Esto que
escribo lo hago cuando el colegio de cardenales en el Vaticano entra por
primera vez a la Capilla Sixtina para llevar a cabo el ritual, y buscar
quien calce las sandalias de Pedro el Pescador. He estado atento a todo
lo que se asoma por las notas que escriben los que saben, y por lo que
dicen quienes sienten lo que dicen. He buscado no hacerle caso al
ignorante que sólo repite lo que oye. La verdad es que hablar o escribir
sobre religión desde el punto de la ignorancia en muchos de sus temas,
es un riesgo, porque la religión está hecha por los humanos, y por tanto
es imperfecta desde su estructura, y sus principios, es complejo
comprenderlos. Pero vale la pena porque es como se aprende.
En páginas del libro titulado: El liderazgo al estilo de los Jesuitas,
se escribe que Christopher Clavius fue el primer astrónomo de esa orden
religiosa, y en una visita a Roma en 1587, un joven científico de nombre
Galileo Galilei solicitó la bendición del jesuita, y al hacerlo, aquél
quedó impresionado por el joven a quien le dio apoyo convirtiéndolo en
docente del Colegio Romano. Los textos de astronomía de Clavius
defendían el sistema tolemaico para explicar el universo y sus
movimientos, y consistía en que la Tierra era la parte central del
universo, y el Sol y los planetas gravitaban sobre ella. Llamó a su
teoría geocéntrica.
Con telescopios inventados por él, Galileo se fue separando de esa
teoría de Clavius, ya que en sus observaciones, él descubrió que Venus
mostraba fases muy parecidas a las de la Luna, lo que le sugería que
Venus giraba alrededor del Sol y no de la Tierra. Esta teoría por sí
sola contrariaba el trabajo de toda la vida de Clavius. Con ello Galileo
sabía que se enfrentaba a la burocracia de la Iglesia, la cual tenía
demasiados intereses creados en torno a la idea de un universo
geocéntrico, imposibles de echarlos abajo. La teoría heliocéntrica de
Galileo tendría que pasar una prueba muy dura contra quien se creía
poseedor de la verdad.
Sin embargo, el astrónomo de 70 años volvió a analizar su teoría a la
luz de los descubrimientos de Galileo y dedujo que había estado
equivocado de por vida. Su salvación del error y la vergüenza para la
orden Jesuita fue haber muerto dos años después.
Veinte años tuvieron que pasar para que ante el tribunal de la Santa
Inquisición, sentado en el banco de los acusados Galileo fuera
presionado por los inquisidores para que aceptara su error y aceptara la
teoría estudiada por Clavius y salvarse así de la excomunión y de la
hoguera como castigo. Galileo aceptó lo que se le pedía, cerrándose el
caso, pero al salir de la sala del juicio, expresó su célebre frase: "Y
sin embargo se mueve".
Cuántas verdades de la Iglesia no tienen un fundamento científico, ni de
otra índole, y se convierten en creencias a priori y por tanto en
dogmas.
Basado en ello, la evolución de la humanidad presiona porque el
Vaticano, sede de una de las religiones más poderosas e influyentes
políticamente en el mundo, cambie las reglas que sustentan sus
principios. Con base en ello esperan un Papa de avanzada para que
modifique y acepte el ordenamiento de la mujer al sacerdocio, la
aceptación del aborto, del matrimonio entre personas del mismo sexo, el
matrimonio de sacerdotes y otros "adelantos sociales" contra los que la
Iglesia de Roma se ha mostrado renuente. Es el reclamo de estos
reformistas, y no un Papa que regrese la Iglesia a los principios de
Cristo.
¿Por qué la Iglesia de Roma, la católica, tiene que cambiar? ¿Tienes alguna respuesta Inge?
Yo creo que los principios son eso, principios, que no pueden ser
movidos por presiones o por caprichos. Que no se eliminan al levantar un
dedo, ni por decreto. Que cuando hay una fundamentación científica
sustentada y sustentable se puede mover el dogma, el postulado. Pero
cuando se trata de conducta social, difícil de sustentar, el principio
debe de estar por encima. Que eso hace que muchos huyan hacia otras
manifestaciones religiosas, pues que eso suceda. Que si eso hace que la
Iglesia de Roma se quede sin fieles, pues que suceda, y se suplante con
alguna otra doctrina espiritual que adopte el ser humano.
No entiendo por qué deben ser las cosas de esa manera. El concepto
sexual de quien abraza el sacerdocio tiene su mayor sacrificio creo yo,
en dominar los impulsos para permanecer en la gracia para poder ser
pastor. Que ha habido la pederastia, abominable en todo sentido por ser
un delito, pues que se le castigue ejemplarmente. La complicidad de las
jerarquías eclesiásticas ha sido blanco de las críticas y en ello está
su pecado. Por tanto, la Curia misma debe defender y amar al pueblo de
Cristo y no proteger a quien lo agrede y ofende. El solo pecar de esa
manera, hace que se pierda en automático la misión pastoral de la
vocación que abrazó.
Por ello, la religión y sus representantes deben salir a buscar rescatar
a quienes le han abandonado, encontrar a los de la nuevas generaciones,
a hombres y mujeres del campo y de las urbes con un mensaje de
espiritualidad, de equilibrio emocional entre el perdón y la conducta
cotidiana, sin la amenaza de la sotana, del pecado o, como dice en su
poema Alberto Cortez, a la venganza final de Lucifer.
El humo blanco salió y anunció al mundo un nuevo pastor. Una sorpresa
según dicen. Alguien muy diferente a la burocracia italiana. Formado en
el pensamiento Jesuita, seguro deberá aguardar sorpresas. Él puede ser
el inicio para que la Iglesia se aleje del materialista camino al cual
ha sido llevada, y la acerque mucho a la doctrina y a la enseñanza de
quien la creó: Cristo. |
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