Mercosur, Paraguay y la "cláusula democrática": El fin y los medios
Por Jesús Ruiz
Nestosa
Cuando se habló
de la famosa “cláusula democrática” en los tratados del Mercosur y la
obligatoriedad de que los países que lo constituían: Argentina, Brasil,
Paraguay y Uruguay (así, por orden alfabético), nos hubieran advertido de las
ideas que tenían sus fundadores al respecto, así no nos metíamos en discusiones
estériles que solo aportan un desgaste enorme de energías.
Cuando se
decidió suspender a nuestro país, Paraguay, por haberse hecho uso de una
atribución contemplada en la Constitución Nacional, el presidente uruguayo,
Pepe Mujica, dio una explicación capaz de helarle el corazón a cualquiera. Dijo
que “las razones políticas primaron sobre las razones jurídicas”. Las cosas han
quedado, desde entonces, totalmente claras y transparentes. Las herramientas
que utilizarán nuestros vecinos fueron puestas en evidencia. A partir de ese
momento muy bien podrían pedir suprimir el Poder Judicial del aparato de
gobierno y reducirlo nada más que a tribunales minúsculos destinados a juzgar a
ladrones de gallinas.
El señor Mujica
pretende impresionarnos con un gesto a favor de la transparencia y una pose
anticorrupción –y esto es justamente lo que deseo decir con “pose”– viviendo en
una granja, como un sencillo granjero de los que abundan en su país. Pero al
mismo tiempo es como el gesto de Lugo que acudía a su despacho de Presidente de
la República con sandalias y camisa fuera del pantalón, todo lo contrario de
cuando visitaba a las jovencitas de San Pedro con sus galas de obispo y las
joyas correspondientes.
Si con todo
descaro se prescindirá de la legalidad, del ámbito de la ley para hace primar
sobre ella los intereses que tengan en ese momento y alegar “razones
políticas”, sería mucho más efectivo admitir, sin disimulo ni vergüenza alguna
que ellos creen que el fin justifica los medios. ¿No es esto, acaso, lo que
hicieron al suspender a nuestro país del Mercosur y de la Unasur? Brasil y
Argentina tenían mucho interés en que Chávez (no hablemos de Venezuela) entrara
en el bloque y que no podía hacerlo porque Paraguay le negaba tal posibilidad.
El camino a seguir estaba señalado. Quizá se haya debido a la avanzada edad de
Pepe Mujica lo que facilitó utilizarlo como carne de cañón y empujarlo a dar
las razones vergonzosas que esgrimió entonces: los intereses políticos están
por encima de los principios de la legalidad.
El tiempo
ampliaría esta mascarada que realizaron los integrantes del Mercosur ya que a
las pocas semanas Bolivia y Ecuador, los otros países de la rosca bolivariana,
expresaron su deseo de ingresar al bloque. ¿Cuál es la intención? ¿Copar la
institución como una manera de infiltrar todas las instituciones posibles que
tengan que ver con el manejo de los temas y los problemas del continente?
¿Seguían de este modo las instrucciones del principal estratega del “socialismo
del siglo XXI”, Hugo Chávez? ¿Es mera coincidencia que todos ellos se hayan
apresurado a viajar a Cuba para visitar al enfermo y llevarle su gesto de
solidaridad?
En cualquier
país realmente democrático, donde se respeten la pluralidad y las instituciones
de un gobierno legítimamente constituido y basado en los principios de la
democracia, las declaraciones de Pepe Mujica hubieran sido motivo de escándalo,
hubieran provocado el rechazo de ese sector de la ciudadanía que cree todavía
en el necesario equilibrio de los tres poderes para garantizar los derechos de
la población o, por lo menos, hubiera sido causa de una estentórea carcajada si
no fuera porque en este caso, el daño que han provocado es muy grave.
Es cierto que
el Mercosur nunca funcionó; no por lo menos para nosotros que debido a razones
geográficas debemos soportar los abusos y las extralimitaciones de nuestros
vecinos. Pero el golpe de gracia se lo acaban de dar Argentina, Brasil y
Uruguay al responder, exclusivamente, a sus intereses políticos, sintetizados
en la poco feliz explicación dada por el presidente uruguayo. A partir de aquí,
independientemente de lo que puedan ellos resolver respecto a nuestro país como
integrante del Mercosur y de Unasur, creo que será imposible –o al menos
sumamente difícil– querer resucitar al muerto. Kirchner, Roussef y Mujica han
dado muestras de su pensamiento parcialista y totalitario. La destitución de
Lugo fue nada más que un pretexto que se les sirvió en bandeja. Pero de la
misma manera hubieran actuado, antes o después, con o sin Lugo. No hay que ser
ingenuos ni dejarse engañar por declaraciones tan peligrosas como la que ha hecho
Mujica.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario