Por: Pablo de Llano
En
2010
el estado de Nuevo León, donde las mafias mexicanas luchan a muerte
para
controlar el tráfico de droga hacia el fronterizo mercado
estadounidense,
empezó a purgar su cuerpo de policía porque se había corrompido
demasiado. Le
hicieron pruebas de confianza a sus 7.000 agentes y solo las pasaron
450. Los demás fueron despedidos e indemnizados. Nuevo León decidió
crear un nuevo
cuerpo policial, limpio. Lo llamaron Fuerza Civil y empezaron a reclutar a
jóvenes de fuera del estado. Ya tienen 3.000 agentes. En
septiembre estuvieron en un hotel de México DF escogiendo a más chicos y chicas
dispuestos a ser policías en un lugar donde los criminales son tan bárbaros que
en ocasiones presentan las cabezas decapitadas de sus rivales como trofeo de
guerra. Fuerza Civil les hace un chequeo médico a sus aspirantes. No deben
tener hongos en los pies ni tatuajes ni perforaciones. También les hace una
prueba de inteligencia.
Quien no sobrepasa los 70 puntos de coeficiente
intelectual no es apto. Se comprueba que
no tengan indicios depresivos, de paranoia o de esquizofrenia. Y un ordenador
mide su porcentaje de honestidad en base a una batería de preguntas en las que
el aspirante a agente incorrupto debe decir si se droga o si ha robado alguna
vez en su vida. Los seleccionados pasarán cinco meses en una escuela policial
que recibe el rimbombante nombre de Universidad de las Ciencias de la Seguridad
y otro mes con instructores del Ejército. Les explican que en dos años no ha
muerto ninguno de sus nuevos agentes. “Nos han rafagueado desde lejecitos, pero
ni una sola baja”, afirma el responsable del proceso de selección en el DF. En
uno de esos espacios inútiles de los hoteles grandes donde hay sofás, butacas y
mesillas que no usa ningún huésped, EL PAÍS entrevistó a varios aspirantes a
medida que iban saliendo de las pruebas. Aquí cambiamos sus nombres por las
siglas de Nuevo León y un número. Estos son algunos de los muchachos de la
capital de México que quieren ir al norte a combatir al narco o que se resignan
a ello por necesidad.
NL-1
21
años. Está casado y tiene un hijo de un año. Ha trabajado en una empresa que
hace máquinas para la construcción. Ganaba 7.000 pesos al mes. 420 euros. En Fuerza
Civil pagan el doble como sueldo de partida.
–¿Qué
sabes de Nuevo León?
–Lo
que se ve a diario en la tele. Muerte, secuestros, emboscadas.
–¿Y
por qué quieres ir allá?
–Quiero
sentir la adrenalina, la presión de saber que un momento puede ser decisivo
para que tú lo mates a él o él te elimine a ti.
–¿Te
han explicado algo sobre los grupos criminales a los que te enfrentarías?
–Te
hablan de Los Zetas y del cártel del Golfo. Te cuentan que son cárteles que
nunca han podido eliminar porque se mata a un líder y luego aparece otro.
NL-2
20
años. Soltero. No ha pasado las pruebas. Dice que no tenía el grado de
intelecto que se requería.
–¿Cómo
te sientes?
–Muy
aguitado, emocionalmente bajo.
Empezó
a trabajar a los 15 años. Ha fregado baños, ha limpiado zapatos, ha sido
peón
de obra y ha trabajado de camarero. “Hacía capuchinos, frappés y café de
moca”.
También fue cocinero de un restaurante japonés. Preparaba platos como el
teriyaki o como el arroz al estilo yakimeshi, que le gusta más que como
se hace
en México. Aprendió algo de japonés. “Para eso sí soy bueno, para los
idiomas”, dice el aspirante rechazado por no tener suficiente
inteligencia. Antes de Fuerza Civil ha intentado enrolarse en la
Policía y en el Ejército pero tampoco lo han aceptado.
–¿Por
qué te empeñas en trabajar en esto?
–Porque
me preocupa la inseguridad que se vive en mi país. Y por dinero.
NL-3
19
años. Su padre es policía federal y lo ha acompañado a las pruebas. “Yo lo
apoyo, pero le digo que allá es de lo más riesgoso. Tengo compañeros que han
renunciado a seguir en Nuevo León”. El chico sin embargo dice que le atrae la
acción. Desde niño ha querido ser policía. En las pruebas le preguntaron si
estaba seguro de lo que quería. Parece un chico despistado. A veces sonríe.
Reconoce que se siente “algo acelerado”.
NL-4
22
años. Vive en pareja. Tiene un hijo de tres años y otro de un año. Lo han
rechazado en las pruebas. “No supe contestar las preguntas capciosas”.
–¿Qué
tipo de preguntas?
–Este…
haga cuenta que te preguntan si te gustan las flores. Respondes que no y más
adelante te preguntan qué flores te gustan más.
–Y
tú habías dicho que no te gustaban y luego dijiste unas.
–Sí.
–¿Y
no te gustan las flores?
