13 marzo, 2013

La momia bolivariana

Victor Gordoa
La momia bolivariana
Hugo Chávez dejó una huella profunda, de eso a nadie le cabe la menor duda. Ha transcurrido una semana de su muerte y pudimos ser testigos de la enorme masa de personas que le tributó un último homenaje, pasando por la orden de su sucesor de momificarlo y la manifestación pública del deseo de su principal opositor, Henrique Capriles, de volver a luchar por la Presidencia de Venezuela. Sin embargo, dicha huella profunda no significa que la imagen que deja detrás sea del todo buena.


Imagen polarizada…
No es raro, pero sí curioso, que usted y yo, viviendo lejos y no siendo venezolanos, podamos identificar fácilmente la polarización de imagen pública que dejó el caudillo bolivariano. Estoy seguro de que usted ha podido darse cuenta de inmediato que sólo aquellos que fueron el privilegiado grupo objetivo de sus repetidos mandatos guardan el recuerdo del fallecido Presidente con un grado de positividad que raya en la veneración, hablo por supuesto de los pobres a quienes consideró su único y verdadero pueblo, la única gente digna de ser ayudada, mientras que el resto de los venezolanos, aquellos a quienes Chávez consideró compatriotas de segunda clase y por lo tanto persiguió, despojó, censuró y limitó en sus derechos, soltaron un suspiro de alivio en el instante que les fue anunciada la anhelada muerte de quien tanto daño les había hecho. Lo curioso del caso es que en el resto del mundo pasó lo mismo, aunque por supuesto nadie se haya atrevido a decirlo directamente, al fin y al cabo a los muertos se les respeta y venera hasta que su recuerdo se haya apagado y un nuevo líder haya surgido. Así ha sido históricamente el tratamiento a la memoria de todos aquellos líderes controversiales que en su momento fueron adorados hasta límites inverosímiles y que ahora sólo ocupan un nicho ocasional de estudio, más intelectual que emocional.
La momia…
Por eso estoy seguro de que la imagen simbólica que Hugo Chávez representó para millones de pobres tenderá a desaparecer poco a poco y con ella los sentimientos derivados del fervor popular y veo como un acto lógico la inteligente decisión de Nicolás Maduro de momificar el cuerpo del ex Presidente, imitando lo realizado con los cuerpos de otros líderes significativos como Perón, Lenin o Mao. Momificar al caudillo es una forma de hacer que el símbolo viviente y por lo tanto su profundo mensaje no desaparezcan a corto plazo, una manera de intentar la permanencia del vínculo con el pueblo hasta convertirlo en estado de ánimo simpatizante, al menos hasta las próximas elecciones y de transferirlo a su persona, un intento válido de sumar a su candidatura el carácter y la fuerza del difunto para legitimarla, sumado al hecho de que ha nombrado vicepresidente a Jorge Arreaza, yerno de Chávez, por eso Capriles lo acusa, con justificada razón, de estar haciendo campaña política con el cuerpo del difunto. ¿Así o más claro?
Contra su gusto…
Irónico destino de Hugo Chávez cuando a él las momias y su exhibición ni siquiera le gustaban; justifico mi aseveración con el hecho de que cuando la exposición de cuerpos plastificados Bodies Revealed se presentó en Caracas, el entonces Presidente de la República Bolivariana expresó su opinión contraria a ella, calificándola de una macabra muestra de la descomposición moral del planeta y por lo tanto fue clausurada. Quién iba a decir que el turno de ser exhibido como momia, muestra de otro tipo de descomposición, le tocaría tan rápido.

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