Las
pasadas elecciones presidenciales venezolanas desnudaron un secreto que
los gobiernos integrantes de la llamada Alternativa Bolivariana para
los Pueblos de Nuestra América (ALBA) guardaban bajo siete llaves: la
danza de petrodólares para afianzar a Hugo Chávez como líder continental
y a sus socios como adalides locales de un nuevo orden. En ocasión de
su rebautizo como Alianza, Chávez aclaró que “no era una modificación
semántica sino de códigos, de sentido y de fondo, pues el ALBA pasaba de
propuesta teórica a plataforma política territorial, geopolítica y de
poder”. “No es la economía la que nos va a integrar… Creo que se impone
de nuevo lo que pudiéramos llamar la revancha de la política, que la
política vuelva a la carga y que tome la vanguardia de los procesos de
integración” expresó.
A pesar de estas declaraciones, el factor económico
asistencialista fue el hilo conductor del caudillo caribeño y sus
seguidores (Ecuador, San Vicente, las Granadinas y Antigua, Barbuda,
Bolivia, Cuba, Dominica, Honduras, Nicaragua y Venezuela) quienes, a
manos llenas y abusando de sus mayorías circunstanciales en el ejercicio
del poder, repartieron las dádivas del venezolano, y los recursos de
sus Estados, sin otro criterio que ganarse la voluntad popular a punta
de billetes.
Durante la campaña electoral de noviembre, el
candidato de la oposición, Henrique Capriles, acusó al Gobierno de Hugo
Chávez de haber “regalado casi 170.000 millones de dólares a otros
países al ritmo de 7.000 millones al año”. La satrapía cubana fue una de
las más beneficiadas en la repartija. En 2008, Chávez otorgó 150
millones al gobierno cubano para reparar los daños ocasionados por los
huracanes Ike y Gustav. El Banco de Desarrollo Económico y Social de
Venezuela (BANDES), informó que por distintas vías se desembolsaron
fondos públicos que costearon la ampliación de aeropuertos en la isla.
Las cuentas a favor de los isleños consignan entre 100.000 y 115.000
barriles diarios de petróleo, que a los precios de mercado equivalen a
10 millones de dólares al día, y casi 300 millones de dólares mensuales.
Otro rubro está constituido por la compra de servicios profesionales
(médicos, maestros, asesores militares, etc.) que utilizan Venezuela y
varios socios de la ALBA, y que reportan a Cuba unos 6.000 millones de
dólares anuales, según cifras oficiales cubanas.
Ecuador, recibió desde equipos para personas con
discapacidad, pasando por 4 millones de dólares destinados a un nuevo
canal de televisión y el regalo de seis aviones de combate Mirage-50. El
reparto incluye 3.000 millones de dólares para que Argentina pagara su
deuda con el FMI, en 2007, y otros 400 millones de dólares para la
construcción de una planta de regasificación de gas licuado. Chávez y la
ALBA también donaron 100 millones de dólares a Manuel Zelaya,
Presidente de Honduras y 20 millones de dólares para un hospital en
Uruguay.
El Banco Central de Nicaragua consigna que la
cooperación de Venezuela había aumentado en 2011, un 147 con relación a
2007. En 2008 la ayuda venezolana alcanzaba los 457 millones de dólares,
y en 2010 había ascendido a 511 millones (más de 15 por ciento respecto
de 2009). Tal es la dependencia nicaragüense, que ante la eventual
retirada de Chávez, un analista considera que “Ortega tendría que
reportar esos ingresos al Parlamento y ya no tendría discrecionalidad
para utilizar los fondos con fines partidarios o para negocios privados
de venta de crudo y derivados a países como El Salvador y Guatemala”,
refiriéndose a los 500 millones de dólares anuales que el gobierno de
Ortega maneja a través de empresas privadas.
Bolivia recibió 4 millones de dólares para un canal
de televisión, fondos aún no cuantificados para usar bombillos chinos
(focos) y ahorrar energía -en triangulación con Cuba- además de 170
ambulancias totalmente equipadas por un monto de 17 millones de dólares.
Para la construcción de una planta de generación termoeléctrica de 100
MW, Chávez asignó a Bolivia 48 millones de dólares. En diciembre de 2010
el ex comandante general del Ejército de Bolivia y senador del MAS,
Freddy Bersatti, admitió al diario Los Tiempos de Cochabamba haber
recibido recursos venezolanos para obras militares como parte del
programa “Bolivia Cambia, Evo Cumple”. Otros datos reportan que la deuda
boliviana con Venezuela en 2005 alcanzaba a 380 millones de dólares y
se habría incrementado aproximadamente en 800 por ciento para 2012.
