¿Es Tarantino de izquierdas o de derechas?
Por Alvaro Vargas Llosa
La
concesión de un Golden Globe a Quentin
Tarantino por el guión de "Django desencadenado" es una ironía de
la corrección política. De todos los elementos que podían ser galardonados, el
único que tiene relación directísima con el más controvertido aspecto de su
film, o sea el uso infinito de la palabra "nigger",
impronunciable en Estados Unidos, es precisamente el guión. Los
políticamente correctos han reprochado al cineasta la utilización sistemática
de ese apelativo traumático para la comunidad afroamericana y he ahí que acaban
premiando el guión, precisamente el guión, quienes son percibidos por una parte
del país como el bastión de la corrección política progresista: Hollywood (y no
se creen aquello de que la prensa extranjera acreditada, que es quien da estos
premios, es independiente de Hollywood).
Resurge,
pues, el debate: ¿es Tarantino de izquierdas o de derechas? Hollywood es, se
supone, de izquierdas. Pero cuando el talento de derechas se vuelve
insoslayable, como el de Clint Eastwood, Hollywood se acuerda de que fue alguna
vez de derechas ella también y se rinde a él (Eastwood es, como referencia
ideológica, el John Wayne contemporáneo). Y cuando alguien es demasiado de
izquierdas, procura tenerlo más bien lejitos porque la clave para ser de
izquierdas en Hollywood es serlo moderadamente, guardando apariencias. Por eso
a Sean Penn no lo acaban de querer mucho.
Tarantino
supuso para el "establishment" hollywoodiense un reto del demonio
porque no sabían si era demasiado de derechas o demasiado de izquierdas. Por
ahora sólo premian sus guiones: tantean el ambiente para ver si ya va siendo
hora de premiar al director y sus películas. Pero en el caso de
"Django", Hollywood cree, a pesar de que Spike
Lee y otros se han escandalizado, que Tarantino es más de izquierdas
que de derechas. Veremos si en los Oscar ("Django" tiene cinco
nominaciones) se confirma la apuesta.
En
realidad, Tarantino sirve para justificar tanto a las izquierdas como a las
derechas. Una película que hace de la víctima –el esclavo liberado— un héroe y
que clama venganza contra el explotador blanco tiene que ser progresista. Pero
la venganza regenerativa había sido, en la historia norteamericana, sólo
aceptable si la ejercían los blancos. Por tanto, de derechas. La venganza
regenerativa fue un leitmotif de la cultura estadounidense desde la época
anterior a la Emancipación de los esclavos. Antes de la corrección política, si
la venganza la ejercían los negros, ello era dar malas ideas a las hijos y
nietos de la esclavitud. Y en la era políticamente correcta era alimentar el
estereotipo del afroamericano resentido.
Ahora
Tarantino, el mismo que había hecho de la venganza judía contra Hitler el
asunto de su film "Inglorius Basterds", legitima la venganza del
personaje negro de Jamie Foxx. ¿Progresismo llevado al extremo? Aparentemente
no porque los progresistas que suelen monopolizar la discusión de la esclavitud
en la comunidad afroamericana se le han ido encima.
¿Es
la orgía permanente de violencia en "Django" una propuesta fascista?
Difícil achacarle eso al autor de una película revisionista contra los nazis o
al hombre que cree que la derecha estadounidense no permite discutir la
esclavitud a fondo. Pero el culto a la violencia en Tarantino ¿no es acaso la
exacerbación del instinto bárbaro que el fascismo institucionalizó? Puede que
sí...puede que no. Como "Pulp Fiction" lo demuestra mejor que
otras de sus películas, la violencia que Tarantino adora es la del cómic y el
arte popular (la palabra "pulp" describe todo un género literario
sensacionalista de la primera mitad del siglo 20, por lo general publicado en
revistas con ilustraciones de mucho color). Más que fascismo, lo que hay es un
estética, en realidad una antiestética, narrativa (casi digo
"posmoderna" pero eso tiene alto voltaje progresista). Que puede
gustar o dar bostezos, sorprender o parecer repetitiva. Pero lo que no hace es
darnos una pauta ideológica.
En
Tarantino, un genio que a veces hace películas muy buenas y a veces muy malas,
importa más lo literario que lo ideológico. Lo que le gusta es escribir. Así
como Manuel Puig era un cineasta disfrazado de literato, Tarantino es un
literato disfrazado de cineasta. ¿Qué es "Pulp Fiction" si no un
malabarismo continuo de la palabra a través de diálogos y monólogos ingeniosos
que hacen de todo lo demás casi un pretexto? También "Django", una
historia aparentemente convencional sobre un viaje, es decir una odisea,
justiciera, es una sucesión de diálogos aturdidoramente creativos.
Todo
en las películas de Tarantino, desde contar varias historias simultáneas hasta
el uso de la autoreferencia o del pastiche y el cuidado maniático del diálogo
como forma artística, es obsesivamente literario. Su violencia es intensamente
literaria (y a veces muy aburridora).
A
lo que iba: Tarantino no es de izquierdas ni de derechas sino todo lo
contrario.
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