12 marzo, 2013

Yoani Sánchez espera una ‘lapidación pública’ cuando regrese a Cuba

Yoani Sánchez espera una ‘lapidación pública’ cuando regrese a Cuba

 

La bloguera cubana Yoani Sánchez durante una rueda de prensa en la reunión de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) el domingo en Puebla, México.

/MCTMéxico

Los gritos podían oírse fácilmente dentro del hotel donde Yoani Sánchez compareció durante el fin de semana. “¡Abajo Yoani!” se oían provenientes de una pequeña camarilla de manifestantes pro Castro que se reunieron afuera.
Dentro, Sánchez tomaba los gritos con calma.
“No le temo a los insultos”, dijo Sánchez. Ella espera un peor tratamiento —una “lapidación pública” virtual, como lo llama— cuando regrese a Cuba —su “jaula”— al final de su gira mundial que comenzó el 17 de febrero y se espera que dure al menos tres meses, incluyendo una estancia la semana próxima en Washington y otra en Miami en abril.
Observándola responder durante dos días a los reporteros y editores en una conferencia en esta ciudad mexicana, es fácil ver cómo Sánchez se ha convertido en una espina en el costado para el decrépito régimen de Cuba.
Pareciendo un regreso a la década de 1960, con sus blusas sueltas y sus cabellos negros sueltos, Sánchez, de 37 años, se presenta como dispuesta e imperturbable. Sin embargo, su lenguaje es fiero. Su gira —la primera vez que se le ha permitido dejar la isla desde que se convirtió en una bloguera y una disidente conocida internacionalmente— ha sido como entrar en una máquina del tiempo que la sacó de una isla cerrada en el pasado, dijo Sánchez.
“Siento que los cubanos no nos merecemos lo que vivimos”, dijo Sánchez. “Creo que los cubanos nos merecemos ser ciudadanos del siglo 21, en todos los sentidos, probar nosotros mismos los retos y los grandes problemas que tiene la modernidad.”
La actitud suave de Sánchez contrasta con su crítica implacable de un gobierno autocrático. Para ella, los hermanos Castro —Fidel y Raúl— quienes han gobernado a Cuba desde 1959, son muertos que caminan y su isla está en una cuenta regresiva inevitable.
Sus herramientas —un iPad y una laptop— le permiten narrar la vida bajo el gobierno de Castro en pequeños tweets y notas breves en su blog que se traduce a 20 idiomas, que ella es capaz de filtrar a través de la barrera digital erigida alrededor de todos, excepto los ciudadanos cubanos más leales.
Sánchez ha ganado innumerables premios, incluyendo el prestigioso Ortega y Gasset al periodismo. Ella fue nominada el año pasado al Premio Nobel. Antes de su viaje, su solicitud de dejar Cuba para recoger esos premios se le negó 20 veces a lo largo de cinco años.
Su escala en Washington la semana próxima la llevará al Capitolio para una comparecencia del martes ante una comisión del Senado, arreglada por el senador Bill Nelson, demócrata por la Florida. El 1 de abril, Sánchez recibirá un homenaje especial en Miami. Ya ha visitado Brasil, España y la República Checa. Regresará a Europa y también viajará a Argentina y Perú.
“No represento a ningún partido ni a ninguna fuerza política”, dijo Sánchez. “Me considero un diplomático popular”.
Ella vive en La Habana con su esposo, Reinaldo, y su hijo de 20 años, Teo. Su esposo, quien fue sacado de su trabajo como periodista por presionar mucho por reformas durante finales de la década de 1980, ha encontrado una nueva carrera como mecánico de elevadores —una elección afortunada que le permite arreglar el decrépito elevador que lleva a su apartamento en un piso 14.

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