01 diciembre, 2012

Ley de medios



Por Gabriel Boragina ©
Antes de abordar el tema de nuestro titulo, me parece de la mayor importancia distinguir y diferenciar entre dos conceptos que -normalmente- suelen tomarse como sinónimos y no lo son. Nos referimos a las expresiones "periodismo independiente" por un lado y "libertad de expresión" o también -a veces- llamada "libertad de opinión" o "libertad de prensa", por el otro.
"Periodismo independiente" no es -en mi opinión- sinónimo de las tres últimas expresiones, en primer lugar, porque yo no creo en el "periodismo independiente", es más, creo que el periodismo nunca es independiente. ¿Por qué? Porque para que exista periodismo, antes debe existir libertad de expresión (o de prensa u opinión) y si esta última no existe no puede haber periodismo de ninguna clase (ni ninguna otra cosa, pero por el momento, circunscribiremos este análisis al tema de la prensa, que es lo que actualmente se encuentra en debate).

Al depender de la existencia de una previa libertad de prensa, el periodismo deja entonces de ser "independiente" y pasa a ser dependiente. Pero hay otras razones más para que digamos que no creemos en el "periodismo independiente" y es que el periodismo esta hecho por personas, que tampoco son "independientes" sino que dependen de muchos otros factores, tanto externos a sus vidas como internos a ellas. En lo que atañe al tema que ahora estudiamos, el periodista siempre depende de sus ideas (en primer lugar) las que están -a su vez- condicionadas por una cantidad enorme de factores, entre los que se cuentan su educación inicialmente, y sus condicionamientos sociales seguidamente, el entorno familiar y amistoso, y una buena cantidad de prejuicios ideológicos. Esto es particularmente visible en temas inherentes a las ciencias sociales, tales como la política y la economía.
En otras palabras, todos dependemos de nuestras ideas, y de momento que los periodistas no son seres extraterrestres, sino humanos, también se encuentran afectados por dicha dependencia, llamémosle cultural, aunque el término no sea de lo mas preciso, pero sirve para entendernos. Ahora bien, todo lo dicho no tiene nada de malo ni de bueno en sí mismo, (cada uno calificará de acuerdo a su personal escala de valores) simplemente se limita a señalar lo que me parece un hecho, o en términos más puntuales, una circunstancia fáctica, en un sentido claramente orteguiano, por el cual, el hombre nunca es él sólo, sino que es él y su circunstancia.
La "ley de medios" que quiere aplicar el FPV no sólo apunta a acabar con el periodismo opositor (o no afín a sus personas) sino que atenta, en forma directa y artera, contra la misma libertad de opinión que es lo que realmente le molesta, consciente como es de la enorme influencia que la prensa (tradicionalmente llamada "el cuarto poder") tiene sobre las masas. Y es –precisamente- ahí adonde asestan. El FPV no quiere un "periodismo independiente" ni nada por el estilo, ambiciona un periodismo completamente dependiente, pero no de las ideas personales de cada uno de los periodistas, o de la línea editorial del medio que fuere, sino que ansía un periodismo completamente dependiente de los personales designios del FPV, del mismo modo que opera el tirano Chávez en Venezuela.
Y esto, no deberá interpretarse como una "defensa" al Grupo Clarín. Clarín, como todos los medios que yo conozca del país, nunca fue "independiente". La cuestión no pasa por utilizar esta última palabra, que -como ya explicamos- carece de sentido. El ataque del FPV contra Clarín es por la gran llegada que tiene este Grupo a la mayoría de los argentinos, posiblemente el de mayor amplitud, de modo tal que, se entiende la estrategia y el interés del FPV en dominarlo. Y decimos que Clarín nunca fue independiente porque, durante los sucesivos gobiernos que rigieron a través de su existencia, siempre se ha alineado más hacia unos que hacia otros, y ello, sin duda, en función de los intereses económicos del Grupo, que se ha sabido mover al compás de los vaivenes de los favores, las dadivas y las prebendas. De modo tal que, no tengo yo un interés personal en la "defensa" del Grupo Clarín, simplemente, trato de poner un poco de orden en las ideas en debate. Este mismo Grupo Clarín, acompañó al gobierno de Kirchner, durante buena parte de su gestión y contribuyó a que muchas personas creyeran –incluso- que las cosas "marchaban viento en popa", es decir, fue -en su momento- cómplice de los siniestros planes que venía tramando el FPV contra la Argentina.
La suerte de Clarín no tiene importancia (al menos no la tiene para mi, que jamás sigo a ese Grupo). Lo verdaderamente grave es que, en su embestida contra el "multimedio", el FPV arrasa en el camino con la libertad de prensa (o de expresión u opinión) dejando en el tendal a cualquier medio que asome como tibiamente opositor a la línea dictatorial –que profundiza C.F.Kirchner- y que sojuzga a la Argentina. Por eso, "el debate" que hace girar esta cuestión en "estar en contra o a favor de Clarín" es, o hipócrita o ignorante.
El FPV ha hecho y sigue haciendo un daño enorme a la Argentina, y esta acometida contra la libertad de prensa se alinea en mi tesis sostenida en solitario desde que el patagónico llegara al poder (sin haber sido elegido con los votos mínimos exigidos por la Constitución de la Nación Argentina para ello) de que el sujeto y su mujer han venido para instalar una dictadura, al mejor estilo castrista o chavista, y ya he tenido oportunidad de comentar, en uno de mis artículos que, si al momento, no han hecho más daño al país, es porque sus respectivas incapacidades se lo impiden y no porque no desearan hacerlo. Teniendo en cuenta que es visible y notorio que esta diabólica pareja sólo se ha movido por odios y rencores, y la única forma de actuar que –hoy- el FPV parece conocer es mediante el sometimiento o la venganza hacia el enemigo.

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