27 diciembre, 2012

‘Los Estados Unidos de Argentina y Chile’

‘Los Estados Unidos de Argentina y Chile’

Por Christian Slater Escanilla
“Compatriotas: Los poderosos Estados Unidos de Buenos Aires y Chile, deseando cooperar, en cuanto les sea posible, a la emancipación de sus oprimidos hermanos, me han comisionado para cumplir esta noble empresa….”. Proclama del corsario francés Luis Michel Aury al tomar posesión de las islas San Andrés, Santa Catalina y Vieja Providencia.
El reciente fallo de la Corte Internacional de Justicia sobre el destino final de las islas San Andrés, Santa Catalina y Vieja Providencia en aguas del Caribe, que favoreció a Colombia y, en cuanto a soberanía marítima, a Nicaragua, nos trae a la memoria una curiosa historia sobre este archipiélago, ubicado a 220 kilómetros de la costa de Nicaragua y a 775 de la costa atlántica de Colombia. Ubicación geográfica que antiguamente facilitó las operaciones de piratas y corsarios, como los conocidos y novelescos ingleses Francis Drake y Henry Morgan. Actualmente constituyen un paraíso de descanso para turistas del mundo.

Me refiero a un hecho casi anecdótico que ocurrió durante el proceso de independencia y emancipación de la América Hispana. Historia que tiene sus orígenes en las costas de Venezuela, con el clérigo chileno José Joaquín Cortés Madariaga, miembro de la Logia Masónica Lautaro, fundada por Sebastián Francisco de Miranda Rodríguez, a la cual pertenecían, entre varios otros, los libertadores Bolívar, O’Higgins y San Martín.

Cortés Madariaga, encontrándose en Venezuela, participa activamente en el proceso de independencia de ese país, siendo uno de los artífices del pronunciamiento del 19 de abril de 1810, oportunidad en que se le exige la renuncia al gobernador español y capitán general de Venezuela, Vicente Emparan y Orbe.

Posteriormente, este singular clérigo, de ideas emancipadoras, a pesar de haber sido apresado por los españoles y enviado al calabozo en Ceuta, en el norte de África, logra fugarse de su prisión y regresar a las Antillas, desde donde continuó apoyando la independencia de América. Al parecer, gracias a la ayuda de sus “hermanos” de la logia lautarina –O’Higgins en Chile y Pueyrredón en Argentina– es nombrado embajador plenipotenciario de ambos países (Historia de la marina de Chile, Carlos López Urrutia), condición que le permite extender varias patentes de corso, supuestamente otorgadas con el consentimiento de Chile y Argentina.

Una de estas patentes de corso la adquirió el marino francés Louis Michel Aury, quien, de alguna forma, apoyó como corsario en el mar de las Antillas a los movimientos independentistas de Venezuela, México y la Gran Colombia. Con dicha patente y enarbolando la bandera de Chile y Argentina enfila con sus naves hacia las islas caribeñas de Vieja Providencia, Santa Catalina y San Andrés, y las toma el 1 de julio de 1818, estableciendo lo que, por un corto tiempo, se conoció como la República de “Los Estados Unidos de Buenos Aires y Chile”.

Desde esta fugaz, pero no menos importante “República”, donde, al menos por dos años, flameó la bandera de Chile y Argentina, el corsario Aury realizó una serie de gestiones, maniobras y estrategias que fueron en beneficio de la causa independentista de América. Buscó el apoyo de Bolívar y San Martín, intentó ocupar el istmo de Panamá y trató de efectuar acciones conjuntas con la flota chilena en el Pacífico, al mando del almirante Thomas Alexander Cochrane y con John Illingworth Hunt, en ese entonces corsario al servicio del gobierno de O’Higgins, al mando de la goleta Rosa de los Andes.

El autor es Coronel del Ejército de Chile, agregado militar adjunto a la Embajada de Chile en Ecuador y profesor invitado en la Academia de Guerra del Ejército ecuatoriano.

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