11 marzo, 2013

Peña en Venezuela

Peña en Venezuela

Ana Paula Ordorica
La presencia del canciller José Antonio Meade hubiese sido más que suficiente para cubrir la representación mexicana. 
Peña en Venezuela
No me gustó la presencia del presidente Enrique Peña Nieto en el funeral de Hugo Chávez, un funeral que fue parte de todo el corolario populista del propio Chávez y que ahora heredan sus cachorros de la Revolución bolivariana, empezando por Nicolás Maduro y Diosdado Cabello.
La presencia del canciller mexicano, José Antonio Meade, hubiese sido más que suficiente para cubrir la representación mexicana.


No veo cómo la ausencia de Dilma Rouseff le restó liderazgo a Brasil en América Latina. En cambio, no fue muy ad hoc ver a Enrique Peña Nieto en cuarta fila para refrendar el dizque liderazgo perdido de México en la región.
Era evidente que en primera fila estarían los mandatarios que sumarían al show populista montado en Caracas. Desde el cubano Raúl Castro hasta el iraní Mahmoud Ahmadinejad.
En ambos países se decretó luto nacional por la muerte del Presidente venezolano. Y en el caso de Ahmadinejad todavía se fue más lejos: escribió que Hugo Chávez resucitará como lo hizo Jesús y como lo hará el imán Mahdi, un hombre en el que creen los chiitas que desapareció en el siglo X y que regresará para traer paz y justicia al mundo.
A esta lista de mandatarios se suman otros que han dependido de los petrodólares venezolanos que Hugo Chávez les hacía llegar. Ahí estuvo Evo Morales, de Bolivia, y el presidente de Ecuador, Rafael Correa.
Cristina Fernández, de Argentina, se tuvo que regresar a Buenos Aires antes del funeral por motivos de salud, pero ya había decretado el luto nacional para su país desde el martes que se supo de la noticia.
En cambio, Barack Obama envió a un congresista, Gregory W. Meeks, y a un ex legislador, William Delahunt, ambos de muy bajo perfil, en su representación. No se supo de la presencia de ningún representante de Canadá. En cambio, entre esos asientos de jefes de Estado saltaban, desde mi punto de vista, el príncipe Felipe de España y el presidente de México, Enrique Peña Nieto.
¿Para qué hacerle el caldo gordo al populismo chavista?
Ahí sentado estuvo Peña Nieto mientras Maduro volvía a hablar de las grandes mentiras que se han dicho del comandante y de cómo éstas no pudieron acabar con él y no terminarán con el chavismo:
“No ha habido líder en la historia de nuestra patria más injuriado, más vilipendiado y más atacado vilmente que nuestro comandante Presidente. ¡Jamás en 200 años se mintió tanto sobre un hombre”, gritó Maduro entre lágrimas y concluyó: “¡Y aquí está invicto, puro, transparente, único, verdadero, vivo, para siempre, para todos los tiempos (…) comandante: ¡No pudieron contigo! ¡No podrán con nosotros jamás!”.
Ahí, escuchando, estaba Peña Nieto y viendo el cuerpo que, ya se informó, será embalsamado, como el de Lenin o Mao, para ponerlo en una vitrina y que lo pueda visitar el pueblo venezolano cuando quieran.
¡Hablar de embalsamar en pleno siglo XXI!
¡Puf! También estuvo Peña haciendo guardia de honor ante un féretro que supuestamente había sido paseado en el cortejo fúnebre a lo largo de 6 kilómetros en Caracas, en su trayecto a la Academia Nacional, para que la gente se acercara a Chávez.
La realidad se supo después, cuando la publicó el diario ABC.
En ese féretro al que se aproximaban y podía tocar cualquier venezolano no estaba Chávez.
Para mentiras, las que se ha agenciado Maduro. Y el presidente Peña Nieto ahí, con su presencia, no hizo más que apoyarlas.

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