13 diciembre, 2012

¿Manlio o Emilio?

Francisco Garfias

Emilio Gamboa ya está hasta el gorro de que Ernesto Cordero le diga a todo que no. Le molesta que comparen los resultados en las cámaras del Congreso. No se le hace justo. El PRI carece de una mayoría en el Senado. Manlio sí la tiene en San Lázaro. El yucateco está obligado a lidiar con el jefe de la bancada panista, afín a Calderón. El sonorense con el maderista Luis Alberto Villarreal.


Garganta Azul nos asegura que el coordinador de los senadores del PRI ya amenazó al panista con negociar directamente las iniciativas de ley con Gustavo Madero, presidente nacional del azul. “Las cosas no salen contigo”, le dijo Emilio.
Y es que Cordero a todo le pone “pero…” Las minutas de Ley Orgánica de la Administración Pública, la reforma laboral. Hasta las primeras ternas de candidatos a ministros de la Corte, que envío al Senado su ex jefe Felipe Calderón, fueron rechazadas.
El ex secretario de Hacienda ya mostró que puede recurrir incluso a la marrullería con tal de lograr sus objetivos. Lo vimos hace poco. Declaró falta de quórum donde sí lo había. La jugada le salió. Los mandos policiacos tendrán que comparecer y ser ratificados por el Senado. Es un avance. Pero metió gol en fuera de lugar.
No cabe duda que una cosa es tomarse la foto aparentando armonía —como hicieron ayer los coordinadores en el Senado—y, otra, la realidad de las negociaciones internas.
 Madero tiene facultades para remover a Cordero. Los estatutos del PAN así lo disponen. El jefe nacional del azul abrazó la estrategia del Pacto por México. La actitud del senador calderonista no le ayuda.
El escenario de que Gamboa negocie directamente con el jefe nacional del PAN no es descabellado. Ni los propios azules lo descartan. “Madero puede bajar una instrucción y Cordero quedar en rebeldía. Eso daría un pretexto para destituirlo y poner a Larios”, comentó otro legislador calderonista.
 Josefina Vázquez Mota anda muy activa. Voces indiscretas nos aseguran que se reunió el martes con su ex coordinador de campaña, Roberto Gil Zuarth, en el hotel Four Seasons. De inmediato empezaron las especulaciones. “Se está empezando a mover por el partido”, especularon.
Nos pusimos a averiguar el motivo del encuentro. “Traían asuntos pendientes desde la campaña”, nos dijo Víctor Hugo Puente, vocero de Gil. ¿Nada del partido?, insistimos. “No se tocó el tema”, aseguró.
Nos quedamos con la duda. Le preguntamos a un encumbrado panista que ha estado cerca de Josefina sobre la posibilidad de que busque la presidencia del PAN. “No la veo con el ánimo. Ni a ella ni a su equipo”, nos dijo, con franqueza.
Un diputado calderonista fue más contundente: “No tiene ningún peso en los órganos del partido”.
La ex candidata presidencial del PAN, por cierto, se reunió ayer con Manlio Fabio Beltrones en ese comedero de grillos que es el restaurante The Palm del hotel Presidente Intercontinental. 
 César Camacho entró desencanchado a la presidencia del PRI. La censura a los sucesivos gobiernos panistas, en su primer discurso, no hizo más que dotar de misiles a los calderonistas que rechazan el famoso Pacto por México firmado por las cúpulas de los partidos.
El mexiquense equivocó el tono. No son tiempos de alentar el encono. Peña ha aparecido en diversos actos flanqueado por Gustavo Madero, jefe nacional del PAN, y Jesús Zambrano, presidente del PRD.
Los diputados del azul Rubén Camarillo y Juan Bueno Torio criticaron las palabras de Camacho. “Se quedó en el discurso de antes”, dijeron. Ironizaron incluso con el tono crítico de César. “A su jefe Peña no le va a gustar que torpedeen su estrategia de negociación. Si sigue así, le va a durar poco el gusto”, coincidieron.
Ya hasta dijeron extrañar a Pedro Joaquín Coldwell. ¿Dónde quedó?, preguntó Bueno Torio. En la Secretaría de Energía, le respondimos “¡Ah, no!, mejor que se quede allí…”, repuso el veracruzano.
 Antonio Musi, director general jurídico de Derechos Humanos y Transparencia del Instituto Nacional de Migración, salió ayer del Senado peor que un torero en una mala tarde en la Plaza México: entre pitos y abucheos. Ocurrió en el primer Foro de Migración que organizó la senadora del PT Ana Gabriela Guevara, en la Cámara de Senadores. El funcionario no aguantó las críticas de los migrantes y decidió abandonar el evento sin escuchar las conclusiones. Eso enardeció más a los asistentes. La rechifla se generalizó. Ana Guevara pidió que se respetara la decisión de marcharse que había tomado Musi.
La senadora, sin embargo, alcanzó a decirle unas cuantas verdades: que la legislación actual en la materia es obsoleta y que tanto el Congreso como el INM están obligados a elaborar una ley que compense su difícil —a veces imposible— tránsito por tierras mexicanas. “Lo menos que se puede hacer es escucharlos”, subrayó. Pero ni así se quedó.

No hay comentarios.: