Lydia Cacho
Llama la atención que
esta semana en los medios dos rostros y dos historias han ocupado las primeras
planas. La renuncia del Papa Joseph Ratzinger y la detención de la profesora
Elba Ester Gordillo, la más poderosa líder sindical en México. Sus liderazgos son
muy similares, ninguno de los dos es carismático, en nueve de cada diez
fotografías descubrimos en él y ella miradas aviesas, desconfiadas. Muecas de
desprecio hacia sus interlocutores. Uno se apropió con poco éxito la
máscara de la santidad, la otra sólo intentó sin éxito cambiar la máscara de su
piel.
Resulta curiosa la
reacción de millones de fieles respecto a la renuncia de Ratzinger al papado.
Este hombre no solamente protegió al gran pedófilo Marcial Maciel, por
intereses meramente económicos y de poder. También se convirtió en el más
poderoso encubridor de abusadores sexuales de niños y niñas en la historia. No
podemos olvidar que es el líder político de un Estado. El Vaticano no es una
iglesia, es una Ciudad-Estado soberano que se rige bajo sus propias leyes
civiles. Y, según la mitología católica, el Papa es heredero de San
Pedro.
Así, el Papa es un
político con gran influencia internacional que, utilizando su investidura de
intermediario entre Dios y los seres humanos, trabaja afanosamente para imponer
su religión y su manera de pensar; es decir, sus valores. Y si los valores de
Ratzinger incluyen la protección de quienes violan a millones de niños y niñas
en todo el mundo, sus valores son los de un pedófilo que según el código penal,
es un delincuente. Porque la pedofilia no es solamente un abuso sexual, sino la
imposición de poder de un adulto sobre una niña o niño indefenso, es la
apropiación del otro; dicho en términos cristianos: la apropiación del alma y
la voluntad infantil.
Hoy en Estados Unidos,
el abogado Jeff Andreson, que lleva la causa de cientos de víctimas de abuso
sexual por parte de sacerdotes, anunció la demanda a Joseph Raztinger ante
cortes de EE.UU. y La Haya por violación a derechos humanos. Expertos
internacionales han afirmado que la renuncia de Benedicto XVI es producto de
los abusos sexuales de sacerdotes católicos en todo el mundo, incluyendo
México, y también por casos de corrupción financiera dentro del Vaticano.
Es decir, lo que
tenemos frente a nosotros es a un político que ha avalado corrupción financiera
y administrativa al interior de su Ciudad-Estado que tiene su propio banco con
historial de lavado de dinero sucio. Y a la vez, a un líder religioso que
voluntariamente dejó en mayor vulnerabilidad a miles de pequeños en el mundo
mientras fortaleció a los violadores que, según su mitología, representan a
Dios.
Qué terrible debe ser
para las víctimas de los sacerdotes violadores ver que uno de los “mensajeros”
o representantes del Dios, en el que han creído, es un violador y
extorsionador. ¿Dónde está el rebaño cristiano que debe defender la fe y a la
infancia antes que a su líder político corrupto?
Mientras tanto en este
lado del mundo, Elba Esther Gordillo ha sido apresada, y busca que sus abogados
y su hija, Senadora con fuero constitucional, negocien con el gabinete de
seguridad de Peña su libertad. Elba Esther tiene en su casa de Coronado,
información que incluye grabaciones telefónicas de acuerdos electorales y
negociaciones políticas, así como documentos que demuestran la connivencia
histórica con el PRI. El tiempo dirá qué y cómo lo negocian.
Queda claro que la PGR
tiene evidencia contundente sobre el uso de las cuotas de maestros y maestras
para que su líder se diera vida de papisa. Casi todos los columnistas han
abordado el contexto del arresto, así que me dedico al liderazgo de Elba y los
entresijos de su poder. Lo que resulta inquietante es que haya miles de
personas, al menos veinte mil, a quienes la líder sindical les ha robado sus
cuotas sindicales a cambio de promesas de plazas magisteriales. Pero en
realidad este rebaño de seguidores de la profesora adolecen de un mal
incurable.
Sí, saben que Elba
gastó millones de dólares en aviones, ropa y cirugías plásticas. Sí,
saben que es ella y su dedo de oro quien pone y quita líderes, quien castiga o
incluso, como han dicho los líderes de Oaxaca, probablemente ordenó la
desaparición de algún líder que la molestaba. Saben, porque han sido su rebaño
cómplice, que les ha manipulado y acarreado para determinar elecciones y
facilitar fraudes electorales.
Pero en el fondo este
rebaño la defiende no porque crea en su inocencia, sino porque, como en el caso
de Joseph Ratzinger, creen fervientemente que los líderes que adquieren esos
niveles de poder tienen derecho a vivir bajo sus propias reglas. Hay una
patología en estas relaciones de poder en que el corruptor corrompe y el
corrompido justifica el daño simple y llanamente, porque el líder lo
ordena.
Cada uno de estos dos
personajes, a su manera, ha logrado lo que parecería imposible: hacer que sus
legiones miren hacia otro lado, hacer que les defiendan usando la violencia, el
odio, la descalificación y la rebelión. Son los liderazgos del mal, los que
promueven el valor patriarcal del abuso justificado, del amo y el esclavo, del
premio y el castigo para los fieles y obedientes.
Ambos lograron con su
muy personal ejercicio del poder, obnubilar a miles o millones de
personas, para que éstas dejen pasar las aberraciones de su líder.
Para mí, las lecciones
de la persecución jurídica de estos dos personajes no estarán en el absurdo
gozo de la venganza, sino el aprendizaje social que arroje evidenciar su manejo
del poder. Allí está la verdadera lección,qué tipo de liderazgo s
estamos dispuestos a validar como sociedad y qué papel tan importante
jugamos cuando nos oponemos a los abusos, en nombre de Dios o de la educación.
Ambos terminan tocando el futuro de niños y niñas y el ejemplo que les damos.
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