12 marzo, 2013

Muerte de Hugo Chávez: vuelta de tuerca para Venezuela y América Latina

INTERNACIONALES: MATIAS E. RUIZ


Sobre el deceso del carismático presidente venezolano y los interrogantes de cara al futuro de la región.

Acaba de escribirse la última página en la vida de Hugo Chávez Frías, fulgurante estrella de la promocionada "Revolución Bolivariana" cuyos destinos -habrá que decirlo- siempre se trazaron desde La Habana, en la pluma del brillante Raúl Castro.
Con toda probabilidad, nadie tendrá acceso a los detalles reales que versan sobre la desaparición física del ahora ex jefe de estado venezolano, esto es, si Twitter, Matías E. Ruizacaso su muerte se produjo semanas atrás en Cuba y si los hermanos Castro decidieron remitirlo prontamente a Caracas para que la reputación de la medicina de la isla no termine de hacerse añicos y caer en la peor de las desgracias.
Con todo, habrá que comentar marginalmente que el regenteo a cuentagotas de los reportes relativos a la salud de Chávez Frías no fue programado con eficiencia por Raúl y Fidel Castro Ruz. No porque los cerebros cubanos no se encontraran a la altura de las circunstancias; antes bien, al contrario.


Pero sucede que el autoencierro informativo al que la isla fue sometida desde 1959 ha tropezado hoy, en gran medida, con la penetración violenta de las redes sociales en todo ámbito, al punto tal en que grandes porciones del secretismo ahora son fácticamente imposibles de mantener. De este nudo gordiano que remite a la ciencia del perception management también ha tomado parte la concentración excesiva de la realidad venezolana en una sola persona: el carisma del fallecido presidente bolivariano es una característica que difícilmente pueda hallarse, siquiera remotamente, en otros personeros del régimen caraqueño. Nicolás Maduro es, en el mejor de los casos, un pobre embajador del subsistema, sin dotes de orador, carente de habilidades comunicativas, políticas y de planificación. Por su parte, Diosdado Cabello -titular de la Asamblea Nacional- es una figura sobradamente desconocida para el público, y será imposible lograr que los venezolanos de a pie lleven a cabo una transferencia psicológica que invite a considerarlo con el mismo cariño que supieron demostrar otrora por su difunto líder. A la postre, Raúl Castro se verá empujado a forzar la ingeniería conceptual montada alrededor del culto a la personalidad que envolvía el aura de Chávez. Se trata de una guerra cultural -¿no lo son todas?- que, al final del partido y sometido al juzgamiento del tiempo, no podrá ganar. En gran parte, debido a las propias deficiencias de los venezolanos con los que se ha asociado para la faena.
Así las cosas, la reciente visita oficial realizada por el primer ministro de la Federación Rusa, Dmitry Medvedev, a La Habana solo puede leerse dentro del contexto de la desesperación cubana por suplir la ayuda recibida desde Venezuela con nuevos aportes a computarse desde Moscú. A sabiendas de que el presidente venezolano se encontraba más cerca de la muerte, Raúl Castro se decidió a ponerle paños fríos a la lóbrega situación interna y anticiparse a la crisis que está llamada a comprometer próximamente al gobierno en Caracas. Quizás inconscientemente (aunque ello puede ponerse en duda), el castrismo se ha abrazado a los rusos, reavivando el caldero de la extinguida Guerra Fría. Tal como sucediera poco tiempo después de iniciada la revolución que eyectara a Fulgencio Batista.
En la capital venezolana, acaso el vicepresidente Nicolás Maduro haya condimentado su concatenación de descuidos con el poco sapiente remate de responsabilizar a los Estados Unidos por el cáncer que se llevó la vida de su jefe. No en vano, el SEBIN (Servicio de Inteligencia Bolivariano) ha venido invirtiendo gran parte de su tiempo durante los últimos meses en confeccionar comunicados que reportaban sobre supuestos movimientos de armas en edificios diplomáticos de naciones extranjeras, señalando a la CIA con dedo acusador. Y en este aspecto reposan, ciertamente, numerosas claves: la nomenclatura remanente no solo deberá vérselas, pues, con la destrucción de su economía y el eminente quiebre de PDVSA -perpetrados ambos con presteza por el propio Chávez Frías- sino que, desde esta instancia, deberá cuidarse de que una guerra civil sin cuartel no estalle puertas adentro y afuera del subsistema gobernante. Es decir que los locales tendrán otras razones por las qué pelear, más allá de haber venido haciéndolo para apropiarse de un pollo en los distintos supermercados del país. Maduro, en resumidas cuentas, ha acentuado el calvario de sus compatriotas, de la mano de sus poco comprobables acusaciones, y puede observarse que le ha hecho un favor de proporciones gigantescas a Cabello -desde ahora, su acérrimo oponente en la puja por el poder-. El presidente de la Asamblea Nacional ahora cuenta con otro valioso as en la manga para deshacerse del vice. Tip: Maduro se encuentra incapacitado para asumir el poder, por cuanto la Constitución de la República Bolivariana se lo impide, de manera taxativa.
Por estas horas, no solo la dictadura castrista llora interesadamente la muerte de su agente en tierra venezolana; también lo hace la devaluada cúpula de las FARC, a raíz de que los santuarios con que Chávez proveía a sus elementos con el objeto de que pudieran huir del feroz cerco impuesto por las fuerzas armadas colombianas queda comprometido. Lo propio sucederá con los grandes traficantes de droga que explotaban el espacio aéreo de Venezuela para trasladar sus mercaderías por vía aérea hacia Centroamérica, y de allí al lucrativo mercado estadounidense. En este mismo orden, el primer mandatario boliviano Evo Morales se verá forzado a multiplicar los envíos de cocaína de alta pureza que se exportan desde su territorio -gestión a cargo de su lugarteniente Felipe Quispe-, en vista de que los aportes financieros remitidos desde Miraflores podrían desvanecerse en un santiamén. Como consecuencia, las agencias antidrogas de Occidente contarán con bastantes más elementos si la meta es sindicarlo como un reencarnado venido a menos de Manuel Noriega.
Otras consideraciones de índole regional: los movimientos de la extrema izquierda y del engendro de los falsos "luchadores sociales", hasta hoy financiados por el chavismo, comenzarán a ver reducidos sus dividendos. Existe, desde ahora, un amplio margen para que reagrupen sus fuerzas dentro del esquema de la revolución iraní, con lo cual se incrementarán las acciones de infiltración cultural por parte de Teherán en la región. Colateralismos: la red financiera de Hezbollah en la Triple Frontera -compartida por Brasil, Paraguay y la Argentina- acusará un crecimiento exponencial en sus actividades.
Al cierre -y una vez que el duelo llegue a término-, una miríada de conversaciones de carácter suburbano reverberará en torno de las identidades mejor posicionadas para intentar suplantar a la figura de Hugo Chávez Frías. Algunas voces ya se atreven a puntualizar que la elección no ofrece mayores dudas, y que aquélla coincide con el ecuatoriano Rafael Correa. Recientemente reelegido, el moméntum es óptimo para él antes que para la presidente argentina Cristina Elisabet Fernández Wilhelm, cuya salud no transita por el más confortable de los senderos. Con abundante petróleo, recursos minerales y la publicitada renovación de su permanencia en el poder, el morador del Palacio de Carondelet en Quito gana espacio como supremo biotipo para la continuidad, si acaso la propia dinámica del estallido venezolano no termina reduciendo a cenizas cualquier esperanza de prórroga ideológica para la "Latinoamérica Bolivariana"

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