29 marzo, 2013

Colombia: ¿Víctima o victimario? Otra cara del conflicto – por Francisco Manrique

Testimonio: Marta, una niña secuestrada por las FARC y que hoy tiene 27 años, narra el episodio más difícil de su vida.
“Tenía 11 años , vivía en Barrancabermeja y en esa época, las muertes violentas eran el pan de cada día. Salí de la casa de mi abuelita a comprar un pan , cuando unos hombres me pararon, y de manera violenta , me subieron a un camión. En este vehículo iban otros 50 niños y niñas como yo. Nos amenazaron con matar a nuestras familias, si no guardábamos silencio mientras pasábamos un retén que había montado la Armada Nacional “.


De esta manera inicia el relato una mujer llamada Marta, que hoy tiene 27 años y que fue raptada por las FARC, para engrosar las tropas de ese grupo guerrillero. Por más de una década, esta persona vivió un drama que estremece. Su situación es lamentablemente similar a la que han vivido miles de personas, que como ella, han tenido que sufrir el secuestro por parte de este grupo guerrillero.
Hoy, cuando se desarrollan las conversaciones en la Habana, quiero tomar este testimonio, como un reconocimiento a estas personas. Ellas también han sido víctimas del conflicto armado que ha padecido la sociedad colombiana por más de seis décadas de violencia y muerte sin sentido. Pero en especial, quiero resaltar el inmenso dolor y daño, que le han causado a las mujeres que han sido arrastradas al centro de este desastre y que merecen reconocimiento, comprensión y solidaridad.
El relato que paso a compartir, fue construido a partir de unas notas que tomé de una presentación hecha por esta valerosa mujer. Tuvimos la oportunidad de escucharla con un grupo de amigos en una reunión muy impactante, donde ella fue capaz de presentar su vivencia, a la que lamentablemente la mayoría de la población urbana de Colombia, le ha volteado la espalda.
Cuando se escucha un relato como este, las emociones son muy fuertes y contrapuestas. No es fácil verse en el espejo de la realidad y aceptar que llevamos demasiados años tolerando algo que nos envilece y ante lo cual, no podemos seguir siendo indiferentes.
Y el relato continúa..
” Eran las 5 am cuando llegamos al campamento de las FARC. No sabía donde estaba. Un niño, de unos nueve años, con un fusil más grande que el, nos dio la bienvenida. Mi sorpresa fue grande cuando vi a más de 300 niños como yo. Nos alinearon y un comandante nos dijo que íbamos a ingresar a una guerrilla, que tenía como objetivo defender al pueblo, y que por esta razón, debíamos sentirnos orgullosos de haber sido seleccionados.”
“Inmediatamente llegamos, comenzó nuestro adoctrinamiento y para mí el calvario. Tengo un recuerdo que no me abandona. A los dos o tres días de nuestra llegada al campamento, un comandante me sacó del grupo y me llevó a un cambuche donde me violó, me golpeó y posteriormente me amarró. Allí duré una semana. Esto marcó mi vida y desde ese momento, tuve el propósito de volarme a la menor oportunidad .”
“Este episodio me volvió a abrir una herida muy profunda que llevaba en mi alma: cuando tenía 7 años había sido violada por un tío, sin que hubiera podido hacer nada. Esa misma sensación de impotencia fue la que reviví, a manos de ese comandante en la selva “.
“Me recuerdo que fui siempre la más rebelde dentro del grupo. En alguna oportunidad les cuestionaba a los comandantes el porqué se atrevían a quitar un hijo o hija a una madre, y no puedo olvidar su respuesta : todas las familias deberían dar su cuota. Al haber sido violada tan pronto llegué al campamento, me di cuenta que era la regla y no la excepción. A pesar de mi corta edad, comencé a comprender muy temprano, cual era la cuota que las mujeres teníamos que pagar, para estar en este grupo guerrillero.”
“Por estas experiencias de abuso sexual siendo tan joven, aprendí a odiar a los hombres. Todos los días se veían muchos atropellos a los que nos sometían como mujeres, independientemente de nuestra edad. Quienes logramos sobrevivir es porque tuvimos que exponer nuestros cuerpos a todos los hombres del grupo y aceptar pasivamente sus abusos .”
“Yo tenía un sueño: tener una celebración muy especial el día que cumpliera quince años. Sin embargo, eso no sucedió así y ese día lo recuerdo con horror. Un comandante abusó de mi y me maltrató de tal manera, que me tomó un mes para poder volver a caminar. En esa ocasión quise quitarme la vida porque ya no aguantaba más. No lo hice, pero juré que desde ese momento nadie más volvería a abusar de mí.”