“El dinero de la ALBA patrocinó una escuela de samba
en el carnaval de Río de Janeiro, la recuperación de empresas en
Uruguay, un estudio sobre la limpieza del río Hudson neoyorkino, la
banda “Puerto Rican Salsa and Bembé”, y la cancha “La Bombonera” en
Bolivia.”
La danza de los petrodólares, además de constituirse
en instrumento operativo de la megalomanía chavista, buscaba el apoyo de
sus socios en los escenarios internacionales como la OEA, la ONU y
otros, a los que pretendía suplantar con la creación de instrumentos
paralelos como la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños
(CELAC) y la UNASUR, validadoras de los desmanes y defensoras de las
violaciones de los derechos ciudadanos de los Estados miembros (Informe
Mattarolo sobre el Porvenir, Pando), y por supuesto, intencionalmente
dirigidos a recomponer una bipolaridad geopolítica similar al escenario
de la “guerra fría”.
Sin haberse cerrado aún las cuentas gubernamentales
de la gestión 2012, los expertos venezolanos estiman que la deuda
interna del Gobierno es de 43. 500 millones de dólares, mientras que la
deuda interna asciende a 58.700 millones, es decir, el 28% del PIB. Pero
sumada ésta a lo que adeuda Pdvsa (40.000 millones de dólares) el peso
de la deuda alcanzaría al 40% del PIB. Venezuela está al borde de una
inminente devaluación de su moneda y lleva a cuestas la segunda mayor
inflación del mundo. Según los economistas del país caribeño, “el 2013
se iniciará con un presupuesto deficitario y reducciones en salud,
educación, salarios y seguridad interna, pero se aumentará en fondos
para Defensa, para los cuales habrá nuevo endeudamiento con Rusia”. La
industria petrolera, su principal sustento, enfrenta grandes
dificultades, no sólo por los accidentes ocurridos en sus principales
plantas de refinación sino por su pérdida de competitividad. “Desde
diciembre de 2011 hasta agosto de 2012 Venezuela había importado de
Estados Unidos 17 mil barriles diarios de gasolina terminada, con un
pico de 34 mil barriles diarios comprados en agosto. Pero en septiembre,
luego de la explosión en la refinería Amuay y el incendio en la
refinería El Palito, el promedio de importación de gasolina se elevó
hasta 22 mil barriles diarios”… “Es posible que para 2015 Pdvsa apenas
produzca petróleo para pagar la deuda con China…” reporta un experto
petrolero.
Con la inminente retirada del caudillo, la ALBA
inicia su ocaso, y la segura interrupción de la repartija de fondos
públicos tiene en oración y vigilia permanente a los “ALBOS”
acostumbrados al manirrotismo de su mentor. Luego vendrá la
clarificación de las cuentas públicas y el correspondiente pase de
facturas a los beneficiarios, quienes seguramente alegarán que lo
recibido era peculio personal del presidente venezolano, como los
ponchos patrimoniales de uno de sus socios. Otra factura deberán pagar
los herederos del Socialismo del Siglo XXI, consistente en prescindir de
los asesores cubanos y venezolanos que operan en áreas fundamentales de
los Estados miembros de la ALBA, incrustados en los Bancos Centrales,
fuerzas de inteligencia, Fuerzas Armadas, sistemas de cedulación,
empadronamiento y cómputos electorales, comunicaciones y otras áreas
estratégicas como la de Hidrocarburos.
Algunos temen que para quedarse, tales actores
recurran a maniobras nada santas como la utilización de “redes de
influencias”, que a estas alturas, tienen penetradas las más altas
esferas del poder. Para los cubanos, mantenerse en espacios de decisión
estratégica y manejar información privilegiada sobre opositores y
gobernantes (los cubanos son los únicos que saben exactamente sobre la
salud de Chávez) constituye una vía de supervivencia de la satrapía
castrista necesitada de preservar las ventajas obtenidas, o morir de
mengua económica. Para los socios de la ALBA “soberanos y dignos”,
convivir con este supranacional entramado de intereses será un problema
de gobernabilidad a corto plazo. Para los ciudadanos, desprotegidos a
causa de la institucionalidad secuestrada por los “procesos de cambio”,
cuelga como espada de Damocles el peligro de caer en redes de extorsión
política. Y esto es sólo el principio del ocaso del ALBA.
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