La tragedia venezolana que no se nombra
Por Francisco Peregil
El País, Madrid
La acuciante violencia en el país sudamericano no ha pasado factura al Gobierno de Chávez
CARACAS. - El dueño de la panadería que hay frente al hotel lleva una semana
secuestrado. El viernes, los empleados de seguridad impidieron el atraco
de dos personas en moto a tres chavales que estaban sentados a unos
cincuenta metros del hotel. Y estamos en Palos Grandes, una de las zonas
más seguras de Caracas.
En la puerta de muchos restaurantes venezolanos se ve un letrero que
dice: “Espacio libre de humo” junto a otro que advierte: “Espacio libre
de armas”. Consciente de la violencia que reina en las calles, el
Gobierno emprendió en 2011 una campaña por el desarme. Casi todo el
mundo en Caracas conoce a alguien que fue atracado o sufrió un secuestro
exprés, de los que suelen durar varias horas. En los últimos años han
surgido bandas con armas más potentes que las de la policía y capacidad
para ejecutar varios secuestros en una misma noche. La clase media se ha
familiarizado con el argot de los blindajes de auto y sabe que uno de protección mediana cuesta alrededor de 15.000 euros.
“Hace 20 años era muy extraño el blindaje. Hoy en día tienes que
esperar seis o siete meses si pretendes blindar tu carro. Ha aumentado
también la contratación de guardaespaldas, aunque sea para una noche de
fiesta. Y el que no puede permitírselo, electrifica los muros de su
casa. Todo esto nos revela que hay un proceso de privatización de la
seguridad en un país gobernado por políticos que se dicen socialistas”,
explica el sociólogo Roberto Briceño León, director del Observatorio Venezolano de Conflictividad Social, entidad en la que participan siete universidades y que publica cada año las cifras extraoficiales de homicidios.
Briceño estudia la violencia desde 1994, cinco años antes de que
Chávez llegara al poder. “La tasa de homicidios era entonces de 20 por
cada 100.000 habitantes. Y ya estábamos preocupados. En 1998 se
registraron 4.500 muertes violentas. En 2000 casi llegaron al doble. En
2003, cuando Chávez cumplió cuatro años en el poder, los homicidios
ascendieron hasta los 11.300, la tasa se había triplicado. Entonces, en
2004, el Gobierno prohibió la difusión de las cifras. Y creamos el
Observatorio. Nuestro informe de diciembre señala que el año pasado se
produjeron 21.692 homicidios. O sea: 73 por cada 100.000 habitantes. Eso
es el doble que la tasa de Colombia (34), tres veces la de México (23) o
Brasil (24) y muy superior a la de Argentina (8), Chile (4) o España
(1). El Gobierno no reconoce nuestras cifras y solo asume una tasa de 50
homicidios, para ya es bastante más alta que la de Colombia”.
¿Por qué un problema que afecta de forma tan acuciante nunca le pasó
factura al Gobierno? “Porque Chávez fue muy hábil a la hora desviar la
atención”, explica Briceño. “Nunca se menciona el tema en los canales de
radio y televisión oficiales. Y en las raras ocasiones en que Chávez
aludió al problema dijo que ya viene de lejos. Y es cierto que antes de
que él llegara al poder la tasa era alta, de 22 homicidios por 100.000
habitantes. Pero durante su gestión no sólo aumentaron las muertes
violentas sino que se extendieron por el resto del país. En los Estados
con menos homicidios, como Mérida, la tasa es mayor que la de Colombia”.
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