16 enero, 2013

Perú: ¿Somos más salvajes?

Perú: ¿Somos más salvajes?

Printer-friendly versionSend to friendpor Jaime de Althaus
Jaime de Althaus Guarderas es Director y Conductor del programa La Hora N, columnista del diario El Comercio (Perú) y autor de varios libros sobre el desarrollo del Perú.
Nuevamente el mito del neoliberalismo salvaje. Antonio Zapata sostuvo en La República (28/11/2012) que desde que el comunismo se derrumbó, el capitalismo rompió sus ataduras con la moderación, a las que se veía obligado por la amenaza comunista. Con el Consenso de Washington nace el neoliberalismo, y el capitalismo vuelve al salvajismo.
Yo no sé qué países está mirando Zapata. En el caso del Perú, fue al revés. Habría que ser masoquista o tanático, por ejemplo, para sostener que la estabilidad económica y el crecimiento sostenido son más salvajes que la inflación, la hiperinflación y la montaña rusa del crecimiento populista. O que la acumulación de reservas sea un acto salvaje al lado de la pérdida de reservas.


El civilizado estado populista anterior al Consenso de Washington y a las reformas liberales de los 90 dejó la pobreza en 64%. El año pasado, luego de 20 años de "neoliberalismo salvaje", estábamos en 27,8%. Una caída a bastante menos de la mitad. Ah, bueno, pero lo salvaje estaría, entonces, en el incremento de la desigualdad. Tampoco. Resulta que, oh decepción, según la Cepal, el índice de Gini ha bajado de 0,53 en 1997 a 0,46 el 2010.
Ya sé —dirá— el capitalismo salvaje se advierte claramente en la precarización del mundo laboral. Pero hay un dato revelador aportado por el flamante portal informativo lampadia.com: entre el 2001 y el 2011, la población económicamente activa se incrementó en 28%, pero el empleo adecuado lo hizo en ¡96%! Los peruanos con un buen empleo pasaron de 5 millones 35 mil a 9 millones 857 mil. Es decir, casi 5 millones dejaron el subempleo o la informalidad para pasar al empleo adecuado, con derechos. Ese es el capitalismo salvaje, qué les parece.
Se apela, entonces, al estudio que el PNUD, Papep e IDEA Internacional presentaron en junio de este año: que el Perú crece y la pobreza se reduce, pero lo que crece es la parte del capital, mientras el salario real se estanca: en la última década la parte de los salarios en el producto “ha decrecido del 24% al 22%”. Pero tampoco esto es cierto. Según el documento Cuentas Nacionales del Perú 2007 del INEI, que cambia el año base de 1994 al 2007 sobre la base del nuevo censo económico del 2008, las remuneraciones han pasado de un 25% del PBI en 1994 a 31% en el 2007. Y es lógico.
Quizá se quiera decir que la protección era más civilizada que la competencia. Una suerte de nostalgia del ocio, de la Edad Media. Pero eso sería santificar la explotación rentista del consumidor. La economía abierta ha redimido a los empresarios. En general, ya no buscan prebendas o beneficios a costa de los consumidores ni tienen que coimear para obtener licencias o aranceles. Ahora se dedican a aumentar la productividad para competir mejor (beneficiando al consumidor). Por eso les interesa ahora la competitividad del país. Su interés, en esa medida, se ha vuelto nacional. Ese fue el tema, en el fondo, de la última CADE (Conferencia Anual de Ejecutivos): no la obligación de participar en la construcción de la agenda nacional, sino la necesidad de hacerlo.

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