PAN pone en riesgo a Calderón
Carlos
Ramírez
El
expresidente Felipe Calderón parece haber quedado atrapado en la disputa por el
poder dentro del PAN: los calderonistas en el Senado y en la Cámara de
Diputados han bloqueado negociaciones y abierto las puertas a la revisión de
algunos expedientes salientes del sexenio pasado.
La fragmentación
del PAN, consecuencia de la derrota en las pasadas elecciones presidenciales,
dividió también las agendas de grupos ahora convertidos en verdaderas tribus
en busca de su parcela aislada de poder. De hecho, este efecto fue natural
al descuido de Calderón hacia el PAN durante su sexenio.
La decisión de
parte de la bancada panista en la Cámara baja para exigir al presidente de la
República una declaración patrimonial más explícita encontró mensajes priistas
en cuando menos 5 temas delicados del calderonismo: el incendio en la
guardería ABC, el cochinero de corrupción en la Estela de Luz, las
autorizaciones para casinos que han llevado a dinero político sucio para
campañas panistas, el saldo de muertos en la lucha contra la inseguridad y las
irregularidades en la cuenta pública del exgobernador guanajuatense Juan Manuel
Oliva, uno de los principales operadores del PAN.
Coincidente con
el debate se registró la presencia del expresidente Calderón en el DF porque
hubo un tercer vértice en el asunto: la disputa por el control del PAN entre
Gustavo Madero y el propio Calderón, con las ya muy conformadas tribus
panistas operando a favor de sus propios intereses y sin ninguna relación
con las estrategias panistas de largo plazo.
La preocupación
en ciertos niveles de decisión política del PAN radica en el hecho de que la
disputa por el poder esté desviando al partido hacia conflictos de decisiones
de largo plazo en el Pacto por México y de paso esté contaminando los espacios
de tranquilidad política que requiere el expresidente Calderón.
Pero lo grave del
asunto es que la bancada calderonista en el Senado, dirigida por el derrotado
precandidato presidencial Ernesto Cordero, es la que aparece como el
grupo de choque contra acuerdos priistas pactados con el PAN dentro del
Pacto.
En los espacios
dentro del PAN existe la preocupación de que ninguna de las corrientes en pugna
se está preocupando por el expresidente de la República y el aparato político
del PRI comience a enviar algunos mensajes de poder.
Algunos panistas
están inquietos del hecho de que el mismo gobierno priista que supo usar
el poder para encarcelar a la todopoderosa Elba Esther Gordillo puede de
alguna manera ser usado en contra de algunos panistas involucrados en
expedientes de corrupción e irregularidades del gobierno calderonista.
En todo caso, los
datos que deja el panismo en estos días son los de un partido sin rumbo,
fracturado en tribus de poder e inmerso en jaloneos para establecer la
hegemonía. La disputa Madero-Calderón ha ido desinflando al PAN y lo ha dejado
electoralmente dependiente de las alianzas con el PRD, pero a costa de liquidar
su propuesta ideológica.
La elección de la
próxima dirección nacional del PAN va a establecer los espacios de movilidad
electoral del partido, pero sobre todo va a definir el rumbo ideológico
del partido entre el conservadurismo del Yunque y el pragmatismo del
ejercicio del poder.
Por lo pronto, el
PAN se mueve entre dos espacios polarizados: el colaboracionismo vía el Pacto
por México y la confrontación con el PRI para congelar reformas y acuerdos
plurales.
En los
principales grupos de decisión del PAN se tiene la percepción de que la
viabilidad del partido depende de su participación en las reformas
estructurales, por lo que ahí es donde la presencia del expresidente Calderón
ha llegado a incomodar a grupos panistas.
Los espacios de
movilidad de Calderón se mueven entre la protección de su agenda de pasivos
sexenales que están latentes y vivos en los priistas y su decisión de bloquear
algunos de los acuerdos suscritos por el PAN dentro del Pacto por México. Al
final de cuentas, el Pacto podría ser el factor de reacomodo de los grupos pero
también estaría encareciendo los posicionamientos de cada tribu panista.
La decisión de
designar al dirigente nacional del PAN por la vía del voto abierto habría
roto con el sentido de fundación original del PAN, pero tomando en cuenta
que la contaminación del poder cuando el PAN probó sus primeras mieles
convirtió los compromisos originales en una pieza de museo.
Lo que preocupó
sobremanera al PAN fue el mensaje priista de los cinco gritos en la Cámara de
Diputados al debatir la propuesta de exigirle al presidente Peña Nieto más
información sobre su declaración patrimonial. El recordatorio de la tragedia
en la guardería ABC de Hermosillo cimbró el núcleo central del grupo de Gustavo
Madero porque el director del Seguro Social en febrero de 2010 es hoy uno
de los más importantes miembros de la dirección nacional del PAN y gente del
grupo de Madero, Juan Molinar Horcasitas.
Y la revisión del
caso de la Estela de Luz, apenas abierta como investigación adicional por la
Auditoría Superior de la Federación, tocaría al círculo central de Los Pinos
durante la presidencia de Calderón. De ahí que en algunos pasillos del poder de
las bancadas legislativas del PRI consideren que la exigencia de información
al presidente de la República sobre su patrimonio en realidad tenía otro
destinatario: Felipe Calderón, a quien la tribu de Madero quiere de plano
sacarlo del PAN.
La presencia
física de Calderón en la ciudad de México en estos días, a decir de algunos
panistas, obedece a la intención de mover sus piezas para frenar algunas
iniciativas de Peña Nieto, reagrupar a su grupo en el Congreso y evitar que el
PAN quede en manos de Madero. Pero al PAN le preocupa que la lucha
interna por el poder vaya a abrir expedientes calientes del
sexenio calderonista que en el corto plazo se le endosen al PAN y no
solamente a Calderón.
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