Associated Press
Un grupo de inmigrantes espera
frente a la Coalition for Humane Immigrant Rights, en Los Ángeles, en
agosto de 2012, con la esperanza de inscribirse en un programa del
gobierno que suspendería su proceso de deportación.
La economía es sencilla: los latinos
generan demanda. Setenta por ciento del Producto Interno Bruto del país
es alimentado por el consumo. Eso significa que la población latina,
grande, en expansión y cada vez más próspera, jugará un papel clave en
el futuro económico de EE.UU.
Los latinos son ahora de lejos el segmento de mercado más grande
entre las minorías del país. Incluyendo los residentes indocumentados,
la población latina supera los 54 millones (sin tener en cuenta los
cerca de cuatro millones en Puerto Rico). Los afroamericanos, en segundo
lugar, son 39 millones. Desde 2000, la población latina ha crecido en
más de 52%. En el mismo período, la población blanca no latina creció
menos de 2% y la afroamericana 14%.
De acuerdo con pronósticos de la Oficina del Censo de EE.UU., la
población latina de EE.UU. alcanzará los 133 millones en 2050. Esos 133
millones de latinos superarán las poblaciones de Japón y Rusia, cuyos
números ya están a la baja.
Con el crecimiento de los números llega más gasto: el poder
adquisitivo de los latinos supera ahora los US$1,2 billones (millones de
millones) y, según el Centro Selig de la Universidad de Georgia,
superará US$1,5 billones para 2015. Desde una perspectiva global, eso
significa que el mercado latino de EE.UU. será la decimoprimera economía
más grande del mundo, por debajo de Francia, Italia y México, y por
encima de Corea del Sur, España e Indonesia. A US$20.400 per cápita, el
poder de compra de los latinos en EE.UU. ya supera el PIB per cápita de
los cuatro países que conforman los BRIC: Brasil, Rusia, India y China.
Pero el beneficio económico de los latinos no se limita a la demanda.
Un elemento vital es la mano de obra, desde los más talentosos que
inventan productos o crean empresas, hasta aquellos que recién empiezan a
escalar posiciones, ya sea a través de una educación formal o
capacitación en la práctica.
Cerca de uno de cada seis trabajadores estadounidenses (16%) es
latino, y casi 23 millones de personas con origen latinoamericano
trabajan en EE.UU. Quizá no se lo hayan contado los informes de prensa
sobre inmigración, pero los latinos tienen la mayor tasa de
participación (casi 67%) en la fuerza laboral que cualquier otro grupo
demográfico estadounidense.
Poco más de un cuarto de los menores de 18 años en EE.UU. son
latinos. Según las tendencias existentes, al menos 1,1 millones de
latinos cumplirán 18 años anualmente durante las próximas dos décadas.
Los políticos quizás vean 1,1 millones de nuevos votantes cada año, pero
los dueños de negocios ven 1,1 millones de nuevos trabajadores con una
sólida ética laboral. Dado el envejecimiento de la generación de la
posguerra del país, que se jubilará a una tasa de 10.000 por día en los
próximos 18 años, el fortalecimiento de la economía está cada vez más
ligado a la promesa de estos jóvenes trabajadores.
Los problemas demográficos amenazan a las economías en muchos países
desarrollados y EE.UU. no es inmune a los retos impuestos por una
población que envejece. Pero el problema será mitigado considerablemente
por inmigrantes que revitalizan la fuerza laboral. El estadounidense
maduro promedio, cuya expectativa de vida se ha casi duplicado durante
el siglo XX, ya se pregunta: ¿quién va a pagar por las promesas de
Seguro Social y Medicare del gobierno federal?
La respuesta: la cada vez más extensa y joven población inmigrante de
EE.UU., otra razón que destaca la importancia para el interés nacional
de ofrecer oportunidades educativas de todo nivel a todos los
residentes.
Revitalizar la economía estadounidense requiere acción en muchos
frentes: reformas tributarias y regulatorias, nuevas estrategias
energéticas, educativas y de salud. Pero nada es más importante que la
reforma migratoria. A pesar de la impresión dejada por gran parte de la
retórica en Washington, la reforma migratoria no es solo cuestión de
política. Se trata de empleos, crecimiento y competitividad, seguridad
económica, que a su vez significa seguridad nacional.
Para alcanzar estos beneficios, las políticas y las prácticas de
inmigración deben acoger a los inmigrantes con ganas de trabajar duro y
al mismo tiempo lidiar de manera justa e inteligente con aquellos que ya
están en el país sin importar su estatus. La inmigración legal,
incluido un programa de trabajadores temporales que impulsará la
productividad del empresariado estadounidense, debe ser expandida en una
forma inteligente que promueva la inversión y el crecimiento. Las
fronteras de EE.UU. necesitan ser aseguradas contra olas adicionales de
inmigración ilegal.
Washington debe enviar una señal clara, a los estadounidenses y a
todos los niveles del gobierno, que una política migratoria coherente y
que se puede cumplir existe y está para quedarse.
—Trujillo es presidenta de la junta directiva de
Trujillo Group LLC y copresidenta de la junta de Latino Donor
Collaborative. Melgoza es presidente ejecutivo de Geoscape International
Inc.
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