por Víctor Pavón
Víctor Pavón es Decano de Currículum UniNorte (Paraguay) y autor de los libros Gobierno, justicia y libre mercado y Cartas sobre el liberalismo.
La aduana de Buenos Aires ordenó recientemente la revisión de todos
los contenedores en tránsito de y a Paraguay. Esta disposición del
gobierno kirchnerista de Cristina Fernández afecta a los intereses del comercio
paraguayo, incidiendo en sus costos operativos y, por ende, afecta a la
competitividad de un amplio sector no solo del comercio sino también
del transporte fluvial.
Muchas veces este tipo de decisiones parecería que solo afecta a las
empresas de gran porte, importadoras y exportadoras de gran escala. Sin
embargo, los que también reciben el impacto negativo son los pequeños
comerciantes que no tienen las mismas posibilidades de defenderse que
aquellos con mayores influencias. De esta manera, cientos de mercaderías
son inspeccionadas bajo la atenta mirada de funcionarios que buscan
algún rédito en dinero, sea en concepto de comisión, coima o como se la
quiera llamar a las conductas producidas por resoluciones que tienen
como nota característica el abuso de poder.
Hace poco Paraguay fue objeto de violación por parte del Mercosur de
su soberanía y de su derecho a la autodeterminación. Ahora la violación
proviene de la aduana argentina, pese a que ni los contenedores ni los
paquetes ingresan al territorio argentino.
Lo llamativo del caso es que esta medida surte efecto apenas unos días
después del voto de Paraguay a la Argentina en la ONU. Pero esto en
nada le ha interesado al kirchnerismo. Se empecina en mantener un
ambiente de crispación entre nuestros países, puesto que si las
intenciones eran las de favorecer la integración, lo correcto hubiera
sido que por un simple sentido de reciprocidad, se aviniera a promover
el comercio, en especial luego del voto en la ONU.
Esto no ha ocurrido. Y no ha sucedido porque el kirchnerismo es
renuente a respetar las reglas de juego en su accionar político y
económico. No lo hace con sus mismos compatriotas a quienes impide hacer
uso de su propiedad privada mediante el libre cambio
moneda , pesos y dólares, e insiste en restringir la circulación de los
periódicos de la prensa escrita no adepta al régimen.
Y si esta desconsiderada e ilegal forma de actuar lo hace con sus
propios compatriotas, sería ingenuo creer que los abusos del
kirchnerismo serían menores hacia sus vecinos, como en efecto ocurre con
el Paraguay, un país mediterráneo. El kirchnerismo carece de la menor
buena intención de propiciar lo que se llama la reciprocidad
diplomática, que se hubiera esperado luego de aquel voto paraguayo a su
favor en la ONU.
La reciprocidad en la diplomacia significa básicamente que los
Estados actuantes deben velar por decisiones guiadas por el dialogo que
impida asumir compromisos de forma unilateral. Si estas últimas
decisiones de la aduana argentina son arbitrarias, no mucho menos
importantes son aquellos antecedentes que bien podrían ser utilizados
por parte nuestra ante la Organización Mundial del Comercio (OMC ) si es
que el Paraguay hace expresa denuncia de esta agresión en tiempo y
forma.
El tiempo y la forma son claves en estos momentos. El tiempo es ahora y
la forma debe ser razonada pero contundente. El mundo debe enterarse de
lo que se hace contra el país. No se puede esperar un gesto político
del kirchnerismo que revoque las medidas contra nuestro comercio, como
tampoco se tiene que dudar en denunciar ante todos los organismos
internacionales la presente agresión.
Y cuando se habla de tiempo y forma, empiezan a aparecer dudas que
comprometen seriamente a nuestra cancillería, con su peculiar
estrategia. Si la misma se ha mostrado dubitativa ante el Protocolo de
Ushuaia II que implica la degradación de nuestra soberanía, no es menos
cierto que también se ha mostrado irresoluta acerca de recurrir a la
Corte Internacional de la Haya.
En el caso de los contenedores, algunos alegan que ahora el gobierno
kirchnerista está retrocediendo en la aplicación de su disposición
aduanera. Esto podrá ser cierto; sin embargo, resulta insuficiente una
simple declamación por parte de las autoridades del vecino país, debido a
que la resolución sigue vigente, dispuesta a ser utilizada en cualquier
momento. Esto significa que el comercio del Paraguay se encuentra
supeditado a las circunstancias y decisiones de los funcionarios de otro
país, afectando a su libre comercio, que se manifiesta como un
resultado que proviene los principios de soberanía y autodeterminación
de los pueblos.
La resolución de la aduana argentina, por lo demás, es arbitraria por
ser contraria a su propio orden legal interno y externo, si la
consideramos en este último aspecto como una decisión que afecta a otro
país, en este caso al nuestro. Son en estas situaciones que los
principios adquieren un valor relevante. La violación del principio es
más grave que violar una norma porque la violación del principio recae
sobre la norma.
La mediterraneidad es un costo a nuestra economía, costo que se
manifiesta en los precios de los diversos productos que van hacia los
mercados del mundo y sobre aquellos que llegan al consumidor, ya sean
como de consumo diario o como bienes de capital.
El kirchnerismo está dispuesto a continuar con su agresión hacia el
Paraguay. De igual importancia, la aduana argentina no hace más que
mostrarnos lo que le depara al Mercosur la inclusión de Chávez en el bloque.
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