19 marzo, 2013

La reforma que tal vez no llegue

O P I N I Ó N 
C U A U H T é M O C   C E L A Y A   C O R E L L A 
La reforma que tal vez no llegue


Esto que escribo lo hago cuando el colegio de cardenales en el Vaticano entra por primera vez a la Capilla Sixtina para llevar a cabo el ritual, y buscar quien calce las sandalias de Pedro el Pescador. He estado atento a todo lo que se asoma por las notas que escriben los que saben, y por lo que dicen quienes sienten lo que dicen. He buscado no hacerle caso al ignorante que sólo repite lo que oye. La verdad es que hablar o escribir sobre religión desde el punto de la ignorancia en muchos de sus temas, es un riesgo, porque la religión está hecha por los humanos, y por tanto es imperfecta desde su estructura, y sus principios, es complejo comprenderlos. Pero vale la pena porque es como se aprende.

En páginas del libro titulado: El liderazgo al estilo de los Jesuitas, se escribe que Christopher Clavius fue el primer astrónomo de esa orden religiosa, y en una visita a Roma en 1587, un joven científico de nombre Galileo Galilei solicitó la bendición del jesuita, y al hacerlo, aquél quedó impresionado por el joven a quien le dio apoyo convirtiéndolo en docente del Colegio Romano. Los textos de astronomía de Clavius defendían el sistema tolemaico para explicar el universo y sus movimientos, y consistía en que la Tierra era la parte central del universo, y el Sol y los planetas gravitaban sobre ella. Llamó a su teoría geocéntrica.

Con telescopios inventados por él, Galileo se fue separando de esa teoría de Clavius, ya que en sus observaciones, él descubrió que Venus mostraba fases muy parecidas a las de la Luna, lo que le sugería que Venus giraba alrededor del Sol y no de la Tierra. Esta teoría por sí sola contrariaba el trabajo de toda la vida de Clavius. Con ello Galileo sabía que se enfrentaba a la burocracia de la Iglesia, la cual tenía demasiados intereses creados en torno a la idea de un universo geocéntrico, imposibles de echarlos abajo. La teoría heliocéntrica de Galileo tendría que pasar una prueba muy dura contra quien se creía poseedor de la verdad.

Sin embargo, el astrónomo de 70 años volvió a analizar su teoría a la luz de los descubrimientos de Galileo y dedujo que había estado equivocado de por vida. Su salvación del error y la vergüenza para la orden Jesuita fue haber muerto dos años después.

Veinte años tuvieron que pasar para que ante el tribunal de la Santa Inquisición, sentado en el banco de los acusados Galileo fuera presionado por los inquisidores para que aceptara su error y aceptara la teoría estudiada por Clavius y salvarse así de la excomunión y de la hoguera como castigo. Galileo aceptó lo que se le pedía, cerrándose el caso, pero al salir de la sala del juicio, expresó su célebre frase: "Y sin embargo se mueve".

Cuántas verdades de la Iglesia no tienen un fundamento científico, ni de otra índole, y se convierten en creencias a priori y por tanto en dogmas.

Basado en ello, la evolución de la humanidad presiona porque el Vaticano, sede de una de las religiones más poderosas e influyentes políticamente en el mundo, cambie las reglas que sustentan sus principios. Con base en ello esperan un Papa de avanzada para que modifique y acepte el ordenamiento de la mujer al sacerdocio, la aceptación del aborto, del matrimonio entre personas del mismo sexo, el matrimonio de sacerdotes y otros "adelantos sociales" contra los que la Iglesia de Roma se ha mostrado renuente. Es el reclamo de estos reformistas, y no un Papa que regrese la Iglesia a los principios de Cristo.

¿Por qué la Iglesia de Roma, la católica, tiene que cambiar? ¿Tienes alguna respuesta Inge?

Yo creo que los principios son eso, principios, que no pueden ser movidos por presiones o por caprichos. Que no se eliminan al levantar un dedo, ni por decreto. Que cuando hay una fundamentación científica sustentada y sustentable se puede mover el dogma, el postulado. Pero cuando se trata de conducta social, difícil de sustentar, el principio debe de estar por encima. Que eso hace que muchos huyan hacia otras manifestaciones religiosas, pues que eso suceda. Que si eso hace que la Iglesia de Roma se quede sin fieles, pues que suceda, y se suplante con alguna otra doctrina espiritual que adopte el ser humano.

No entiendo por qué deben ser las cosas de esa manera. El concepto sexual de quien abraza el sacerdocio tiene su mayor sacrificio creo yo, en dominar los impulsos para permanecer en la gracia para poder ser pastor. Que ha habido la pederastia, abominable en todo sentido por ser un delito, pues que se le castigue ejemplarmente. La complicidad de las jerarquías eclesiásticas ha sido blanco de las críticas y en ello está su pecado. Por tanto, la Curia misma debe defender y amar al pueblo de Cristo y no proteger a quien lo agrede y ofende. El solo pecar de esa manera, hace que se pierda en automático la misión pastoral de la vocación que abrazó.

Por ello, la religión y sus representantes deben salir a buscar rescatar a quienes le han abandonado, encontrar a los de la nuevas generaciones, a hombres y mujeres del campo y de las urbes con un mensaje de espiritualidad, de equilibrio emocional entre el perdón y la conducta cotidiana, sin la amenaza de la sotana, del pecado o, como dice en su poema Alberto Cortez, a la venganza final de Lucifer.

El humo blanco salió y anunció al mundo un nuevo pastor. Una sorpresa según dicen. Alguien muy diferente a la burocracia italiana. Formado en el pensamiento Jesuita, seguro deberá aguardar sorpresas. Él puede ser el inicio para que la Iglesia se aleje del materialista camino al cual ha sido llevada, y la acerque mucho a la doctrina y a la enseñanza de quien la creó: Cristo.

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