18 marzo, 2013

El déficit comercial no importa, la libertad económica sí

Hoy 8 de febrero, el gobierno hará públicos los datos sobre las importaciones y exportaciones durante 2012. A menudo, esta publicación anual enciende un equivocado debate en torno a los déficits comerciales.
Un reciente informe periodístico perpetuó la errónea afirmación popular sobre cómo funciona el comercio internacional:
Las importaciones netas dejan sin liquidez a la economía, disminuyendo el producto interior bruto.
A causa de informes como ese, muchos americanos creen que los déficits comerciales perjudican a nuestra economía y destruyen el empleo.


Si eso es cierto, hay una manera muy sencilla de reducir el déficit comercial: Lanzar la economía de Estados Unidos hacia la recesión. Desde 1990, Estados Unidos ha tenido tres recesiones y cada vez que Estados Unidos entraba en recesión, disminuía el déficit comercial.
Esta correlación no debería sorprendernos si pensamos en qué ocurre durante una recesión. Con una economía débil, la gente tiene menos dinero para gastar en productos, incluidos los importados. La reducción del gasto tiende a reducir el déficit comercial.
Si los legisladores sienten realmente que el déficit comercial está perjudicando a nuestra economía y quieren revertir esa situación completamente, pueden ir un paso más allá y hundir a Estados Unidos en una depresión. Como señalaba el economista Donald Boudreaux, Estados Unidos operó con superávits comerciales durante la mayor parte de los años 30.
Para comprender realmente la salud y la viabilidad de una economía, los responsables políticos se deberían centrar en los déficits presupuestarios y la libertad comercial en vez de en los déficits comerciales.
El Índice 2013 de Libertad Económica, publicado por la Fundación Heritage y The Wall Street Journal, muestra que los países con una mayor libertad comercial (es decir, con unas barreras comerciales más reducidas) tienen también las tasas de prosperidad más elevadas, una mejor atención médica y un mayor acceso a la educación. Se trata de unos objetivos con los que, sin duda, todos los americanos pueden estar de acuerdo. En definitiva, no hay ninguna evidencia de que los déficits comerciales sean malos para la economía de Estados Unidos, sino más bien una gran cantidad de pruebas de que las barreras comerciales empeoran la vida de los americanos.

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