EE.UU: de secuestros y rehenes
Por Alvaro Vargas Llosa
A mediados de 2011 hubo en EE.UU. el techo de la deuda, a finales de
2012 el abismo fiscal y a partir de esta semana el mal llamado secuestro
(la verdadera traducción de “sequestration” es confiscación, a pesar de
que la prensa hispanoparlante en todas partes está usando la palabra
secuestro). Sería injusto decir que las finanzas de EE.UU. se están
latinoamericanizando porque una mitad de la región ya podría dar unas
cuantas lecciones a Washington.
Los drásticos e indiscriminados
recortes que entraron automáticamente en vigor el viernes por no haberse
puesto de acuerdo Obama y los republicanos del Congreso en un plan
alternativo son algo así como una trampa que el presidente se tendió a
sí mismo creyendo que caerían en ella sus adversarios. Cuando en 2011
forzó a los republicanos a subir el techo de la deuda, otorgó a cambio
recortes por casi US$ 900 mil millones y la promesa de negociar otros
US$ 1,5 billones para los próximos 10 años.
Pretendiendo mostrar
que la promesa iba en serio, impuso recortes automáticos de US$ 1,2
billones si la comisión encargada de la negociación no paría un acuerdo.
Esos recortes se repartirían a partes iguales entre el sector Defensa,
caro a los republicanos, y las demás partidas, exceptuando los
intocables programas del Estado del Bien(mal)estar.
El cálculo
era que, ante la amenaza de un recorte drástico en Defensa, los
republicanos negociarían un programa alternativo que incluyera más
aumentos de impuestos. Pero no fue así. A pesar de que muchos
republicanos ven con escalofríos la reducción de US$ 600 mil millones
del presupuesto del Pentágono en una década, la bancada parlamentaria no
ha cedido porque quiere obligar a Obama a atacar en serio el problema
fiscal sin volver a subir impuestos (ya los aumentó hace poco con
ocasión de la tortuosa negociación para evitar el abismo fiscal). Esta
decisión no ha sido fácil, pues hayal interior de la bancada
republicana muy fuertes tensiones, en parte ideológicas y en parte como
resultado del cálculo electoral ante los comicios legislativos de 2014.
Ahora,
de lo que se trata es de quién descoloca a quién ante la opinión
pública de cara a esas elecciones: si Obama a los republicanos
haciéndolos culpables de los recortes automáticos en innumerables
programas o si ellos a él, que fue quien impuso el “sequestration”
creyendo que nunca se aplicaría. El verdadero problema de fondo es que
EE.UU. tiene una deuda que ya supera el 100% del PIB y que, en vista de
un déficit fiscal equivalente a 7% del tamaño total de la economía, esa
proporción va a seguir aumentando. Para hacer frente al angustioso
desafío, hay dos visiones frontalmente contrapuestas que expresan dos
modelos de sociedad. De allí que el calendario se haya vuelto una
sucesión de metáforas apocalípticas y no parezca haber posibilidad
alguna de un acuerdo de largo plazo para atacar lo sustancial. La
próxima metáfora apocalíptica será, nuevamente, el techo de la deuda:
en mayo habrá que volver a autorizar una subida o cerrar el gobierno y
entrar en algo muy parecido a la suspensión de pagos.
Por
cierto: dice mucho del delirio en que se han convertido las finanzas
estatales el que se llame “confiscación” a un recorte automático de
gastos. Como si los ciudadanos tuviesen derechos de propiedad sobre un
mayor déficit y una mayor deuda. Fantástica inversión de los valores que
hicieron de EE.UU. lo que es.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario