de las frutas podridas cayeran y la
dictadura perfecta llegó a su fin. Las recesiones de ambas naciones han tendido
consecuencias, si no diferentes, no con el mismo calendario. En nuestro país el
Presidente Fox se encontró con los cofres vacíos y una deuda impagable. El
primer rescate de bonos del endeudado país con los préstamos de Clinton,
después el de la banca a través del Fobaproa, no han permitido que La Creativa
Destrucción de los Mercados funcione y se inicie el desarrollo de una verdadera
economía de mercado saludable.
Es increíble que las empresas
mexicanas, simplemente escurriendo la basura debajo de la alfombra, sigan operando
como si nada hubiera pasado. Es increíble que sigan vivas las mafias del
sindicato de maestros, la de Pemex, las de san Lázaro, las de los caciques
estatales saqueando y endeudando sus cotos etc.
En Rusia, por el contrario, se
han producido los efectos que con gran visión señalaba Hayek. Después del
choque que produjo la crisis, ha surgido una nueva actitud del pueblo ruso.
Está también provocando una consolidación de la economía en un proceso de
desaparición de los grupos gansteriles, y el nacimiento de una verdadera clase
empresarial. Al inicio del programa de privatización, las empresas rusas
quedaron en manos de los oligarcas que procedieron a vender sus activos y
saquear sus tesorerías. Sin embargo, en estos momentos los verdaderos
empresarios están apareciendo. La catástrofe financiera de 1998 ha traído a
Rusia la necesidad de transparencia y la vigencia de la ley.
Putin ha sido el líder de esta
nueva avanzada estructurando una macroeconomía sana. Pero la verdadera carga la
encabeza esta nueva generación de ciudadanos que ya han aprendido las reglas de
los mercados mundiales. Mikhail Fridman es un buen ejemplo de esta tendencia.
El Presidente del Grupo Alfa afirma: “Tenemos una participación muy importante
en TNK, la tercera compañía petrolera del país. El año pasado tuvo utilidades
de 3 Billones de dólares. Pero si en estos momentos la tratamos de vender, no
estoy seguro si lo podríamos hacer por 4 Billones. Si la inversión extranjera
regresa a Rusia, utilizando los factores internacionales de capitalización; la
vendemos por 20 Billones.”
Destrucción creativa significa que, en el capitalismo,
las viejas empresas establecidas con el tiempo van perdiendo dinamismo y se
atrofian bajo una capa de burocracia y complacencia. Es entonces cuando los entrepreneurs,
siempre con pocos lazos al pasado, introducen ideas audaces para nuevos
productos, técnicas de fabricación o distribución y desplazan a las anteriores.
Este proceso es destructivo pero también creativo y purificador.
Este ciclo de vida empresarial se repitió infinidad de
veces en diferentes áreas. Ford fue innovadora a principios del siglo 20, pero
en los 70 llegaron las automotrices japonesas. Sears Roebuck dominó el mercado
detallista en Estados Unidos, hasta que llegó Wal Mart y la eclipsó. En los 60
IBM era la reina de las computadoras mainframe, pero en los 80 Apple y
Dell introdujeron la computadora personal.
Para Schumpeter, la innovación y los entrepreneurs son la fuerza que da vitalidad y crecimiento a la economía. ¿Qué les toca a los gobiernos? Pues fomentar políticas que alienten a los emprendedores a ir adelante con sus habilidades y luego, hacerse a un lado.
Para Schumpeter, la innovación y los entrepreneurs son la fuerza que da vitalidad y crecimiento a la economía. ¿Qué les toca a los gobiernos? Pues fomentar políticas que alienten a los emprendedores a ir adelante con sus habilidades y luego, hacerse a un lado.
El reconquistar ese tipo de
confianza no es solo responsabilidad de los empresarios. Aquí es donde un buen
gobierno tiene su importante papel. Un mejor clima de inversión demanda un
sistema legal fuerte para garantizar el cumplimiento de los contratos, proteger
la propiedad privada, un sistema impositivo que promueva la inversión y, sobre
todo, desaparecer el funesto capitalismo crony de los 90s. Rusia camina con
firmeza hacia esa dirección y los mercados internacionales les gusta lo que
atestiguan. No hay duda de que la crisis, como lo predijo Hayek, le ha hecho a
ese gran país un invaluable servicio; ha purificado su economía.
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