17 abril, 2013

Argentina: ¿Combatir o seducir al capital? Esa es la cuestión

Argentina: ¿Combatir o seducir al capital? Esa es la cuestión

Por Martín Simonetta
Buena parte de las políticas económicas implementadas en la Argentina en los últimos tiempos parecen no contribuir a la generación de un clima atractivo para la inversión.

Algunas de ellas son: los elevadísimos niveles de inflación (superiores al 25% según mediciones privadas) que jaquean la competitividad empresarial; las fuertes dificultades para transaccionar con el resto del mundo, tanto para la venta internacional de bienes y servicios (impuestos a la exportación) como para la compra (licencias no automáticas de importación reemplazadas por declaraciones juradas anticipadas de importación); la compleja política cambiaria con fuertes restricciones para adquisición de divisa extranjera, y una elevada brecha del 60% entre el dólar oficial y el “blue”. 
 
¿Capitales en fuga?
En los últimos años, y en un contexto internacional que favoreció los precios de agropecuarios, Argentina no ha hecho mucho por seducir al capital. Los datos son muy claros: entre el 2007 y 2012, abandonaron el país más de 80 mil millones de dólares, monto equivalente a las exportaciones totales de la Argentina y casi el doble de las reservas del Banco Central. Sólo el año pasado (2012), se redujo la salida de divisas del país, pero no por una mejora en las condiciones para la inversión sino como consecuencia del conocido “cepo cambiario”.
La incertidumbre creciente asusta no sólo a los ciudadanos sino también a los inversores. La diferencia es que, mientras los primeros cuentan con un menú de opciones acotado para asignar sus recursos, los segundos pueden elegir en qué lugar del planeta poner a florecer sus apreciados recursos. Y no nos referimos sólo a los inversores extranjeros, sino también a inversores argentinos que, en muchos casos, migran buscando un ámbito más amigable.
El desarrollo de un exitoso proceso de atracción de capitales es bastante más sutil que la simple prohibición de su salida. Parecería un sinsentido si, por ejemplo, intentáramos retener el amor incondicional de una persona encadenándola a un mueble de nuestra casa. Así, como en las relaciones humanas, el proceso de atracción y fidelización del capital requiere un trabajo diario y constante, siendo cada vez más sofisticado refinado, en un mundo donde más y más naciones han aprendido el camino para ofrecerles un buen hábitat.
La fuga de capitales se podría evitar a través del establecimiento de un ambiente atractivo para la inversión y no a través de crecientes restricciones.

Cuánto más difícil sea salir, menos capitales entrarán, y más restricciones se aplicarán. Y así, sucesivamente, iniciando un juego con una perversa dialéctica.
Latinoamericanos que seducen al capital
El gobierno parece no reconocer que la atracción de capitales sea una herramienta básica para lograr el crecimiento económico y reducir los niveles de pobreza. Sólo basta mirar a los costados, hacía países de América Latina como Brasil, México y Chile, y observar cómo la mayor certidumbre macroeconómica que ofrecen genera ha generado interesantes resultados en materia de atracción de inversión extranjera directa.
Inversión Extranjera Directa en América Latina y el Caribe              (2011, países seleccionados)
País
Inversión Extranjera Directa (millones de dólares)
 Brasil
 66.660
 México
 19.554
 Chile
 17.299
 Colombia
 13.234
 Centroamérica
 8.246
 Perú
 7.659
 Argentina
 7.243
Fuente: La inversión extranjera directa en América Latina y el Caribe, CEPAL 2011.

La competencia internacional por la atracción de capitales es una realidad. Y –repetimos- que cuando decimos capitales no sólo nos referimos al capital extranjero, sino incluso al capital del propio país.

A contramano de la clásica “marcha peronista” -que llama a “combatir al capital” como una forma de alcanzar la liberación de los pueblos- la realidad evidencia que las economías exitosas son las que han logrado seducir a inversores del propio país y del mundo, alcanzando concretos resultados materiales y sociales.

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