04 diciembre, 2012

La corbata azul de Manlio

Francisco Garfias

La licencia como diputado de Jesús Murillo Karam, quien hoy sería ratificado por el Senado como titular de la PGR, plantea la elección de un nuevo presidente de la Mesa Directiva de la Cámara baja.
Paco Arroyo lleva mano. Tiene cercanía con Beltrones. Conoce mejor que nadie el reglamento. Domina el escenario. Pero trae encima al Movimiento Ciudadano y al Partido del Trabajo. No toleran su actitud a la hora de conducir la sesión. La califican de “sobrada”. Eso juega en su contra.


Hay otro pero… es de Guanajuato. Trae pique con su paisano Luis Alberto Villarreal, coordinador de los diputados del PAN.
Manlio, no hay duda, lo trae candidateado en primerísimo lugar. Pero va a tener que aplicar el criterio de hay una buena y una mala: “La buena es que ganamos. La mala es que ya no es como antes…”. Hoy tiene que consultarlo, cabildearlo, convencer.
A ese cargo puede ir una mujer priista del Estado de México o de Guanajuato. Imagine cuál tiene el perfil.
La conducción de Murillo Karam en la toma de protesta de Peña Nieto, el sábado pasado, fue elogiada por Beltrones. “Impecable”, calificó el sonorense.
Y es que el hidalguense manejó con energía y habilidad la inconformidad de los legisladores de la izquierda. Éstos se quejaban de la presencia en tribuna de diputadas y diputados del PRI que establecieron un cinturón de seguridad para proteger a Peña. Murillo utilizó el guante blanco cuando la situación así lo requería.
Charlamos ayer brevemente con Manlio. “Yo también ya saqué la corbata azul….”, nos dijo, mordaz, el sonorense, apenas nos vimos en el hotel Four Seasons. El coordinador de los diputados del PRI llevaba esa prenda, efectivamente, con los colores que identifican al PAN. ¿Qué quiso decir con el “yo también”? Lo dejo a la imaginación del lector.
Al legislador de Sonora, eso sí, se le veía muy contento. “Yo cumplí”, presumió, muy sonriente. Tenía motivos de satisfacción. “Gané la superfecta”, recalcó. Y no es que haya ido al hipódromo en los últimos días, sino que ganó la complicada apuesta de que todo funcionara bien en la toma de protesta de su correligionario Peña Nieto, quien salió indemne del Palacio Legislativo.
A diferencia de Felipe hace seis años, el presidente Peña entró sin problemas por la puerta principal de San Lázaro. Cruzó el lobby donde Fox tuvo que entregar su último Informe de Gobierno, ante la falta de condiciones para que ingresara al salón de sesiones.
Bajó saludando por el llamado “pasillo imperial”, sin ser molestado mayormente por los antipeñistas. Gritos, pancartas, billetes de fantasía al aire. Nada más. El nuevo Presidente subió a la tribuna, se colgó la banda, rindió protesta y se fue a su fiesta particular en Palacio Nacional, donde pronunció un prometedor discurso.
Manlio cuenta que se la complicaron cuando le dijeron: “Tiene que pasar por allí Calderón”. Felipe hizo el recorrido que no pudo realizar hace seis años, sin que nada sucediera.
Por eso dice que ganó la superfecta.
Los radicales de izquierda amenazaron incluso con retirarse del recinto legislativo si los priistas no retiraban a las mujeres y hombres del PRI que hicieron una valla que en la tribuna de San Lázaro para proteger al Presidente: “Si no se quitan, nos vamos”, advirtieron a Beltrones. “Pues que les vaya bien”, repuso el coordinador de los priistas. Obviamente no se fueron.
Las Gacelas de Quique —así bautizaron a las legisladoras del PRI que formaron el cordón de seguridad— se pusieron tan severas, que ni a la perredista Alejandra Barrales ni a la priista Arely Gómez las dejaron pasar al baño. Tuvieron que dar la vuelta al salón de sesiones.
En la breve charla, Manlio celebró la firma del Pacto. Espera que este mismo mes le manden tres iniciativas: la educativa, que pone un término legal a las plazas heredadas en el magisterio y al liderazgo perpetuo. La que tiene que ver con la banda ancha, y la del endeudamiento de los estados.
El PVEM no ha firmado el pacto. El punto es importante. Es el grupo parlamentario que tiene a los representantes de las televisoras. El tema de la banda ancha viene incluido. Nos cuenta Manlio, que en el Castillo de Chapultepec le preguntó a uno de los dirigentes de esa agrupación política por qué no se suben al pacto. “Lo vamos a leer con detenimiento”, le respondió.
Ricardo Monreal es un hombre que apreciamos y respetamos desde hace tiempo. Pero la pifia que cometió el sábado, inducida por su radicalismo, no es digna de un legislador de su inteligencia y experiencia.
Es cierto que hubo mano firme con los rijosos manifestantes que se acercaron a San Lázaro el sábado. Pero anunciar en tribuna la muerte de un manifestante, ponerle nombre, apellido y hasta lugar de nacimiento, sin tener confirmada la información, fue por demás irresponsable.
Miguel Barbosa, coordinador de los senadores del PRD, se vio mucho más prudente. Él mismo nos contó que iba a pedir un minuto de silencio por el muertito. Pero lo contradictorio de la información lo hizo desistir. “¿Te imaginas el ridículo que hubiera hecho?”, recalcó.

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