08 enero, 2013

PAN: la debacle Los ex presidentes no quedan solos en la responsabilidad histórica de provocar el naufragio de Acción Nacional. Martín Moreno

Aquella memorable escena de la película Titanic donde el barco se hunde irremediablemente con algunos músicos heroicos aún tocando, es la estampa que hoy retrata al PAN. La debacle blanquiazul es dramática. Culpar solamente a Fox y a Calderón del fracaso, resultaría simplista y comodino. Hay mucho más de fondo.
Cierto: la actuación de los ex presidentes panistas influyó directamente en la derrota azul.
Vicente Fox: de la esperanza democratizadora a la caricatura de la “pareja presidencial”, entre fuertes tufos de corrupción en beneficio de los Bribiesca Sahagún.
Felipe Calderón: de la posibilidad real de un buen gobierno al terror por una guerra contra el narco necesaria, sí, pero mal planteada y diseñada más para matar que para triunfar. Fox y Calderón fueron puntales del fracaso panista.


Pero los ex presidentes no quedan solos en la responsabilidad histórica de provocar el naufragio de Acción Nacional.
Cuando un partido político pierde el… ¡80% de su militancia! (sólo dos de cada diez refrendaron su pertenencia al partido), no se debe a la actuación ineficaz de sólo dos hombres. Va más allá: a que se abandonaron los principios e ideales del panismo; a la falta de liderazgos consolidados en dirigencias nacionales, estatales y municipales; a la carencia de una oferta política atractiva para militantes y simpatizantes; a la ausencia de programas que involucraran a panistas afiliados y a adherentes; a que el panismo centralizó —al estilo del PRI—, todo el poder en Los Pinos y se olvidó de formar nuevos cuadros, incluyendo posibles liderazgos futuros entre senadores, diputados o gobernadores.
Resultado: además de entregar la Presidencia, el PAN perdió ocho gubernaturas, 24 senadurías, 70 curules federales, además de infinidad de diputaciones locales, alcaldías y regidurías. En SLP, Edomex y Chihuahua, donde el panismo se consolidó en membrecía durante los 80 y 90, son donde más cayó la cifra de activos del PAN. Algo falló en esas entidades.
Después del proceso de refrendo de afiliación, el PAN quedó con poco menos de 50% de sus miembros activos, y menos del 20% de simpatizantes. Fallaron todos, desde los delegados estatales hasta los militantes por no ser capaces de impulsar un cambio desde las bases partidistas.
¿Eso fue culpa de Fox y de Calderón exclusivamente? No. Sin embargo, como en los equipos de futbol, parte del fracaso en dos temporadas seguidas recae directamente en los propietarios del equipo y en los entrenadores. Y Vicente y Felipe eran dueños y directores técnicos.
Hoy vemos a los Martínez Cázares y a los Gustavo Madero, el primero responsable de la debacle electoral de 2009, sin sensibilidad política suficiente para detectar el hundimiento que se venía y evitarlo; el segundo, culpable parcial de perder las elecciones presidenciales en 2012, ineficaz operador político y hoy más al servicio del PRI que del PAN. Vaya par.
¿Y dónde queda la responsabilidad de gobernadores que hundieron al PAN, como Sergio Estrada Cajigal, con Morelos entregado al crimen organizado? ¿Y Emilio González Márquezy sus desfiguros públicos, con un Jalisco en moratoria financiera?
Y en el DF, Mariana Gómez del Campo y Gabriela Cuevas —dos cartas prometedoras, sin duda—, nomás no han dado el brinco político-electoral que las convierta en opciones de gobierno. El PAN en la capital es tan pobre que hasta corre el riesgo de perder su registro. De ese tamaño.
¿Y Josefina Vázquez Mota? Si algo se le tiene que reprochar, sería su falta de decisión para tomar las riendas de su campaña. Lo ocurrido en el Estadio Azul —donde había estadio lleno ya con la candidata en el lugar, pero que por errores de logística se fue vaciando— reflejó falta de liderazgo de la candidata. Un “salimos ahora” para aprovechar el estadio al tope, fue la frase que le faltó a Josefina para demostrar quién mandaba.
Vázquez Mota será, sin duda, una pieza fundamental dentro de la refundación del PAN. O del “nuevo PAN”.
Paralelo a la improvisación y a la pobre operación política panista, las traiciones también influyeron. Vicente Fox pasa a la historia con la etiqueta de “traidor” al PAN por haber apoyado a Peña Nieto. Y punto.
Fueron Fox y muchos más: tan sólo en Querétaro el partido expulsó a…¡563 integrantes por incurrir en actos de traición! Es decir: por apoyar a otros partidos, principalmente al PRI.
Así, entre presidentes mediocres, liderazgos fallidos, candidaturas saboteadas, gobernadores nefastos y militancia indolente, el PAN enfrenta una crisis político-ideológica que, al menos, durará los próximos seis años.
Mientras, la lucha interna por el control del partido está declarada: calderonistas vs. josefinistas... y los yunques. Ya lo veremos.

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