Los políticos quieren hacer de México…
¡una nación de
limosneros!
Cuando el Poder solicita recursos
para sí mismo, no tarda en acabar con la complacencia de los súbditos (…) Para
obtener contribuciones, el Poder tiene que invocar el interés general.
Bertrand de Jouvenel
Pero, ¿para qué quieren los
políticos instaurar el “Estado de bienestar”, que se ocupará de nosotros “de la cuna a la tumba”? Pues no para traer el bienestar, obviamente, sino para
convertirnos a todos los mexicanos en limosneros de las dádivas del Estado,
dádivas que provienen de lo que antes nos birló y de lo mucho más que se
propone birlarnos: el “Estado de bienestar” es el
bienestar de un Estado dirigista, de su clase
política, la casta parasitaria que vive de
la riqueza ajena.
No sorprende entonces que el
programa para instaurar el “Estado de bienestar” comience con la Cruzada Nacional contra el Hambre
en Chiapas, una entidad federativa en la que los políticos -con y sin
pasamontañas- se han empeñado en cultivar la pobreza para lucrar con ella.
Mediante subsidios, de una cuantía
sin precedentes, el gobierno de Enrique Peña terminará por convertir a los
pobres de Chiapas en una legión de limosneros, dependientes de las dádivas del
Estado, para luego replicar el modelo en todo el país, a fin de volvernos
limosneros a todos.
¿Qué sentido tiene quitar para luego “dar”?
Los políticos y sus kapos fiscales
promueven el alza de impuestos, en particular del IVA, cuya tasa quieren elevar
y que además sea igual en todo el país (en zonas fronterizas es de 11% y no de
16%) e incluya a los productos ahora exentos (alimentos y medicinas). Encima,
quieren nuevos impuestos especiales, como el de tipo “verde” para los
consumidores de gasolina.
Sus argumentos son principalmente de
dos tipos: el carácter supuestamente justo del atraco fiscal al buscar
redistribuir la riqueza y el propósito de crear un sistema universal de
servicios sociales, obviamente estatales, para que el Estado nos haga el gran
favor de ocuparse de nosotros de la cuna a la tumba.
Pero en términos del propio discurso
de los políticos y sus kapos fiscales, el alza del IVA y su generalización tendría
un efecto “regresivo”, es decir, les quitaría dinero a los pobres que, como
quienes no lo son, también tendrán que pagar más por diversos bienes y
servicios y sobre todo por comprar alimentos y medicinas.
¡Ah!, pero nos dicen, los políticos
y sus kapos fiscales, esa regresión se corregirá de inmediato a través de
“subsidios compensatorios” para los pobres, ya sea por vía de repartir dinero o
ya sea mediantes servicios públicos. Al final lo pobres no sólo recuperarán lo
que el IVA les quitó, sino que tendrá mayor poder adquisitivo: la devolución
será “copeteada” como diría el inefable Vicente Fox.
Claro, siempre que el Estado dice
que quita para luego devolver, algo o mucho se pierde en el camino. Pero vamos
a suponer que el Estado devuelve el 100% -en términos monetarios- lo que quitó
¿Qué sentido tiene esto?, ¿no sería de elemental sentido común simplemente no
quitar?, ¿no es absurdo quitar para luego devolver?
Pues sí es absurdo desde el punto de
vista de las víctimas (los contribuyentes), pero no en la lógica perversa de la
clase parasitaria y sus kapos fiscales. Lo que ellos buscan con esta operación
es quitarnos algo más importante que tal o cual cantidad de dinero: nuestro
poder como consumidores, nuestro derecho a elegir y, en suma, nuestra libertad.
Lo que buscan es hacernos limosneros…de nuestro propio dinero.
Ellos quieren que dependamos del
Estado, que le roguemos como pordioseros, que nos humillemos, que perdamos la
dignidad y encima le demos las gracias a nuestro (por la fuerza) Hermano Mayor.
El Estado, un rey Midas…al revés
Pero en esta operación no se crea
que, así sea reptando, tendremos lo mismo que nos despojaron. Claro que no. Aun
sin se deja de lado, por un momento, el valor sagrado a la dignidad, uno de los
rasgos esenciales del “Estado de bienestar” y de los servicios públicos en general, es que siempre
recibiremos pésima calidad, en comparación con lo que obtendríamos por el mismo
dinero de los servicios privados.
De modo que no sólo el “Estado de bienestar” nos despoja
de dignidad al hacernos limosneros del Poder, sino que además degrada nuestra
calidad de vida, desde un punto de vista puramente material. Y no se crea que
eso ocurre sólo en los países del Tercer Mundo, en los del Primero la situación
es esencialmente la misma.
¿Por qué es así? Porque es inherente
al Estado. Leviatán es una suerte de rey Midas al revés: todo lo que toca, en
lugar de transformarlo en oro, lo transforma en mierda…
Por si alguien todavía lo duda véase
el caso de la extensión de la seguridad social en su versión de atención a la
salud, gracias a la creación del Seguro Popular. Ahora cualquiera puede acceder
sin pagar (al menos directamente) a este elefante blanco.
¿Pero qué ha pasado en estos años en
México? Que a la par ha crecido como nunca antes el servicio privado de
atención primaria a la salud. Hemos presenciado el crecimiento vertiginoso de
una serie de cadenas de farmacias (y más recientemente hasta supermercados) que
dan consultas médicas y venden medicinas a precios bajos. Esto apenas comienza
y si se le deja, la medicina privada terminará por masificarse más y alcanzar a
las personas de todos los ingresos y condiciones sociales, mediante esquemas
más amplios como el seguro médico.
Pero más aún. Tan ni los políticos
creen que los servicios públicos valgan un cacahuate, que los altos burócratas,
los senadores, los diputados, los altos funcionarios de los organismos autónomos,
los jueces y magistrados, ni que decir de los gerentes de las paraestatales y
los jefes de los partidos políticos que viven de los contribuyentes, no van a
atenderse al IMSS, al ISSSTE o al Seguro Popular, sino que disponen de seguros
(privados) de gastos médicos con cargo para el contribuyente, obviamente.
Quieren para nosotros lo que no toleran para ellos ¡Que sarta de hipócritas!
¿Por qué las empresas privadas de la
atención primaria de la salud han derrotado la competencia desleal del Estado (pues
el Seguro Popular es “gratuito”)? Por cuatro sencillas razones, por cuatro
cosas que el mundo privado puede dar y el Estado es incapaz de ofrecer: mejor
servicio, mejores precios, respeto a la dignidad de la persona y a su poder
como consumidor.
Eso es exactamente lo que los
políticos y sus kapos fiscales quieren anular. Si muchas personas de todas las
condiciones e ingresos han encontrado satisfacción en la medicina privada, pues
ahora nos quieren obligar a abandonarla encareciendo los medicamentos con
impuestos. Pero si eso no basta, después vendrá la prohibición total de la
medicina privada como en Canadá.
Pero la prohibición no impedirá la
medicina privada, aunque sí la volverá clandestina. Los médicos privados podrán
terminar en la cárcel por intentar curarnos o prevenir que enfermemos.
De eso se trata todo: de volvernos
limosneros del Estado y de que éste controle hasta los aspectos más nimios de
nuestras vidas. Por eso México entero debe decirle a los políticos y a sus
kapos fiscales:
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