Como suele suceder después de una elección, los perdedores tienen que
recorrer un largo y sinuoso camino para recomponerse. Le está
sucediendo a la izquierda y al PAN, el partido que gobernaba y que cayó a
un penoso tercer lugar. Este proceso de reconstrucción es fundamental
para encontrar nuevo proyecto, liderazgos, reglas y organización
partidistas.
En el caso del PAN, se ha hablado mucho estos días sobre la
depuración de su padrón de militantes que pasó de un millón 850 mil a
367 mil, una caída de 80% de la militancia.
Muchos han interpretado esto
como una “desbandada” en este partido y, por tanto, un fracaso más de
los panistas. No lo creo. De hecho, pienso lo contrario. Es evidente que
este padrón estaba artificialmente inflado. Hay que recordar que este
partido selecciona a muchos de sus candidatos de representación popular
por votación directa de la militancia. Todo indica que liderazgos
nacionales y locales incrementaron artificialmente las listas de
militantes para mañosa, por no decir fraudulentamente, manipular los
resultados de las elecciones internas del PAN. Esta práctica
precisamente denota uno de los problemas que sufrió este partido en los
12 años en que estuvo en el poder: la traición a sus principios
democráticos. El PAN comenzó a parecerse cada vez más al PRI que
criticaba en el pasado.
Por eso resulta una buena medida, que habla bien del PAN, que haya
depurado su padrón de militantes. Es condición indispensable en la
reconstrucción de ese partido: saber con precisión con cuántas fichas
reales cuentan para jugar, cuál es su fuerza real en la ciudadanía,
quiénes son los verdaderos panistas. Lo considero un paso necesario para
recuperar su tradición de compromiso con los principios democráticos y
dejar atrás las trampas y simulaciones que corroyeron estos años a ese
partido.
Ahora bien, después de la depuración del padrón quedan otras aduanas
más en el largo y sinuoso camino para la recomposición del PAN. Los
panistas, por ejemplo, tendrán que hacer una evaluación de lo bueno y lo
malo que hicieron durante los 12 años que gobernaron. Será importante,
sobre todo, identificar los errores que llevaron a que el electorado
independiente los abandonara. Si el PAN quiere recuperar su tradición
democrática, tiene la obligación de llevar a cabo este proceso de manera
transparente con un debate abierto a la sociedad.
Tendrán que revisar, por ejemplo, la conveniencia de haberse asociado
con corporaciones y liderazgos autoritarios, del viejo régimen priista,
como el SNTE y la maestra Elba Esther Gordillo. O la frivolidad en el ejercicio del poder de Vicente Fox y su esposa. O la obsesión de Felipe Calderón con una guerra fallida. En fin, los temas son muchos. Ojalá el PAN los debata para hacer un verdadero corte de caja.
En lo personal me gustaría que este partido evaluara la conveniencia
de haber apoyado la reforma electoral de 2007. En privado, muchos
panistas admiten que se equivocaron en aprobar una serie de medidas que
no sólo limitan la libertad de expresión en los procesos electorales
sino que afectaron directamente a su partido en las elecciones. En este
espacio insistí muchas veces en que el PAN estaba vendiendo su vieja
tradición demócrata-liberal a cambio de un plato de lentejas: la
aprobación de un nuevo impuesto (el IETU) que acabó recaudando menos de
un punto del PIB.
Craso error el de los panistas el haber promovido reglas que impiden
expresarse libremente durante las campañas como la
prohibición/regulación de las campañas negativas o la compra de spots de
radio y televisión de ciudadanos o grupos sociales.
Ahora resulta, por ejemplo, que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación ha ordenado que el IFE castigue a Juan Ignacio Zavala por haber dicho que votaría por Josefina Vázquez Mota en su columna de Milenio. Desde luego que es ridículo, pero hay que recordar que fueron los propios panistas, con la bendición del ex presidente Calderón, quienes aprobaron estas absurdas reglas que atentan contra la tradición democrática-liberal del PAN.
Espero que los panistas así lo juzguen y procedan a repeler las
reglas electorales estatistas y anti-liberales que aprobaron en 2007,
que a la postre les afectaron para ganar elecciones y que ahora, en el
colmo del ridículo, tienen a uno de sus distinguidos militantes, como es
Juan Ignacio Zavala, al borde de una multa por el sólo hecho de escribir lo que pensaba.
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