“A pesar de querer borrar de la memoria el momento, todavía veo la película como si fuera hoy. El día de mi cumpleaños, un tipo llamado Marlo se emborrachó, me golpeó y quedé inconsciente. Al despertarme, vi que tenía heridas en mis piernas. El tipo se reía. Yo sabía que consumía base de coca, con la que se volvía loco. Lo más duro fue ver que mis compañeros presenciaron los hechos y no hicieron nada. Me acuerdo que yo pensaba: te separan de la familia, te obligan a cargar un arma y a matar a otra persona. ¿Que más querían de mi? Esa fue la cruz que cargué mientras estuve en las FARC”.
“Ahora, que han pasado 15 años desde que me vi envuelta en esta vorágine de locos, me impresiona recordar que una violación no le acarreaba al comandante responsable ninguna sanción, y sin embargo, si un compañero se cogía un cuarto de panela, sin permiso, su acción se penalizaba con la muerte. La misma pena se le daba a quien tratara de desertar “.
“Estoy segura que muchos de mis compañeros que hoy quedan en las FARC, darían cualquier cosa por desertar. La razón es muy sencilla: hay muchos abusos, maltrato y crueldad. Les doy un ejemplo: por mi capacidad de expresión me nombraron en el grupo que manejaba la emisora de las FARC en la zona. Yo asumí una actitud crítica ante los abusos de los comandantes y por esta razón fui amarrada a un árbol por tres días, expuesta a uno de los tres Concejos de Guerra a los que me sometieron por ser la más rebelde entre un grupo de rebeldes. De esa experiencia me salvé”.
“El peor error que uno puede cometer en las FARC es mostrar sus sentimientos o su vulnerabilidad. A quien se le percibe como una persona débil, le caen encima sin contemplación”.
“Para qué ustedes vean a qué extremo llega uno en estas condiciones, les cuento una anécdota. A los dos años, mi mamá se enteró de que había sido secuestrada por las FARC. Después de muchos peligros, logró que la llevarán al campamento donde yo me encontraba. Cuando ella llegó, yo había sido violada el día anterior y había recibido una golpiza que me había desfigurado la cara. Como había aprendido a ocultar mis sentimientos, me vi obligada a mentirle a mi madre sobre la situación. Sabía que si le contaba, posiblemente las dos no saldríamos vivas ese día. Me tocó inventarme un cuento para explicarle mi estado y omitir lo que me había sucedido en realidad. Aprendí que la mujer para los hombres de las FARC, es un objeto sexual que sirve además para matar y para cocinar”.
“Cuando mi mamá se fue, mi corazón también partió con ella. En ese momento fue cuando mi vida realmente cambió. Pasé de ser una niña que había jugado con las muñecas, a una mujer de 13 años que iba a la línea de fuego a matar. Lo que me impresiona hoy en día es recordar que mis compañeros tenían una edad similar. Y quien nos disparaba del otro lado, no veían en nosotros unos niños, sino unos enemigos a los cuales tenían que exterminar.”
” Años después me enredé con otro comandante de quien quedé embarazada. Era mi segundo embarazo. Yo quería tener a mi hijo y por esta razón me vi enfrentada con el padre de mi futuro bebé. Para él mi embarazo era un problema y quería que abortara. La razón : había tenido un hijo con otra mujer y el mío sobraba. En medio de la discusión le dije: cuando usted mate a su hijo, yo mato al mío”.
“De hecho, me enviaron a un sitio donde llevaban a personas en mi misma situación. En este lugar, en un sólo día podían realizarse más de cien abortos. Pero yo me negué de nuevo. Ya para esa época yo tenía rango en la guerrilla y logré que el Comandante del campo me diera su apoyo. Sin embargo, el que era el padre de mi hijo, con el propósito de hacerme perder el niño, se las ingenió para que yo tuviera que cargar dos equipos de campaña en vez de uno, me dieran los turnos más largos de guardia, cargara bultos de iraca, etc. Por estos abusos me dio pre eclampsia. Estuve inconsciente por casi dos semanas , logré sobrevivir y finalmente mi hijo nació bien.”
“Después de todo el dolor que sentí y de la lucha que tuve que dar para poder tener a mi hijo, me enteré que habían tomado la decisión de regalarlo a unos extranjeros. Para las FARC los hijos de las guerrilleras son un problema, eso explica el porqué tienen el sitio de aborto que mencioné. Tal como había hecho con mi primera hija, con la ayuda de unos campesinos logré sacar a mi bebé y enviarlo donde mi mamá”

No hay comentarios.: