16 enero, 2013

¿Es Tarantino de izquierdas o de derechas?

¿Es Tarantino de izquierdas o de derechas?

Por Alvaro Vargas Llosa
La concesión de un Golden Globe a Quentin Tarantino por el guión de "Django desencadenado" es una ironía de la corrección política. De todos los elementos que podían ser galardonados, el único que tiene relación directísima con el más controvertido aspecto de su film, o sea el uso infinito de la palabra "nigger", impronunciable en Estados Unidos, es precisamente el guión.  Los políticamente correctos han reprochado al cineasta la utilización sistemática de ese apelativo traumático para la comunidad afroamericana y he ahí que acaban premiando el guión, precisamente el guión, quienes son percibidos por una parte del país como el bastión de la corrección política progresista: Hollywood (y no se creen aquello de que la prensa extranjera acreditada, que es quien da estos premios, es independiente de Hollywood). 

Resurge, pues, el debate: ¿es Tarantino de izquierdas o de derechas? Hollywood es, se supone, de izquierdas. Pero cuando el talento de derechas se vuelve insoslayable, como el de Clint Eastwood, Hollywood se acuerda de que fue alguna vez de derechas ella también y se rinde a él (Eastwood es, como referencia ideológica, el John Wayne contemporáneo). Y cuando alguien es demasiado de izquierdas, procura tenerlo más bien lejitos porque la clave para ser de izquierdas en Hollywood es serlo moderadamente, guardando apariencias. Por eso a Sean Penn no lo acaban de querer mucho.
Tarantino supuso para el "establishment" hollywoodiense un reto del demonio porque no sabían si era demasiado de derechas o demasiado de izquierdas. Por ahora sólo premian sus guiones: tantean el ambiente para ver si ya va siendo hora de premiar al director y sus películas. Pero en el caso de "Django", Hollywood cree, a pesar de que Spike Lee y otros  se han escandalizado, que Tarantino es más de izquierdas que de derechas.  Veremos si en los Oscar ("Django" tiene cinco nominaciones) se confirma la apuesta.
En realidad, Tarantino sirve para justificar tanto a las izquierdas como a las derechas. Una película que hace de la víctima –el esclavo liberado— un héroe y que clama venganza contra el explotador blanco tiene que ser progresista. Pero la venganza regenerativa había sido, en la historia norteamericana, sólo aceptable si la ejercían los blancos. Por tanto, de derechas. La venganza regenerativa fue un leitmotif de la cultura estadounidense desde la época anterior a la Emancipación de los esclavos. Antes de la corrección política, si la venganza la ejercían los negros, ello era dar malas ideas a las hijos y nietos de la esclavitud. Y en la era políticamente correcta era alimentar el estereotipo del afroamericano resentido. 
Ahora Tarantino, el mismo que había hecho de la venganza judía contra Hitler el asunto de su film "Inglorius Basterds", legitima la venganza del personaje negro de Jamie Foxx. ¿Progresismo llevado al extremo? Aparentemente no porque los progresistas que suelen monopolizar la discusión de la esclavitud en la comunidad afroamericana se le han ido encima.
¿Es la orgía permanente de violencia en "Django" una propuesta fascista? Difícil achacarle eso al autor de una película revisionista contra los nazis o al hombre que cree que la derecha estadounidense no permite discutir la esclavitud a fondo. Pero el culto a la violencia en Tarantino ¿no es acaso la exacerbación del instinto bárbaro que el fascismo institucionalizó? Puede que sí...puede que no.  Como "Pulp Fiction" lo demuestra mejor que otras de sus películas, la violencia que Tarantino adora es la del cómic y el arte popular (la palabra "pulp" describe todo un género literario sensacionalista de la primera mitad del siglo 20, por lo general publicado en revistas con ilustraciones de mucho color). Más que fascismo, lo que hay es un estética, en realidad una antiestética, narrativa (casi digo "posmoderna" pero eso tiene alto voltaje progresista). Que puede gustar o dar bostezos, sorprender o parecer repetitiva. Pero lo que no hace es darnos una pauta ideológica.
En Tarantino, un genio que a veces hace películas muy buenas y a veces muy malas, importa más lo literario que lo ideológico. Lo que le gusta es escribir. Así como Manuel Puig era un cineasta disfrazado de literato, Tarantino es un literato disfrazado de cineasta. ¿Qué es "Pulp Fiction" si no un malabarismo continuo de la palabra a través de diálogos y monólogos ingeniosos que hacen de todo lo demás casi un pretexto? También "Django", una historia aparentemente convencional sobre un viaje, es decir una odisea, justiciera, es una sucesión de diálogos aturdidoramente creativos.
Todo en las películas de Tarantino, desde contar varias historias simultáneas hasta el uso de la autoreferencia o del pastiche y el cuidado maniático del diálogo como forma artística, es obsesivamente literario. Su violencia es intensamente literaria (y a veces muy aburridora).
A lo que iba: Tarantino no es de izquierdas ni de derechas sino todo lo contrario.

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