03 marzo, 2013

PRI se rinde a EPN

José Buendía Hegewisch
No hay que olvidar que Peña Nieto necesita consolidar su frente interno para avanzar hacia las reformas que considera prioritarias para el crecimiento económico y la viabilidad de su administración. El camino que le abrió el Pacto por México aún debe transitarlo sin contar con la mayoría que requieren las reformas. 
PRI se rinde a EPN
El PRI celebra su XXI Asamblea Nacional y se allana por completo a la agenda modernizadora de la presidencia de Peña Nieto. Una “nueva cercanía” tras los años difíciles del exilio del poder o “paréntesis” de los últimos 12 años. A los priistas les gusta referirse a los sexenios panistas como tiempo entre corchetes, para jactarse de que en el país no pasó nada importante mientras estuvieron fuera. Explotan viejos mitos o narrativas sobre sus artes de negociación para arreglar los problemas. Se ven cómodos en su vuelta al poder como si fuesen parte de un guión en el que el protagonista decide morir para seguir viviendo más allá de sus 84 años; otros le llaman pragmatismo. Y no ocultan su molestia con los suspicaces que desentierran el temor a la restauración.


Por eso quieren deshacerse de la etiqueta de los viejos vicios, corrupción, autoritarismo y aplicación selectiva de la ley, que los convirtió en un símbolo en el siglo XX. A la vez, retoman la conducción del país con el imperativo de eficacia en el ejercicio del poder, en línea con la expectativa de restablecer la paz y el orden perdidos. En ese contexto se inscribe la decisión de enfrentar a la dirigente del SNTE, Elba Esther Gordillo, que llegó a operar como poder dentro del Estado con los gobiernos panistas. Por paradójico que parezca, la alternancia benefició a los poderes de facto y, en consecuencia, debilitó al Estado.
Sin haber llegado a sus primeros 100 días, el gobierno puso en la cárcel a la antigua aliada con un estilo que evoca las viejas épocas de las presidencias fuertes, en la que un sólido “expediente judicial” servía para eliminar enemigos por la intachable vía de la justicia. Ahora, además, tendrá que convencer de que no es un hecho aislado, sino el comienzo para emparejar el piso de todos ante la ley.
Pero el golpe fortalece al Ejecutivo, que se habría paralizado si el SNTE boicoteara la primera reforma del Pacto por México, como intentó con amenazas de movilizaciones y la descalificación del secretario de Educación. No se puede regatear la aplicación de la ley en un caso escandaloso de excesos, abusos y presuntos delitos del poder sindical. Pero sobre todo envía un claro mensaje a las resistencias dentro de las filas del PRI contra las reformas fiscal o energética.
Son ellos los principales destinatarios del mensaje. Por lo pronto su efecto será allanar del todo la reforma interna y cambios de estatutos para pavimentar las reformas con la eliminación de la prohibición para que los legisladores priistas promuevan la aplicación del IVA en alimentos y medicinas, así como la apertura de Pemex a la iniciativa privada. Si todavía había dudas internas sobre los cambios a sus programas y estatutos, la detención de Gordillo las hizo desaparecer. Desde que llegó a la presidencia, Peña Nieto ha llamado a los priistas a romper “tabúes”, como la apertura de Pemex, que iría en contra de la corrupción de su sindicato.
Y más allá de la Asamblea, el peso de la Presidencia sobre el partido será mayor si prospera la idea de integrarlo en el máximo órgano de decisión política del Consejo Permanente. Sería otra demostración del poder “real” de la Presidencia en el vértice de la estructura partidista que recupera la figura del Jefe Máximo que durante décadas tuvo sobre el partido.
Hay que recordar que el PRI es un partido que nació desde el poder y sirvió para dirimir las diferencias entre las facciones de los caudillos sobrevivientes de la revolución. Las diferencias permanecen entre sectores nacionalistas que no caben en el discurso más liberal y universal de la tecnocracia, pero el temor a volver a perder la Presidencia es el mejor disuasivo para disciplinarse. Peña Nieto representa el mensaje de las urnas, que es el que entendieron los priistas en los últimos 12 años, como expresaba César Camacho ayer en entrevista con Excélsior. La decisión de permanecer enganchados a esa fuerza los convence de forjar una nueva “cercanía” con el Ejecutivo.
No hay que olvidar que Peña Nieto necesita consolidar su frente interno para avanzar sin fisuras hacia las reformas que considera prioritarias para el crecimiento económico y la viabilidad de su administración. El camino que le abrió el Pacto por México todavía debe transitarlo sin contar con la mayoría que requieren las reformas constitucionales. No puede darse el lujo de boicots internos y requiere tener el control sobre su partido porque están por llegar algunos de los mayores retos para su administración y carece de la fuerza en el Congreso para avanzar en solitario.

No hay comentarios.: