Yuriria Sierra
Lo único que resta es ver lo que esa fuerza libre de
mezquindades es capaz de hacer, en este caso, por una de las causas más
urgentes.
El sexenio de Felipe Calderón
dejó una cifra de 60 millones de pobres; muchos más que cuando iniciaba
su sexenio, así que con esos índices de pobreza (que México ha manejado
en su historia) y con ese aumento en los últimos años, era lógico,
además de urgente, que una de las jugadas más inmediatas del gobierno de
Enrique Peña Nieto fuera la de atacar una de sus inevitables consecuencias: el hambre.
Apenas el fin de semana pasado, se reportaba que en nuestro país mueren al día 23 personas por inanición. 23 personas que pierden la vida tras largos periodos de una muy mala, casi escasa, alimentación. Esta estadística no es nueva; en la década pasada, entre 2001 y 2010, 85 mil 343 mexicanos murieron por falta de alimento. El número lo arrojó el Centro de Estudios e Investigación en Desarrollo y Asistencia Social (CEIDAS) y el INEGI, y superaron a la numeralia que durante el mismo periodo la PGR llevó de las víctimas del crimen organizado, que en aquel entonces fueron 49 mil 804. Estas cifras hoy ya no pueden compararse, pero eso no le ha quitado a ninguna la dimensión al problema que las causa.
El hambre es uno de los problemas más severos del país, consecuencia, por supuesto, de tantos flancos que no han sido protegidos. Y aunque sabemos que no se resuelven únicamente dando comida, entendemos que ese es el paso número uno: atacar de lleno el problema.
Cuando Rosario Robles tomó posesión como titular de la Secretaría de Desarrollo Social, daba cuenta aquí de una conversación que tuve con ella sobre lo que apenas era el aviso de la Cruzada Nacional contra el Hambre prometida por el entonces candidato presidencial, programa que ayer finalmente fue puesto en marcha en Chiapas ante la presencia de gobernadores, líderes de bancada en el Congreso y miembros del gabinete.
“Hacer una convocatoria al país en su conjunto, a empresarios, líderes sociales, iglesias, organizaciones de la sociedad civil, a universidades, a que todos sumemos esfuerzos en esta cruzada; que es una cruzada por la paz, por la vida, por quien menos tienen y que ahora van a tener la atención central del gobierno...”, era lo que la cabeza de Sedesol me decía justo cuando arrancó el sexenio.
En aquel entonces ese plan buscaba cubrirse en un plazo no mayor a 60 días. Antes de lo que planeaban han dado a conocer los ejes que servirán para esta cruzada que espera llegar a los 400 municipios más pobres del país. Justamente el arranque dio en uno de ellos, en Margaritas, Chiapas, cerca de Tuxtla Gutiérrez, uno de los territorios donde el Ejército Zapatista de Liberación Nacional tiene instalados cuarteles desde su aparición en 1994.
Los ejes que busca hacer frente esta cruzada son claros: 1. Cero hambre. Se buscará la alimentación y nutrición de las personas en situación de pobreza; 2. Eliminación de la desnutrición infantil; 3. Aumento de producción de alimentos; 4. Reducción de las pérdidas poscosecha y 5. Impulso a la participación comunitaria.
El de ayer fue el anuncio y el arranque; Enrique Peña Nieto logró reunir de nuevo a los personajes políticos que hoy forman la fuerza pública del país y lo único que resta es ver lo que esa fuerza libre de mezquindades es capaz de hacer, en este caso, por una de las causas más urgentes para el bienestar del país. Y por quienes la padecen es que esperamos logre su cometido.
Apenas el fin de semana pasado, se reportaba que en nuestro país mueren al día 23 personas por inanición. 23 personas que pierden la vida tras largos periodos de una muy mala, casi escasa, alimentación. Esta estadística no es nueva; en la década pasada, entre 2001 y 2010, 85 mil 343 mexicanos murieron por falta de alimento. El número lo arrojó el Centro de Estudios e Investigación en Desarrollo y Asistencia Social (CEIDAS) y el INEGI, y superaron a la numeralia que durante el mismo periodo la PGR llevó de las víctimas del crimen organizado, que en aquel entonces fueron 49 mil 804. Estas cifras hoy ya no pueden compararse, pero eso no le ha quitado a ninguna la dimensión al problema que las causa.
El hambre es uno de los problemas más severos del país, consecuencia, por supuesto, de tantos flancos que no han sido protegidos. Y aunque sabemos que no se resuelven únicamente dando comida, entendemos que ese es el paso número uno: atacar de lleno el problema.
Cuando Rosario Robles tomó posesión como titular de la Secretaría de Desarrollo Social, daba cuenta aquí de una conversación que tuve con ella sobre lo que apenas era el aviso de la Cruzada Nacional contra el Hambre prometida por el entonces candidato presidencial, programa que ayer finalmente fue puesto en marcha en Chiapas ante la presencia de gobernadores, líderes de bancada en el Congreso y miembros del gabinete.
“Hacer una convocatoria al país en su conjunto, a empresarios, líderes sociales, iglesias, organizaciones de la sociedad civil, a universidades, a que todos sumemos esfuerzos en esta cruzada; que es una cruzada por la paz, por la vida, por quien menos tienen y que ahora van a tener la atención central del gobierno...”, era lo que la cabeza de Sedesol me decía justo cuando arrancó el sexenio.
En aquel entonces ese plan buscaba cubrirse en un plazo no mayor a 60 días. Antes de lo que planeaban han dado a conocer los ejes que servirán para esta cruzada que espera llegar a los 400 municipios más pobres del país. Justamente el arranque dio en uno de ellos, en Margaritas, Chiapas, cerca de Tuxtla Gutiérrez, uno de los territorios donde el Ejército Zapatista de Liberación Nacional tiene instalados cuarteles desde su aparición en 1994.
Los ejes que busca hacer frente esta cruzada son claros: 1. Cero hambre. Se buscará la alimentación y nutrición de las personas en situación de pobreza; 2. Eliminación de la desnutrición infantil; 3. Aumento de producción de alimentos; 4. Reducción de las pérdidas poscosecha y 5. Impulso a la participación comunitaria.
El de ayer fue el anuncio y el arranque; Enrique Peña Nieto logró reunir de nuevo a los personajes políticos que hoy forman la fuerza pública del país y lo único que resta es ver lo que esa fuerza libre de mezquindades es capaz de hacer, en este caso, por una de las causas más urgentes para el bienestar del país. Y por quienes la padecen es que esperamos logre su cometido.
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