–No.
–Pero
tampoco te desagradan, ¿no?
–No,
tampoco.
Su
padre es militar retirado y usa una pistola de calibre 45. El joven al que no
le gustan las flores tiene tres dientes postizos porque un día le dieron un
botellazo en la boca. Otra vez un asaltante le golpeó en la cabeza con la
culata de una pistola porque no quería darle sus cosas.
–¿Cómo
te sentiste en esas ocasiones?
–Sereno.
En esos casos no te debes alebrestar [alterar]. Como dice mi papá, cuando te
toca, te toca.
–No
te consideras una persona violenta.
–No.
Soy tranquilo.
–¿Te
daría miedo ir a trabajar a Nuevo León?
–No.
Ahorita estamos platicando y cuando salgo del hotel a lo mejor me atropellan.
–¿Qué
impresión te causan las imágenes de decapitados?
–A
la vez me dan miedo y a la vez curiosidad.
–¿Curiosidad?
–Curiosidad
por conocer las cosas.
–¿Qué
te gustaría ser aparte de policía?
–Me
gustaría ser un buen chef. Me apasiona la cocina. Se me olvidan mis problemas
cuando me concentro en la cocina.
–¿Qué
platos se te dan mejor?
–De
postre me gusta cocinar pastel de queso. Y de salado un buen corte de ternera.
NL-5
29
años. Madre soltera de una niña de seis años. No tiene miedo de ir a Nuevo
León. Sus amigas le dicen que ese es un trabajo de “hombres fuertes y rudos”.
Ella es una joven seria y atlética. Ha sido archivista, recepcionista y
ayudante de administración.
NL-6
24
años. No ha superado el examen médico. Hace seis años le dieron una patada
jugando al fútbol y aún tiene un bulto en la espinilla. Vive con sus padres.
Suele estar solo con su madre. El padre es transportista y viaja mucho. De pequeño sufrió un atraco.
Estaba en una tienda con su madre y unos hombres entraron y cerraron la puerta
con todos los clientes dentro.
–¿Cuántos
erais?
–Unos
30 más ellos que eran cinco. Uno tenía una escopeta. Mi mamá me abrazó y nos
tiramos al suelo.
–¿Recuerdas
lo que sentiste?
–Miedo.
No sabía qué hacer. Nada más me abracé a mi mamá y veía pasar los pies de los señores
que caminaban por la tienda.
El chico presume de que fue buen futbolista. Ha tenido trabajos como instalador de
alarmas antirrobo, transportista de películas DVD y camarero de Häagen-Dazs.
–¿Comías
muchos helados?
–Sí,
ahí fue la debacle, gané mucho peso.
–¿Cuál
era tu helado favorito?
–Híjole,
todo estaban buenos, pero los brownies
de chocolate.
NL-7
31
años. Vive con su novia. Cree que Fuerza Civil es una buena oportunidad
económica. “Tienen convenios con tiendas de autoservicio para que los policías
paguen menos”. Su hermano trabaja en Fuerza Civil. “Cuando tiene día libre y
sale a la calle tiene miedo de que le den un balazo”. Su hermano le recomienda que no se enrole en Fuerza Civil.
–¿Te
ves capaz de combatir contra criminales armados?
–Hay
que salir adelante. Mi novia me pregunta si tengo miedo y le digo que sí. Pero
los salarios en el DF son demasiado bajos para construir un hogar. El riesgo
hay que tomarlo si uno quiere que le alcance para la comida o para sacar a la
novia a pasear.
Es
de una región campesina y hasta los 18 años no salió de su pueblo. Ha
trabajado
de mensajero y ha recolectado manzanas, cerezas y frambuesas en Canadá.
Su
padre es militar y siempre lleva encima un arma de fuego. “Estuvo en el
Caribe
luchando contra el narco, pero no le gusta hablar de eso”. A su novia le
gusta
ir a museos. Hace unos días fueron a una exposición de surrealismo. Ella
quisiera vivir en la playa. Él quisiera vivir en el campo. Tendría una
granja con lechugas, zanahorias, tomates, maíz, frijoles y calabazas. Le
hubiera gustado ser periodista o dar clases en la universidad. Le falta
un año
para graduarse en Sociología y espera acabarlo mientras trabaja de
policía en
Nuevo León. De los pensadores de este disciplina que ha estudiado los
que más
le han gustado son Jean Baudrillard, Manuel Castells y Zigmunt Bauman.
El
aprendiz de sociólogo que quiere cultivar zanahorias dice que su único
ideal es
ser feliz con su pareja.
–Es
como mi ideología, la felicidad –resume.
–Pero
estás dispuesto a trabajar en un oficio violento.
–Sí,
a veces pienso que es una contradicción. Busco la felicidad pero me quiero ir a
un sitio donde se combate a plomo.
–¿Y para
ti cómo sería la vida perfecta?
–Sería
leer un libro en la hamaca, darle amor a mi esposa y escribir un buen libro de
sociología. Soy una persona muy pacífica. Me da miedo que me cambie la
violencia.
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